CAPÍTULO 27

106 23 10
                                    

Enrolla sus manos en mi cintura mientras esperamos en los sofás de la sala de espera del hospital, beso sus sienes en tanto mi mano sube y baja por su espalda, amo su cálida cercanía, me hace sentir tan bien, jamás me había sentido de esta manera.

Levanto su mentón con la punta de mis dedos para depositar un ligero beso sobre sus labios, me sonríe siendo ella ahora quien me besa.

Ella se levanta de prisa cuando Noah llega hasta nosotros, no hemos conseguido que un otorrino nos atienda de inmediato y Lluvia le ha marcado para que sea él quien nos pueda conseguir una consulta.

—¿Puedes hacer algo? —pregunta cuando ya también me encuentro frente a él.

—¿Qué te ocurrió? —cuestiona acercándose, levanta mi barbilla para analizar brevemente mi nariz.

Estoy por responder cuando Lluvia lo aparta de mí para ser ella quien responda. Se nota nerviosa.

—Chocó contra el piso mientras practicábamos acro —miente, arrugo el ceño al escucharla.

—Es un acto reflejo meter las manos, esto no fue un golpe contra el piso —palpa a los costados de mi nariz de forma suave.

Lluvia vuelca los ojos apartándome de nuevo, no veo la necesidad de mentir, las mentiras te llevan a otras hasta convertirse en imparables para que al final siempre te descubran, al menos aprendí algo bueno de Marcél, aunque me haya enseñado de forma tan inhumana.

—Noah, te dedicas a ver vaginas, ¿cómo puedes sugerir que miento? —habla irritada—. ¡Lo siento! —expresa enseguida—. Prometí no fastidiarte más con eso de las vaginas —se disculpa.

Noah sólo sonríe.

—No le digas a mamá que Madsen no se rompió la nariz bailando —suplica.

—Descuida, Lluvia, no soy un soplón y las cosas entre Julieta y ustedes, son cosa suya, no intervendré a menos que ustedes me lo permitan.

—Gracias, Noah.

Él vuelve a sonreírle.

—Veré que te atienda un especialista —me hace saber sacando el móvil de su bolsillo para enseguida alejarse unos metros de nosotros.

Lluvia entrelaza nuestras manos dirigiéndome hacia los sofás nuevamente, me sonríe mientras mantengo el ceño fruncido.

—No podía decirle a mamá la verdad —me hace saber sin necesidad que la cuestione—. Si le digo que te agarraste a golpes con un profesor me prohibirá que salga contigo y yo no quiero alejarme de ti —habla con pesar—. Las mamás son así, son sobreprotectoras...

—Está bien —respondo interrumpiéndola al notar que su voz se corta—. No voy a discutir sobre la mentira que le dijiste a tu mamá, tampoco quiero que nos aleje —le hago saber atrayéndola a mí para besarla, descanso mi frente en la suya—, te quiero, Lluvia —hablo con los ojos cerrados, siento sus labios volver a los míos.

—También te quiero, Madsen, te quiero demasiado —expresa alejándose un par de centímetros para verme a los ojos.

—Mi hermosa Lluvia —digo acariciando su mejilla sin alejarme—, mi paz —atraigo su cuerpo hacia el mío para estrujarla.

—Acompáñeme —nos pide Noah al volver interrumpiendo nuestras muestras de cariño.

Caminamos por un pasillo y subimos un par de pisos a través del ascensor, las puertas metálicas se abren frente a otra recepción. Nos acercamos a las enfermeras quienes saludan a Noah con suma amabilidad y respecto.

Caminamos un par de metros más hasta llegar a un consultorio que en la placa dice: "Dr. Emilio Saldívar — Otorrinolaringólogo".

Noah llama a la puerta con un par de golpes sobre la madera antes de abrir. Él sonríe con amabilidad extendiendo su mano para saludarlo en cuanto entramos.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora