Capitulo 12

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¡Mierda!

Mil veces mierda.

Me arrepiento al haber pensado en qué otras sorpresas me traerían el haber regresado a Moscú. Porque la verdad, si me trajeron más sorpresas.

Pero no unas muy gratas.

Me paralicé en el momento en que los vi, esa sonrisa altamente cínica e hipócrita hacia mi, su cabeza alzada como si fueran superiores a cualquier persona, cuando en realidad la basura vale mucho más que ellos.

Trago en seco y las lagrimas me pican los ojos cuando al verlos todo se me revuelve e imágenes del pasado se reproducen en mi cabeza.

El dolor regresa con ellos.

Intento hacerme la indiferente, para que ellos no noten que me siguen afectando tanto o más que antes.

—¿Qué hacen aquí?—Alessandro habla, y su sorpresa es más que evidente, incluso podría afirmar que no está nada contento con las visitas.—

—Nos hemos enterado, que mi cuñada...—Se calla por unos segundos, él, sus siniestros, y asquerosos labios se curvan en una sonrisa hipócrita bastante habitual en el.—Quiero decir, mi ex cuñada.—No deja de mirarme con descaro, contengo la respiración e intento mantenerme neutra.—

La resaca del dolor que viví hace años me sobrepasa, a pesar de que creí que ya lo había superado, pero al mismo tiempo, se de sobra que nunca lo superare.

Y ahí estaban ellos, mirándome con superioridad, con claras intenciones de hacer que me sintiera pequeña.

Ellos sobrepasan el mal.

Mikhail Petrov y Shasa Petrova.

Madre y medio hermano de Alessandro.

La repulsiva voz cargada de ironía e hipocresía de Mikail vuelve a ser captada por mis oídos.

—Creía que no tendrás los ovarios para honrarnos con tu presencia cuñada.—Bufo ante sus palabras.—

—Deberías dejar de subestimar me Petrov.—Me cruzo de brazos.—

—En eso quizás tengas razón, más, después de lo que pasó no creí que tendría que ver tu preciosa cara.—

Como es habitual el sarcasmo esta teñido en su voz.

—¿De qué hablan?—Nos interrumpe Alessandro.—¿Qué es lo que pasó?—

Pasó saliva duramente mientras mi mirada se fija en la de mi esposo unos segundos antes de enfrentarme a un desafío de miradas con Mikhail, estoy por responder cuando él vuelve a hablar.

Como siempre queriendo llevar el control.

—Nada hermano.—Dice seguro.—Me refería a que te abandono, y no solo a ti, sino a su trono como reina de la Bratva.—

—Pero claro, las víboras tienden a arrastrarse por donde pueden.—Habla esta vez Shasa, ruedo los ojos.—Esto, por supuesto, que será hasta que toque en la puerta equivocada y termine aplastada como una cucaracha o sin cabeza como una víbora.—

—¡Qué pena que ese día no lo vallas a ver Shasa!—Sonrió con hipocresía.—Resulta que nunca voy a algún lugar sin ser invitada y además, nunca me cuelo por las puertas de los demás.—

Eso la pone un poco tensa, lo que hace que mi sonrisa se amplíe satisfactoriamente.

—¡Creo que es suficiente!—Nos interrumpe Alessandro.—El que Laura esté aquí es mi decisión y no permitiré opiniones acerca de algo que solo nos concierne a mi esposa y a mi.—

Alessandro se acerca a mi quedando a mi lado, y coloca una de sus manos en mi cintura, pegándome más a su cuerpo.

Gesto que obviamente me sorprende y la piel comienza a quemarme como es habitual cada que me toca.

Me sorprende como, cada que me toca  su veneno infeccioso quema mi piel, pero no es algo molesto, aún así, es algo que no puedo permitir que pase nuevamente.

Su madre y hermano gruñen con evidente molestia, ante lo evidente, saben que siempre Alessandro estará de mi lado aunque ya no sea su mujer.

Pero, el saberlo, no disminuye su enojo.

Hasta a mi me sorprende que me haya defendido, ya no soy su mujer, aunque legalmente sigamos casados, más, los acontecimientos de los últimos días, por su enojo hacia el silencio que provocó en mi su pregunta la última vez que hablamos. Lo que menos creí era que realmente se pusiera de mi lado como siempre ha hecho.

Muchísimo más, cuando se trata de ellos dos.

—Te repetiré la pregunta madre, ¿que hacen ustedes dos aquí?—

—Ya te lo dije.—Habla Makhail.—Vinimos a ver si los rumores eran ciertos.—Me mira.—¿A caso la Reina de la Bratva se ha aburrido de la vida mundana?—

—¡Ya basta Mikhail!—Lo riñe Alessandro y este se tensa volviendo su mirada opaca y oscura hacia su hermano.—

Mi mirada baja hacia sus manos y noto sus puños cerrados con fuerza tanto que algunas venas logran sobresalir de sus brazos.

—Tienes razón hijo.—Me contengo para no rodar los ojos, pero muerdo mi mejilla interior derecha.—Dejemos éstas tonterías, mejor hablamos en...—Me señala con los ojos.—Privado.

—Como quieran.—Aless me mira.—Hablamos luego nena.—Me dice casi en susurro, pero lo suficientemente alto para que su madre y hermano escuchen y antes de soltar mi cintura, deja un suave, pero penetrante beso en la mejilla y se va con ellos hacia el despacho no son antes dedicarme una última mirada.—

Me quedo tonta perdida en sus ojos unos segundos, mis mejillas arden a causa de ese beso que le ha dado a mi mejilla ruborizada.

Una de las cosas que más me gustan de Alessandro es que siempre, sin importar las circunstancias, siempre me da mi lugar, frente a quien sea o como sea, aunque nisiquiera estemos juntos.

Aun después de lo que pasó.

No deja de sorprenderme.

Otro tal vez me hubiera derrochado de su vida, todos los desplantes, nuestro pasado y presente...

En fin, todo

Pero Aless no es así, él, es tenaz.

Y como todo en él, también me encanta eso.

Camino hacia el que es mi cuarto para darme una ducha, acabamos de llegar de Alemania cuando ya nos estaba esperando esta inesperada visita tan indeseable tanto para mi, como para Alessandro.

Al llegar a la habitación lanzó el iPhone hacia la cama y me quito los tacones también dejándolos en el suelo, mis pies descalzos tocan el suelo frío que me incomoda por algunos segundos hasta que me acostumbro a su frialdad.

Camino hacia el baño escuchando solamente de ruido las pisadas de mis pies descalzos sobre el piso frío, que me acompaña hasta que llego al baño y la alfombra roja y suave en el mismo, impide que la frialdad del piso siga colándose por mis pies.

Me despejo de mi ropa completamente y abro la ducha, permitiendo que el agua caliente se deslice desde mi cabello rubio, el cual empapa antes de bajar hacia mi rostro y mi cuerpo para empaparjo con su ardiente temperatura.

Mis músculos poco a poco comienzan a relajarse, mi respiración, se normaliza, más, no me había dado cuenta de la exasperación que tenía, mucho menos que la cabeza había comenzado a dolerme, mi garganta se hace un nudo y me vienen las ganas de llorar al no poder alejar esos pensamientos que me abruman desde  hace tanto.

Sin poder evitarlo, algunas lágrimas se mezclan con el agua de la ducha cayendo con más facilidad hacia alguna parte junto con toda el agua hasta llegar al suelo.

No debería volver a pedir que la vida me sorprenda.

No es algo bueno para mi.

Amarte Otra Vez [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora