CAPÍTULO 13

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Veo hacia Lluvia durante las últimas clases, he descubierto que su compañía es agradable, que no es una niña fastidiosa como pensaba o quizá me obligaba a pensar.

Observo la envoltura del chocolate que me ha regalado, sonrío ligeramente recordando que para ser un regalo, ella se ha comido la mayor parte, es una niñita.

Escucho a Fabién carraspear y volteo para verle, sé que ha notado mi mirada. Me sonríe sin decir nada, yo sólo lo veo con seriedad a la espera que diga algo, no lo hace.

—Es la peor en cálculo —habla Fabién cuando vuelvo a observarla.

Tiene la cabeza metida en la libreta, otra de sus manías, siempre lo hace cuando está frustrada. Me doy cuenta que Lluvia es tan fácil de leer, es como si su alma estuviese abierta, sin el mínimo deseo de esconder nada.

Volteo una vez más hacia Fabién al escucharlo. Este no me ve, se mantiene anotando lo que el profesor ha escrito en la pizarra, pero aún escribiendo, no deja de sonreír.

—¿Y? —indago.

—Tú eres una eminencia, deberías de proponerle estudiar con ella.

—¿Para? —cuestiono.

—Porque no haces más que verla —dice viéndome como si fuese obvio.

—No la veo porque me interese, si es lo que sugieres —le hago saber.

—Okay, okay, pero créeme, te convertirás en su héroe si gracias a tu apoyo no termina en extraordinario este semestre.

—Jóvenes: Iadis y Cortázar, ¿quieren compartir algo con la clase? —nos reprende el profesor logrando que guardemos silencio.

Lluvia voltea hacia nosotros, me sonríe y le correspondo, me sonríe con mayor amplitud al ver que no me he mantenido serio, creo que no es necesario mantenerme hostil con ella cuando me ha demostrado que es genuinamente dulce.

El timbre suena anunciando el final de la última clase, ella sin premura guarda sus libretas al igual que los miles de bolígrafos que hay sobre su pupitre. Nova se queda a la espera que termine de poner sus cosas en su mochila y es cuando Fabién y yo nos levantamos de nuestras sillas.

Me encuentro indeciso, a proponerle o no, lo que Fabién a sugerido. Ella y Nova caminan a un par de metros delante de nosotros por el pasillo, parece que conversan algo divertido puesto que de vez en vez, ríen.

—¿A qué hora paso por ti? —escucho la voz de Aván cuando cuelga su brazo por mi hombro al llegar desde mi espalda.

—No creo que pueda —interviene Fabién provocando que voltee hacia él—. Estudiará con Lluvia esta tarde, dejaremos el juego para otro día —habla sonriente.

—Yo no...

—Anda, idiota —Aván empuja mi hombro induciendo a que vaya hacia ella.

Veo a Nova alejarse de Lluvia para colgarse del cuello de su novio mientras le come la boca con desesperación. Volteo nuevamente hacia Fabién y su semblante ya no es el del chico sonriente, parece molesto, para él es imposible ocultar su enojo, cuando lo está, sus pupilas se dilatan y el azul de sus ojos pareciera intensificarse, unido a su enorme línea en la frente y cuello que resaltan aún más al inflamarse sus arterias.

—No deberías siquiera permitirle que te coquetee —llamo su atención—. No es para ti.

—¿Porque tú lo dices? —me cuestiona molesto.

No doy respuesta, no es temor lo que provoca mi silencio y mi desánimo de debatir con él, si no, en estos pocos días que llevo de conocerle, lo que he aprendido es a no enfrentarlo cuando está molesto, lo razonable que suele ser se esfuma por completo y es como hablar con una roca.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora