Mis pulmones me ruegan clemencia nuevamente pero me niego a detenerme, siento que los pies me pueden fallar en cualquier momento y que ya no puedo más, pero me reniego a detenerme.
Me prohíbo a que este sea el final.
Abro la boca tratando de recuperar algo de mi aliento perdido pero eso solo es peor ya que me comienza a doler el baso en mi estómago, hago una pequeña mueca por eso pero no me rindo.
El sudor recorre mi rostro hasta perderse en mi ropa deportiva, misma que siento que esta empapada y a pesar del clima frío, tengo calor.
Me giro hacia atrás sin dejar de correr y esta vez soy yo quien saca el dedo del medio en forma de burla hacia Tiffany que tiene expresión de que ya no puede nisiquiera con su existencia.
Y eso que yo no soy de correr.
Nisiquiera se como la he rebasado y dos veces esta noche.
Seguramente mañana tendré unos dolores terribles en el cuerpo, por eso planeo dormir dos días.
El aire frío golpea mi rostro causando en mi un choque de dos temperaturas totalmente diferentes, el frío del clima de Rusia, contra el calor de mi cuerpo de tanto correr.
El cansancio finalmente me gana haciendo que me detenga abruptamente en el suelo de rodillas frente a las puertas de reja de la Mansión miro hacia el frente y se me hace extraño que no hay ningún guardia en las puertas. Tiffany no tarda en llegar hasta donde estoy y se apoya en mi hombro al parar, respirando fuertemente por la boca sin aliento alguno y yo estoy igual.
—No puedo más.—Dice sin recuperar el aliento aún.—
—Ya somos dos.—
No dejo de mirar alfrente, me es extraño que los guardias no estén aquí, más, no puedo ver la mansión porque de estas grandes puertas a la mansión hay una distancia un poco larga. Y solo hay una razón por la que no habría ningún guardia de seguridad en las puertas de entrada, no es horario del cambio del turno asique eso está más que descartado entonces... Todas mis alarmas se encienden por segunda vez está noche y aún con la respiración errática y piernas temblorosas reúno fuerzas para levantarme del suelo en el que había caído arrodillada hace menos de un minuto.
—Algo no está bien.—Digo antes de acercarme a las puertas rejadas.—
Maldigo a todos los infiernos y cielos cuando veo que no puedo abrir las puertas están cerradas y no ando con el botón del control remoto que la abre ya que contaba que cuando regresara aquí, estarían los guardias de seguridad para hacerlo.
De hecho nisiquiera pensé en llevarme mi control.
Y escalar las rejas no es opción porque no hay forma de hacerlo, nisiquiera por el muro que rodea el resto de la Mansión.
—¡Maldita sea!—Gruño.—¡Necesito entrar!—
—Y me imagino que no tomaste el control ¿cierto?—Asiento sin mirar a Tiff.—Entonces menos mal que tome esto.—
Me giro sobre mis talones para observar el objeto que me muestra la astuta de mi mejor amiga y me dan ganas hasta de besarla cuando veo que tiene en sus manos el control remoto.
—¡Eres la mejor!—
—Siempre cargo con el mio en Italia y al ver estas rejas supuse que eran iguales asique me tomé la libertad de llevarme el remoto que vi en tu mesa de noche cuando vi que te cambiaste y no recojiste nada más.—Explica.—
—Y es la mejor decisión que has tomado en tu jodida vida suka.—Sonrío.—
—No me llames así.—Gruñe aunque se que no está muy segura de saber que significa.—

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Amarte Otra Vez [En Pausa]
RomantikSaga: Vida mafiosa #3 Dicen que al final del túnel oscuro siempre hay una luz que nos conduce. Pero ¿eso es del todo cierto? Laura Smith fue víctima de una vil traición de las personas más cercanas a ella, se vio obligada a abandonar al hombre de...