CAPÍTULO 21

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No dejo de pensar en lo que papá me dijo esta mañana: "Dale una oportunidad a tu corazón de sentir sin miedo", ella se encuentra frente a mí terminando el postre que ha ordenado, me sonríe cuando eleva la cuchara dirigiéndola a mi boca para que coma con ella.

Toma una servilleta desechable para limpiar la comisura de mis labios, llevo mi mano hasta su mejilla para acariciarla, vuelve a sonreírme.

Nos hemos pasado conversado sobre lo que ocurrió la noche anterior con su madre y sus hermanas, lo que me alegra es que haya podido aclarar todo con las tres, aunado a eso, que ahora la tendré más cerca.

Lluvia es una agradable compañía, puedo conversar por horas con ella sin aburrirme, me gusta estar a su lado, escuchar el timbre de su voz, ver sus gestos y como sonríe a cada instante.

—Ahora es tu turno —me dice—, dime qué soñaste —me ve atenta.

Acaricio nuevamente su mejilla, y como es de esperarse, me sonríe.

—Tengo miedo, ¿sabes? —confieso. Ella no responde, sólo espera a que continúe.

Su dulce rostro refleja preocupación, toma mi mano entrelazándola con la suya, sé que busca transmitirme seguridad, su paz. Fijo mi mirada en la suya por un instante.

—Sabes parte de mi pasado —continuo—, quiero superarlo, pero esos demonios me siguen a todas partes, me atormentan y ahora saben cuánto me importas —ella ladea el rostro sonriendo con pesar.

—Yo estaré aquí, junto a ti mientras así lo quieras —expresa lanzándose a mis brazos, me estruja y yo a ella, beso su hombro al esconder mi rostro en su cuello, la estrujo más fuerte, tanto así, que la escucho quejarse.

La libero tomando mínima distancia permaneciendo sentado frente a ella, no suelta mi mano y tampoco aparta su mirada de la mía, esa dulce mirada que le hace honor a su nombre, la que acaba con mi sed encontrándome encerrado en mi propio desierto, ella es sin duda, la Lluvia que promete apagar las llamas de mi infierno.

No existe la confusión en mi interior ahora, ella ha sabido ganarse mi alma, mis deseos de enterrar mi pasado para conocer la felicidad a su lado, esa que por años la vida se empeñó en negarme. Lluvia es mi dulce salvación, mi sanación.

—Marcél te tenía en mis sueños y no podía hacer nada para liberarte, veía como intentaba tocarte y yo estaba congelado únicamente observando como... —mis labios tiemblan al igual que mis manos al externar lo horrendo que fue verla, aunque fuese en mis sueños, ser violentada por ese maldito enfermo.

—No es real —dice acariciando mi rostro al notar que estoy perdiendo el control.

Cierro los ojos ante su tacto, beso la palma de su mano antes de volverla a envolver entre mis brazos, no quiero que nada malo le ocurra.

—No quiero que mi paso te alcance —susurro.

—Lo enfrentaremos juntos —responde—. Si un día —acuna mi rostro dejando el suyo muy cercano—, no puedes con ello, estaré aquí, y te sacaré de él, ¿me entiendes? —una lágrima recorre su mejilla—. Lamento todo lo que viviste —me abraza—. Lo lamento tanto —me estruja.

—Nunca me sueltes —le pido.

—Nunca —vuelve a estrujarme—. Nunca —repite volviendo a acunar mi rostro—. No te desharás tan fácil de mí —sonríe.

—No llores —le pido secando el par de lágrimas que acarician sus mejillas.

—Okay, no más llanto —sonríe y arqueo mis labios.

Toma nuevamente la cuchara para probar de su postre, es como si buscara que olvidemos el breve momento doloroso que hemos compartido y me alegra que sea así, que sepa sacarme de mi tormento en un instante.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora