CAPÍTULO 24

144 35 67
                                    

Cierro los ojos tratando de controlar mi enojo, ella no tiene la culpa de todo lo que ha ocurrido anoche, no debería de sufrir las consecuencias de mi tormentoso pasado.

Corro detrás suyo, la detengo estando a un par de pasos para bajar por las escaleras, acuno su rostro para besarla sin que se oponga, pero sus labios con dificultad si siguen mi ritmo, siento un par de sus lágrimas colarse por mis labios y maldigo internamente.

—Me importas —le hago saber descansando mi frente en la suya sin dejar de envolver su bello rostro entre mis palmas, mantengo los ojos cerrados temeroso de que me rechace—, me importas tanto que no quiero estar lejos de ti, no quiero perderte, perdóname —suplico.

Ella aparta mis palmas de su rostro para alejarse, mis manos tiemblan y mi corazón se acelera, pero ahora ya no es de ira, si no de miedo, no quiero que mis aligeradas palabras y mi estúpida reacción hayan provocado que no quiera estar conmigo.

Me acerco de nuevo, la abrazo tan fuerte que escucho el chasquido de su espalda, se queja logrando que no la estruje tan fuerte, recargó mis labios sobre su hombro besando el mismo suplicando en silencio que perdone mi arrebato.

Sus manos llegan a las mías para apartarme nuevamente, se seca las lágrimas sin apartar su mirada de mi rostro, un nudo atraviesa mi garganta a la espera de su rechazo, el cual me he ganado.

—Debo ir a clases —es lo único que dice.

Suspiro viendo que se marcha, me siento tan idiota, corro hacia mi habitación por mi mochila y las llaves de mi coche, veo la fotografía de Fabiola al abrir el cajón, la tomo para meterla en el bolsillo de mi blazer.

Salto un par de escalones para bajar más rápido cuando ella ya está atravesando la puerta de la entrada, mamá se encuentra  sosteniendo la perilla, beso su mejilla al pasar de prisa junto a ella.

—Haz una cita con Ánder —le pido  bajo estando apresurado—, volveré a terapia —casi grito para poder alcanzar a Lluvia.

Entrelazo su mano al darle alcance al detenerla, ella me ve con dolor, beso ligeramente sus labios y la llevo hacia la cochera, veo que mamá nos observa preocupada, le sonrío tratando que se tranquilice.

Me quedo frente a ella estando a un lado de la puerta del copiloto, sus mejillas se encuentran húmedas por culpa mía.

—No voy a perderte —le hago saber—, y si quieres terminar conmigo, está bien, pero no voy a descansar hasta que me perdones y aceptes ser mi novia de nuevo, fui un idiota por haberme portado así, perdón —insisto.

Sus ojos se nublan, acuno su rostro para besarla, me corresponde.

—No será fácil —hablo con franqueza—. Me gustas mucho, amo cada segundo que paso contigo, amo cada detalle de ti, amo la forma en que me miras, tu boca —acerco mis labios besándola ligeramente—; pero aún hay dolor en mí y quizá hayan momentos en los cuales sin ser consciente te haga daño y lamento que sea así, lucharé por evitarlo, porque no quiero que te rindas y te vayas —veo sus labios temblar—. Me hiciste una promesa —le recuerdo.

—No voy a menospreciarme al grado de competir por tu corazón —su voz se quiebra.

—Ella no me importa —saco la fotografía de Fabiola rompiéndola frente a ella, ve como los pedazos se quedan sobre el piso—, pensé que me importaba, por mucho tiempo lo creí —le confieso provocando que ella se aparte—, pero... —alcanzo sus labios con mi pulgar—, me equivoqué, ella sólo fue el sueño de una vida distinta —la atraigo envolviendo su cintura—, contigo no tengo que soñar porque todo es real, y quiero permanecer aquí, a tu lado, sabiendo que  cosas buenas pueden sucederme, porque estando junto a ti todo es así, tan perfecto que no quiero que te marches nunca.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora