CAPÍTULO 20

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Me despierto con el corazón acelerado y sumamente alterado mientras mi cuerpo se encuentra empapado en sudor, he tenido una terrible pesadilla, observo a mi alrededor cerciorándome que sólo sea eso, un mal sueño.

Tomo de inmediato mi celular buscando entre mis contactos el número de Lluvia, sin importarme la hora, le marco desesperado, no responde, lo cual me altera aún más.

Sujeto el suéter ligero que se encuentra sobre el sofá junto a mi cama, busco las llaves de mi coche en los bolsillos del blazer del colegio que cuelga del perchero de la entrada de mi habitación, iré en su búsqueda, no tendré paz hasta saber que ella se encuentra bien por más absurdo que parezca.

Veo la pantalla de mi celular iluminarse cuando ya me encuentro en el garaje abriendo la puerta del piloto de mi auto, el nombre con que la tengo registrada aparece regresando a mi alma un poco de alivio, le respondo de inmediato.

Gotita:
¿Qué ocurre?

Habla adormilada.

:
¿Estás bien?

Indago sabiendo que todo ha sido un terrible sueño, lo cual agradezco enormemente al Hacedor, si es que Él existe. Era obvio que no me respondiera siendo la hora que es, pero eso, la razón, segundos atrás no lo comprendía, sólo el desespero invadía mi juicio.

Gotita:
Esa debería ser
mi pregunta. No
es que sea normal
que llames a las
cuatro de la madrugada.

Responde.

:
Lo lamento, no quería
molestarte.

Gotita:
No seas gruñón, amigo.

Curvo ligeramente mis labios al escucharla decir lo último, creo que no sólo está bien, si no que, está más que despierta, puesto que ya tiene energía para recordarme que sólo somos amigos.

Gotita:
¿Por qué llamaste?
"¿Tanto me extrañas?"

Su voz suena juguetona, sonrío ligeramente, me recargo en mi coche.

Gotita:
¿Dónde estás?
¡¿Estás ebrio?!

Su tono cambia a uno preocupado, lo que provoca vuelva a sonreír, me gusta que se preocupe por mí, es una sensación muy extraña el saber que ahora hay personas que se angustian por mí, pero a la vez que extraño, es gratificante.

Gotita:
¡Madsen, ¿dónde estás?!

Indaga nuevamente, su voz suena aún más alterada, haciendo mayormente obvio que le agobian saber que estoy bien.

:
No, hermosa.
No estoy ebrio. Me encuentro
recargado a mi coche en el
estacionamiento de mi casa...

Gotita:
No te creo.

Dice interrumpiéndome. Escucho el sonido que provocan al abrirse las puertas corredizas que dan al garaje y volteo encontrándome a mamá con el rostro desencajado mientras se ata las cintas de su bata de dormir, sin desearlo, la he despertado.

Camino hasta ella sin desatender la llamada que sostengo con Lluvia.

:
No soy un mentiroso
y lo sabes.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora