CAPÍTULO 9

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Dejo caer mi mochila sobre el piso antes de tirarme sobre la cama, cierro los ojos tratando de calmar el punzante dolor de cabeza que me ha acompañado durante la últimas clases, arrojo la maldita corbata que parece querer asfixiarme tras quitarme el blazer.

Me reincorporo para buscar un par de analgésicos que Makela me ha dado para mitigar mis recurrentes dolores de cabeza. Estoy por llevarlas a la boca y sonrío ironizando, ahora dependo de un par de pastillas para calmar un ligero dolor de cabeza cuando durante años soporté más que esto, sin duda, me estoy volviendo un ser débil.

Las arrojó haciéndolas chocar contra la pared sintiéndome tan estúpido, me quito la camisa del colegio y tomo mi guitarra, quizá tan sólo  necesito quitarme toda esta presión de la escuela, y el único sitio donde encuentro un poco de paz, es en las cuerdas de mi guitarra.

Mi puerta se abre súbitamente cuando busco los acordes de mi canción favorita, como es obvio, Paloma aparece sonriéndome.

—Es perfecto —expresa sacándome una foto como es su costumbre.

Paloma parece que todo el tiempo buscara fastidiarme, pero sé que no es así, simplemente ella es como un pequeño torbellino que jamás tiene paz, es como si tuviese la energía de cien niños en su interior.

—Te vez lindo, ¿no crees? —cuestiona sentándose a mi lado al enseñarme la pantalla de su celular.

No bajo la mirada para ver la fotografía que me ha tomado, no sé qué obsesión tienen en estar sacando fotos a todo lo que tienen frente a ellos, es tan absurdo.

Afino mi guitarra mientras ella se encuentra tirada sobre mi cama invadiendo mi espacio, pareciera que no tiene su propia habitación.

—Te creé una cuenta en una red social —me hace saber, volteo hacia ella reprobando su idea.

—No necesito redes sociales, Paloma —hablo molesto.

—Claro que las necesitas —me sonríe reincorporándose a mi lado—. Mira —me arrebata el móvil colocándolo frente a mi rostro para tener acceso.

No digo nada, aunque ella es bastante invasora, no tengo nada que ocultar en mi celular y tampoco es que tenga más opción, Paloma es sumamente testaruda.

Le muestro indiferencia continuando con mi guitarra tocando las primeras notas de "The Man Who Sold The World".

—¡Ay, sí! —expresa feliz sin lograr atraer mi atención.

La veo por el rabillo del ojo al notar que textea algo. Su sonrisa no se borra de su rostro y me nace la curiosidad por saber lo que hace.

Le arrebato mi celular para indagar sobre su feliz actuar, aunque esa actitud no es nada extraña en ella, Paloma parece estar feliz todo el tiempo, no hace mas que hablar y reír en todo momento, es como Lluvia,... ¿qué hago pensando en ella? En la infantil Lluvia.

—¡Salvaje! —me grita Paloma mientras golpea ligeramente mi hombro con su palma.

Arrugo el ceño al ver mi pantalla, volteo hacia ella provocando que note que no considero buena idea el que me haya creado una cuenta, no me interesa pasar el día entero adherido a mi móvil como lo hace ella.

—Elimínala —le ordeno dejando mi celular en sus manos para seguir con las notas de la canción.

—Obvio, no —dice sonriente—. También envié algunas solicitudes, no puedes tener una cuenta sin amigos.

—Elimínala —repito sin verla.

—Envié soli a la hermana de Luna, es una compañera del salón, bueno, creo que nos estamos volviendo amigas —volteo al recordar el nombre de la chica que se preocupó por Lluvia esta mañana—, te vi con ella...

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora