Capitulo 20

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Faltaban menos de veinticuatro horas para la graduación y Laila y yo estábamos comprando todo a ultimo momento, como siempre.

—¿Ya decidiste que te pondrás?—me pregunto ella—.

—Teniendo en cuenta mi presupuesto, no creo que pueda elegir mucho—respondí mirando vestidos—.

Mi madre, como ya lo esperaba, no me había dado dinero, mi padre menos y la único que se digno a darme algo de dinero fue María, y tuvo que dármelo sin que mi padre se enterara.

—Pero es no importa, tu elige lo que quieras y si te falta yo te lo doy—le puse mala cara—. Bueno, te lo doy prestado.

—Laila, las dos sabemos que para nosotras no tiene el mismo significado la palabra prestar—rodee los ojos—. Si tu me prestas dinero nunca mas me lo dejaras devolvértelo.

—Eso es mentira, puras mentiras. Te presto el dinero y ya.

—No.

—Si.

—No.

—S...

—No—la corte antes de que terminara de hablar—, y yo no soy Camilo, no te voy a dejar ganar para que dejes de molestar.

—Camilo no me deja ganar, yo siempre gano justamente.

—Ya, claro...—camine hacia en lado donde habían otros vestidos mas económicos—.

—Pues, si, claro que...

Antes de que pudiera terminar de hablar llego Miranda, ella y Allen nos habían acompañado.

—¿De que hablan, niñas?.

—¡Tía!—chillo Laila—. Mi salvación, Maia no quiere aceptar mi dinero prestado para comprarse el vestido mas bonito de toda la tienda. Dile que lo acepte, porfiss—le suplico como niña pequeña—.

—¿Tu piensas que si Miranda me dice que acepte tu dinero yo aceptare sin replicar?—bufe—.

—Pues, si—respondió Miranda por ella—. Te conozco desde que tienes seis años y prácticamente te criamos, yo te digo que lo aceptas, lo aceptas—me dijo en un tono que se suponía que tenia que ser autoritario y se cruzo de brazos—.

Era Miranda, con ella nada sonaba autoritario, de hecho sonaba mas como una broma y como a mi me encantaba molestar a la gente le respondí.

—¿O si no que?—copie su posición—.

—Ay, por el amor de dios, ya empezamos con el "¿O si no que?"—dijo con gracia, nosotras reímos—.

—De verdad no necesito dinero, me alcanza para todo.

Mentía pero ellas no tenían que saberlo.

—Pues, que bien, me alegro—Miranda me dio una sonrisa—. Pero de todas formas yo les iba a regalar el vestido a las dos asique esta vez no ganas, Mai—se encogió de hombros, se dio la vuelta para seguir viendo vestidos—. Y sin peros, Maia—grito antes de que pudiera replicar—.

Estuvimos toda la tarde viendo vestidos, ya estaba harta, si fuera por solo me pondría un vestido cualquiera con mis converse pero Allen me prohibió usarlas o sino dijo que me las quemaría. Hablando de Allen, ella estaba mas que feliz haciéndome probar miles de vestidos, casi me vuelven loca las tres. Laila ya había elegido el suyo hace mucho tiempo; era un vestido color esmeralda con donas finas tiras y escote recto, y tenia una abertura en la pierna izquierda. 

Al octavo intento me decidí por un vestido, bonito pero no tan caro, ya que no quería que Miranda gastar tanto dinero.

Al terminar Allen se fue con Laila en su auto y Miranda me llevo en el suyo a mi casa. Al llegar a casa gracias a dios no había nadie, me fui a la cama sin comer, al otro día me desperté temprano y seguía sin haber nadie en casa. Pase el día viendo películas hasta que se hizo hora de ir a casa de Laila; el día anterior ella se llevo las cosas que habíamos comprado ya que nos alistaríamos en su casa, al llegar a su casa me abrió la puerta un Camilo que estaba muy agitado y con las mejillas rojas antes de poder tocar la puerta, al parecer no me vio al abrir la puerta porque dio un respingón al verme.

Mi último suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora