CAPÍTULO 18

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Madsen me abraza cuando abre la puerta de copiloto de su coche estando frente a mi casa, me estruja con fuerza besando coronilla de forma prolongada. Su actitud dulce me hace sentir muy bien.

Saca mi mochila del maletero colocándola en su hombro izquierdo, entrelaza nuestros meñiques para que caminemos hasta el pórtico de mi casa.

Hemos pasado la tarde entera juntos, conversado acerca de lo ocurrido en el colegio, no quisiera darle la razón cuando me ha dicho que debo escuchar a mi hermana y a Aván, que es necesario que ellos me expliquen lo sucedido, es fácil hacer esa petición cuando se está del otro lado del conflicto,  estoy segura que de estar en mi lugar, no tendría la más mínima intención de escuchar a nadie, pero prefiero no decirlo sabiendo que se sentirá ofendido.

No es que prefiera callarme lo que pienso con respecto a él o a sus consejos que se contraponen a sus acciones, porque Madsen no es un chico que sepa escuchar, pero sé muy bien la razón por la cual suele juzgar siempre sin importar explicaciones, no espera que los demás sean como él, o quizá, no es siquiera consciente de su actuar.

—¿Estarás bien? —cuestiona al dejarme de envolver entre sus reconfortantes brazos.

Muevo la cabeza en un «sí» mientras sonrío desganada, no es que con un chasquido de dedos vaya a olvidar lo que mi hermana y Aván le hicieron a mi amiga, y por ende, el que todos hayan decidido ocultarme lo que ocurría.

—¿Puedo venir por ti mañana para ir al colegio? —pregunta haciéndome sonreír.

Sus manos se entrelazan con las mías en tanto su hermosa bicolor mirada se posa sobre la mía, mi gusta su forma de verme, provoca que mi piel se erice y esa sensación de calosfríos me encanta, no puedo imaginarme todo lo que provocará en mi sistema cuando nos besemos por primera vez si sólo su tacto me pone tan ansiosa.

—Despistado —expreso sonriendo, él arruga el ceño—. Mañana es sábado —le recuerdo.

Suelta una de mis manos para tomar mi mentón con delicadeza, se acerca más a mí, tanto así que su cuerpo y el mío rozan poniéndome nerviosa.

Estar envuelta entre sus brazos es una cosa, pero cuando se acerca de esta forma a mí, logra que mi mente sólo piense en lo deseosa que me encuentro por probar de su boca.

—¿Entonces no te veré el fin de semana? —su dedo pulgar acaricia mi mejilla sin soltar mi rostro.

Muerdo mis labios cuando mis nervios llegan a tope y mis traicioneros ojos se desvían a su boca por un instante.

—No hagas eso —susurra dejando que su pulgar abandone mi mejilla para acariciar mis labios—. Sabes que lo tienes prohibido —musita.

Su peculiar timbre de voz, ocasiona que mi piel vuelva a erizarse. Cierro los ojos buscando que mi cordura se mantenga y no ser quien asalte sus labios.

Su aliento choca con el mío ocasionando que el piso bajo mis pies se mueva como una gelatina.

—¡Cariño! —escucho el grito de mi salvadora al abrir la puerta, mi madre. Quien provoca que de un ligero respingo al asustarme.

Madsen se aleja de mí con suma tranquilidad, como si entre nosotros no hubiesen miles de explosiones internas.

—Buenas tardes, señora —extiende su mano hacia mamá para saludarla cuando ya ha dado un par de pasos para acercarse a ella.

—Hola, Madsen —responde sonriente.

Enseguida arruga el ceño observando a Madsen, lo cual me pone nerviosa, mamá suele ser muy directa cuando no está de acuerdo con algo y quizá no le haya gustado nuestra cercanía, ella sabe que no somos novios.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora