27: He's in a friend's house (and everything is fine)

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Tomo dos autobuses y continúo caminando hasta llegar al edificio de Jake. Es más pequeño que el nuestro, pero también es más hogareño. Nuestro apartamento luce de lejos como un hotel, el de Jake y Jungwon realmente parece el hogar de un par de estudiantes universitarios. Además, este edificio tiene un pequeño parque a la entrada, separado del estacionamiento por enormes puestas corredizas de cristal. Está destinado a ser un lugar para los perros y los hijos de los inquilinos, por lo que no me sorprende que un enorme pastor alemán me da la bienvenida apenas pongo un pie dentro del parque. Cuando logra tirarme al piso, un shih tzu ataca también y comienza a lamerme la cara.

Su dueña (estoy seguro de que es vecina de Jake, me parece que su nombre es Wonyoung) se disculpa unas treinta veces antes de que finalmente entro al vestíbulo. No hay nadie, solamente una mesa y una silla para el guardia que casi nunca está presente.

Subo en el elevador hasta el cuarto piso. El apartamento de Jake es el primero que veo cuando se abren las puertas de metal. Tiene dos plantas que se levantan a ambos lados de la puerta principal, como un par de guardias que custodian el lugar (seguramente puestas por Jungwon), y un colgador que tiene escrito No molestar que pende del pomo de metal (seguramente puesto por Jake).

Golpeo con los nudillos unas dos veces antes de que Jungwon aparezca.

—Ah, Sunoo. Qué bueno que estás aquí —se hace a un lado y me deja pasar. Aún lleva pijamas puestos: Unos pantalones a cuadros tan holgados que se arrastran en el piso y una camiseta gris que tiene estampado Siempre tengo razón, soy un arquitecto junto al dibujo de un compás. Ni siquiera estoy de ánimos como para burlarme de eso—. No ha querido salir de su habitación desde el lunes. El doctor dice que es un resfriado un poco más grave de lo normal, pero Jake está convencido de que tiene una enfermedad terminal súper contagiosa.

—Es un dramático —respondo mientras caminamos hacia su habitación. Nunca me acostumbraré a este lugar: Hay plantas por todos lados—. Debería estudiar teatro.

—Supongo que es buen actor —ríe un poco—. No te sorprendas si te golpea con una almohada al verte —advierte mientras abre con cautela la puerta de Jake—, está algo sensible últimamente.

Jungwon me empuja adentro y prácticamente azota la puerta detrás de mí, como si Jake fuera una especie de animal salvaje. Esquivo un rastro de ropa sucia y me siento sobre la cama, que está repleta de pedazos de papel higiénico usado. Le doy unos golpecitos al bulto debajo de las cobijas, pero no responde.

—¿Estás despierto? —se remueve debajo del cubrecama azul, causando que algunos de los papeles caigan al suelo— ¿Al menos sigues con vida?

Me da una patada aún sin salir de la cama y suelta y quejido ronco.

—Te traje los apuntes de algunas clases —continúo hablando como si nada, recibiendo más golpes imprecisos—. ¿Quieres que los deje sobre el escritorio? Puedo irme después de eso si quieres.

Por fin asoma la cabeza. Tiene la nariz irritada y los ojos hinchados. Río nasalmente al verlo: No imaginé que estaba tan mal. Lleva un suéter rojo con las mangas llenas de rastros mucosos que parecen haberse secado. Se sorbe la nariz de sobremanera, como gritándome lo enfermo que está, y me lanza una mirada asesina antes de que me siente sobre la cama.

—Por favor, dime que a Han le gustó mi trabajo —suena como si su voz tuviera un filtro de mocos encima. Como si se estuviera tapando la nariz con los dedos mientras habla.

—Le encantó —le intento sonreír, escondiendo el hecho de que envidio lo mucho que elogiaron la historia de Jake—. Literalmente nos leyó un pedazo de Lágrimas de sangre en medio de la clase, y dijo que era el ejemplo perfecto de cómo deberíamos escribir ficción romántica.

—¿Eso es todo? —resopla, cruzándose de brazos y recargándose sobre el marco de la cama— Entonces no le gustó.

—¿No crees que es suficiente, teniendo en cuenta que era un romance homosexual del siglo XVIII y que Han es católico?

—Supongo —se limita a decir, en un susurro insatisfecho—. ¿Y tú? ¿Le entregaste Amargo y húmedo? ¿Le gustó?

—No, no he terminado Amargo y húmedo, y me descuidé un poco con la fecha de entrega —aparto algunos papeles y me hago un espacio junto a Jake. Echo la cabeza hacia atrás, viendo el techo agrietado—. Encontré una vieja historia que estaba terminada. Le di una revisión rápida y le envié esa. Cumplía con el límite de palabras, así que está bien. De todas maneras, nunca esperé que Han me felicite.

—¿Qué historia?

Le sonrío con malicia. Él me frunce el ceño.

Luciel.

Sus ojos se abren de sobremanera a pesar de la hinchazón que los envuelve. Lo recuerda a la perfección. Es una historia que ideamos juntos una de las tantas tardes que pasamos juntos aquí, en esta misma habitación, comiendo hamburguesas baratas y hablando de tonterías. Estábamos tan aburridos que empezamos a jugar a quién se le ocurría la historia más ridícula, y yo gané al sugerir contar la historia del ángel Luciel, pero en la era actual y retratando a Luciel como un abogado desesperado que no tenía más opción que convertirse en un demonio (en Lucifer) para ganar un caso.

—Oh, no. No, no. No lo hiciste —exclama, tomándome por los hombros y empezando a reírse como maniático—. ¿Realmente le enviaste eso? ¿Y se supone que mis aristócratas gays son peores?

—Un vampiro aristócrata homosexual o un demonio que se sabe de memoria la Ley penal —le vuelvo a sonreír, contagiándome la risa de Jake—. No sé cual es más peligroso.

He's clearly a vampire || SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora