CAPÍTULO 10

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Camino hacia el salón, voy minutos tarde después de haber tenido que detenerme en control escolar tras un llamado, me veré obligado a pertenecer a algo llamado "clase club" para poder acreditar el bachillerato, cada vez se vuelve todo más absurdo, y me dan unas ganas inmensas de mandarlo todo al carajo, no sé en qué maldito momento acepté llevar las clases de manera presencial.

Observo la hoja impresa que traigo en mi mano, más de la mitad de la posibilidades tienen un línea amarillo neón sobre ellas, son las clases que no puedo tomar para evitar el contacto físico con otros alumnos, sí, mi capaz loquero tiene al tanto al departamento de orientación estudiantil para que no comentan el error de lo que él le llama detonar mis emociones, maldita forma rebuscada de decir que no quiere que termine matando a golpes a uno de mis inmaduros compañeros.

Escucho unos pasos apresurados a mi espalda conjunto a una acelerada respiración.

—¡Corre! —dice tomando mi brazo provocando que mis pasos se aceleraren, pero que los suyos sean más lentos ante el contrapeso que ejerzo.

Claro, como es de esperarse es la infantil Lluvia que compruebo ahora cree somos grandes amigos tras haber cruzado un par de mensajes en esa red social o quizá sólo es su habitual actuar.

—Date prisa —pide soltándome para recobrar su velocidad.

—Madura, Lluvia. Y deja de comportarte como si fuésemos dos grandes amigos —me quejo cuando ya va a varios pasos delante de mí.

Una libreta se le cae y parece restarle importancia, sólo la señala para que me encargue de levantarla en tanto ella sube las escaleras a toda prisa. Vuelco los ojos, deseando no ser grosero aunque su comportamiento me exaspera levanto su libreta.

Anoche sólo pensaba en pedirle que se alejara de mí, que no soy un buen sujeto con el que pueda establecer la amistad que ella espera que tengamos, aún más, su inmadurez me irrita y no creo que eso sea nada bueno para mí, y menos aún para ella, que sin querer me sacará de mis casillas tarde o temprano.

Vuelco los ojos nuevamente cuando al llegar al pasillo del siguiente nivel, veo su peculiar libreta sobre el piso, es como si ahora fuese quien va encargándose de levantar su desastre.

Veo que con dificultad junta sus manos en señal de súplica cuando ya se encuentra frente a nuestro salón, trae un estuche de lápices que le impide dramatizar a placer y su mochila abierta, por ello el reguero de sus útiles.

—Profesor, son sólo diez minutos —la escucho mentir cuando ya estoy casi a su lado.

—Querrá decir veinte —responde el profesor dándole la espalda para continuar con su clase.

—No, son diez, los otros diez son de tolerancia —se queja.

Tomo su muñeca haciéndola entrar sin importar que el profesor haya negado su acceso, ella da tirones para soltarse sin saber que puedo justificar su retardo.

—Me acompañó a control escolar —extiendo la pequeña tarjeta de papel que me dieron para poder justificar mi tardanza.

El profesor la acepta notándose incrédulo.

—Me debe ayudar para elegir una clase club —le enseño enseguida la hoja impresa con líneas neón.

Lluvia parece tener la respiración más acelerada de lo habitual e incluso se escucha un ligero silbido al inhalar el aire, volteo hacia ella al igual que el profesor.

—Vaya a sentarse —le ordena el profesor señalando hacia su asiento— y use su inhalador, deje de hacerse la valiente, no queremos que nos haga pasar otro mal momento como el curso pasado —finaliza caminando hacia su escritorio.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora