CAPÍTULO 14

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Hace dos días que Lluvia no asiste a clases, me siento fatal por ello sabiendo que es culpa mía el que no esté aquí, sé que se encuentra bien porque Aván me lo ha hecho saber, pero también sé que prefiere no verme, y le ha dicho que no quiere volver a cruzar palabra conmigo.

Es extraño sentir esta sensación de culpa, he querido buscarla para pedirle perdón, pero no sería la primera vez que lo hago y ella fue muy clara al pedirme que no me le volviera acercar.

Por otro lado, la profesora de psicología a terminado accediendo que ella y yo ya no seamos mancuerna, aunque no me ha tomado por sorpresa, me ha hecho sentir aún peor el confirmar que no me quiere cerca suyo bajo ninguna circunstancia.

Camino por el pasillo rumbo al salón de clases,  cuando a penas unos cuantos alumnos se ven transitando con tranquilidad, Paloma suele hacerme salir temprano de casa para ser de las primeras en llegar, ella tiene una idea muy tajante sobre la puntualidad así como Makela y César. Paloma dice que es parte de una esencia que se adquiere en la isla, donde todos respetan el tiempo. En ocasiones pienso que ella ama tanto la isla que debería de volver en lugar de estar aquí por mí.

En casa todos nos despertamos sin necesidad de despertadores cuando la luz del sol aún no ilumina, ellos porque aprendieron bajo disciplina en la isla, mientras yo era obligado a dormir lo menos posible siendo despertando de la peor forma.

—¡Piensa rápido! —grita Fabién al lanzarme un balón de americano provocando que mis pensamientos se esfumen.

—Idiota —expreso al atraparlo para lanzárselo de vuelta.

—Atletismo, no y ya me ha dicho Fabién que ajedrez tampoco... ¡no me jodas! Sólo tienes tres oportunidades más —se burla de mí.

—Creo que desistiré de continuar con las clases presenciales.

—Ni se te ocurra —me amenaza— ¿No te das cuenta que somos los tres mosqueteros? —bromea—. Prueba hoy con acro. Tienes los músculos para ser un buen bailarín —sugiere—. Créeme, el baile es sumamente terapéutico—. Estoy seguro que pasarás la prueba de resistencia y coordinación.

—¿Qué es acro?

Saco la hoja de clases club para ver si esa clase se encuentra descartada. Aván se acerca para buscar conmigo.

—Lo ves, no es de las prohibidas —ríe—. Es acro dance o danza acrobática en parejas —responde a mi pregunta.

—Me suena a malabares circenses —hablo serio y él ríe.

—Es una mezcla de acrobacias, danza y gimnasia —me explica—. Lluvia está en esa clase —habla sonriente.

—Ella no me soporta.

Fabién y Aván no vieron lo ocurrido hace unos días, después que me decidiera a hablarle a Lluvia, ellos pasaron a nuestro lado dejándonos atrás, fue hasta que escucharon a los otros alumnos alarmarse que voltearon encontrándose con la crisis que ella ya enfrentaba por culpa mía.

—¿Qué ocurrió? —cuestiona con tranquilidad pese al cariño que siente por Lluvia—. Ella no me ha querido decir nada —me hace saber.

Sé que Aván ha aprendido a apreciarme también, quizá no tanto como a ella, pero de no considerarme su amigo, ya estaría con su puño estrellado contra mi rostro, Aván es tan impulsivo como yo, quizá sea una de las razones por las cuales nos hemos logrado llevar tan bien.

Aunado a ello, les he dicho todo lo que Marcél me hizo vivir, era momento que supieran sobre mi pasado y no sólo ello, Aván también me ha compartido su dolorosa niñez, y el porqué se siente culpable de la muerte de sus padres aunque en realidad no sea así.

MADSEN -Tres veces te amo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora