12:He's making me flustered

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Esperamos. La lluvia se ha convertido en una fuerte tormenta que arrasa con los cielos. Sunghoon permanece sentado junto a mí, y no me molesta. Está cerca, quizás demasiado teniendo en cuenta el tamaño del asiento, pero me reconforta el calor de su cuerpo. Noto que ha pasado los últimos minutos revisando una y otra vez su celular, mirando a ambos lados y moviendo los pies con algo de impaciencia bajo la mesa. Nos hemos quedado en silencio desde que la chica nos dejó, Sunghoon está demasiado concentrado en lo que sea que está esperando como para hablar, y yo ni siquiera sé qué decir.

Mantengo la vista en la ventana, dándole rápidas ojeadas a él de vez en cuando. Cuando aprieta sus labios y comienza a tamborilear la mesa, decido que es suficiente.

—¿Estás bien, Sunghoon?

Me mira e intenta sonreír, pero la sonrisa tiembla y no tarda en dejar de hacerlo. Carraspea, con la vista una vez más en su celular.

—No es nada, no tienes que preocuparte por mi.

—No parece nada —Respondo, dudoso— ¿Puedes decirme qué sucede? Quizás puedo ayudar.

Se rinde. Aprieta los labios y deja salir un poco del aire que ha estado conteniendo. Sus cejas se juntan y aparta la mirada, dejando el celular sobre la mesa.

—Tengo clases. A las seis.

Lo dice tranquilamente, como si no tuviera relevancia alguna. Mis ojos se abren y estiro el brazo para tomar su celular, mi codo termina golpeando su pecho en el camino y todo mi cuerpo termina sobre sus piernas, pero ni siquiera puedo avergonzarme sobre eso al ver la hora. 5:38 PM. Levanto la cabeza hacia Sunghoon, y él me ofrece una sonrisilla nerviosa, como un niño que acaba de ser descubierto por su madre. Susurro un pequeño mierda que solo Sunghoon podría escuchar, y paso por encima de él sin cuidado para empezar a alejarme de la mesa, clavando mi rodilla en su pierna. Me detengo un momento y me giro hacia él. Tiene una expresión adolorida y está gimoteando mientras pasa su mano sobre su muslo.

—Lo siento, lo siento. Ve al auto, ¿sí? Y espérame ahí, voy enseguida.

Frunce su nariz, confundido, pero no tarda en obedecer. Se levanta, lanzándome miradas mientras se encamina hasta la puerta. Continuo mi camino y me apresuro en llegar hasta el mostrador. Hay una mujer sentada frente a una computadora, con unos lentes. tan gruesos que apenas veo sus ojos. Parece cansada, pero su rostro se desvanece en una sonrisa amable cuando me nota.

—¿Puedo ayudarle en algo, señor?

¿Señor?

—Si. Yo, eh... ¿Quisiera cambiar mi orden? Surgió una emergencia, y quiero la comida para llevar, si no es mucha molestia—Intento sonreírle también, y le echo una mirada disimulada al reloj sobre la cabeza de la mujer. 5:42.

—Oh, no es problema alguno, señor —Se acomoda los lentes, y empieza a teclear algo. Me mira de nuevo.—¿Podría decirme cuál era su orden?

—Ah, si...—Me esfuerzo por recapitular mentalmente: Limonada... Los brazos de Sunghoon, la sonrisa de Sunghoon... Risotto con... Risotto con algo, los labios resecos de Sunghoon, los ojos de Sunghoon... Lampre.... ¿Lampre-qué?—Limonada, Risotto con ¿champiñones? Y Lampre...—Aprieto los labios, y ruego que la mujer no note que me he enrojecido hasta las orejas—Estómago de vaca.

Me lanza una mirada. Sigue sonriendo, pero percibo que se está cansando de sonreír. Vuelve a teclear algo.

—Es la orden de la mesa cuatro. Está bien... ¿desea algo más, señor? —Esta vez, su voz suena un poco más auténtica. Por fin suena más a un "odio mi trabajo".

—No, eso es todo. Muchísimas gracias.

Se quita los lentes y los limpia antes de desaparecer tras una puerta que hay detrás del mostrador. Puedo escuchar varias voces desde adentro, opacadas por el sonido de ollas y sartenes chocando entre sí. Empiezo a mover mis pies, sin saber qué más a hacer, y termino sentándome en uno de los bancos de madera que hay junto a la entrada. Veo a través de la puerta de cristal a Sunghoon dentro del auto. La imagen se distorsiona por la lluvia, pero alcanzo a notar entre la oscuridad que su rostro está siendo barrido por la luz de su celular y que, de vez en cuando, mira hacia los lados. ¿Por qué diablos esperó tanto para decírmelo? ¿Qué iba a hacer? ¿Faltar a clases por mí? Ridículo

Olvidé por un momento que nuestros horarios apenas coincidian. Voy a clases, vuelvo a casa, pasan unas dos o tres horas... Sunghoon va a clases. ¿El tiempo habia pasado tan rápido hoy? Apenas lo había notado, ¿qué hora era cuando llegue a casa? ¿Cuando salimos? ¿Cuando llegamos al restaurante? Todo el tiempo había estado demasiado aturdido (mareado, hipnotizado por culpa de Sunghoon) como para tomarme la molestia de mirar un reloj. El cielo se oscureció más con cada minuto que pasaba, sí, pero me sorprende que esas dos o tres horas en las que por fin coincidimos hayan transcurrido con tanta rapidez. Empecé a tamborilear sobre el asiento vacío a mi lado, con los ojos clavados en la mesa tras el mostrador. ¿Era tan complicado preparar el maldito Lampredotto? ¿O estaban tardando tanto por el estúpido Risotto? Estoy bastante seguro de que no era por la limonada.

Deberíamos haber ido al puesto de comida rápida que hay frente a nuestro edificio.

Vuelvo a ver el reloj. La luz amarillenta del restaurante me empieza a quemar.

5:49.

Mierda

Sin estar seguro de lo que hago, me levanto. Miro hacia todos lados un poco inseguro, nervioso, y salgo del restaurante lo más rápido que mis piernas me permiten. El contraste me da escalofríos, es como salir de un centro de aguas termales para encerrarte en un congelador. El frío de la noche me recorre la columna, me atraviesa apenas pongo un pie afuera, y el ambiente cálido de The Grand Mozzafiatto se desvanece. La lluvia empieza a caer por mi cabello y deja un rastro húmedo en mi frente mientras corro hacia el auto. Abrazo mi propio cuerpo y le doy unos golpecitos a la ventana, volteándome cada tanto para mirar el mostrador del restaurante, mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho: La mujer no ha regresado aún.

La ventana desciende, y me deja ver a Sunghoon.

—¿Sunoo? Mierda, debimos haber traído un paraguas... ¿Por qué saliste?

—Vete, Sunghoon. No hay tiempo, no quiero que llegues tarde por algo tan estúpido como esto. Ve a clases, ¿sí? Pagaré por la comida, y podemos comerla cuando regreses... ¿está bien?

—No—se queda callado por un momento, intentando digerir lo que acabo de decir. La tormenta ha tomado tal fuerza que ya me encuentro completamente empapado.— ¿Cómo llegarás a casa?

—Puedo llamar a alguien... o tomar un taxi. Improvisaré.

—No quiero dejarte aquí.

—¿Qué es más importante en este momento, Sunghoon?-me acerco más a la ventana, temiendo que no me escuche por el sonido de la lluvia. Estoy empezando a molestarme, y las gotas de agua clavándose con fuerza en mi espalda no ayudan— ¿Ir a clases, o esta estúpida cena conmigo?

Lo piensa. De verdad lo está pensando. Increíble.

Estoy a punto de poner los ojos en blanco cuando responde:

—Tú —Me toma desprevenido. Una ola de calor me rodea, me llena desde el estómago hasta la punta de nariz, y la sensación que produce mezclada con el clima helado es horrible. Mis piernas empiezan a temblar, y no estoy tan seguro de que sea por el frío— Eres más importante. ¿Qué importa si llego un poco tarde por una vez?

He's clearly a vampire || SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora