CAPÍTULO 28

91 25 11
                                    

CAPÍTULO 28

Siento los dedos de Lluvia pasar una y otra vez sobre mi cabello, estando recostada a mi lado sobre la camilla, ha estado conmigo el todo momento, sólo se ha separado de mi lado para comer e ir a ducharse.

Las indicaciones del médico han sido precisas, no puedo hablar mucho y tampoco debo mover tanto los labios, eso último fue la forma sutil de decirme que no debo besar a Lluvia porque me han dejado tapones nasales, es una tortura tenerla a mi lado sin poder probar su boca.

Sus labios llegan a mis sienes cuando nota que mis ojos se cierran involuntariamente, he descubierto que el vaivén de sus manos sobre mi cabello es relajante.

Le he pedido que se vaya a descansar, que no es necesario que se quede la noche entera porque estoy bien, pero se ha negado por completo.

—Deja de hacer eso, quiero abrazarte —le pido moviéndome un poco para hacerle más espacio en la camilla.

Nos encontramos solos, mis padres se han despedido hace algunos minutos, querían quedarse en la sala de espera toda la noche, pero yo me hubiese sentido fatal si hubiese sido así, les insistí que se fuesen a descansar a casa y por fortuna accedieron.

Creo que exageran, ha sido una intervención sencilla, aún así, me tratan como si me hubiesen operado del corazón o algún órgano, sigue siendo extraño tener la atención de tantas personas preocupadas por mí.

Mis hermanos también estuvieron gran parte del día aquí, mamá les hizo saber que me intervendrían y viajaron de la isla junto a mi abuelo, de pronto me he sentido tan amado, como nunca me imaginé que sería. Thiago incluso apenas entró a la habitación me preguntó «a quién debían golpear», los conozco poco, pero me han demostrado que su cariño por mí es genuino.

Pienso que bien podía irme a casa, no hay necesidad de que una enfermera se encuentre monitoreando mi bienestar, me hacen sentir como un ser débil y no lo soy.

Siento los labios de Lluvia posar un breve instante sobre mi cabello antes que se levante la camilla para ir por una cobija a los armarios.

La observo estando de espaldas tratando de alcanzar la última línea justo donde se encuentra los edredones.

—O sea, ¿piensan que en la ciudad sólo habitan gigantes? —habla estirándose, sonrío.

Estoy por levantarme de la camilla cuando veo que usa las divisiones del armario para escalar hasta alcanzar las cobijas, la extiende colocándosela en la espalda cuando ya camina hacia mí, elevo un poco la camilla para quedarme sentado al tomar el mando de la pantalla.

—Un armario no me derrotará —bromea sonriente.

Se detiene a pocos pasos de distancia para hacer un gracioso baile "seductor" fingiendo que la cobija es un velo islámico. Me hace reír brevemente y corre hacia mí quedándose a horcajadas sobre mis piernas, cubre mis labios con su mano.

—¡Lo siento...! —dice repetidas veces tratando de evitar que continue riéndome—. No debes reírte —súplica.

Quito su mano de mis labios con suavidad y enrollo las mías alrededor de su cintura.

—Te quiero —expreso acercándola más a mí.

Sus ojos se encuentran fijos en los míos, me sonríe antes de depositar un ligero beso en mis labios, tengo que conformarme con eso y pienso que es un martirio sabiendo que las indicaciones del médico fueron que debemos acatar sus recomendaciones por siete días.

—Madsen —hace una pausa—, no quiero que vuelvas a desconfiar de mí —habla con pesar.

—Hermosa...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora