Capítulo XVI

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Estamos destinados a cometer errores.  En algún momento, en algún lugar, cometeremos más de un error o sólo uno, aunque éste sea peor que los otros.  Cometeremos tantos errores que perderemos la cuenta y volveremos a empezar a contar casi olvidando por completo los errores anteriores. Ellos en cambio, no lo harán, se quedarán olvidados en un rincón de nuestra mente, esperando al acecho de ser recordados o vueltos a cometer.

Cada uno decide cómo influye un determinado error en su vida. Cada uno decide si es un error fatal o uno destinado a corregirse más adelante. Extrañamente, la mayor parte de las veces los humanos tenemos la capacidad de no cometer errores, de analizar la situación y actuar. Eso es lo extraño. Casi nadie se plantea analizar las situaciones, casi nadie baraja la idea de anticipar un error.

Pero puede que para eso existan los errores, para ser cometidos.

Resoplo y palpo la hierba que hay a mi alrededor, arranco varias briznas húmedas y las contemplo bajo el brillo que les proporciona el sol a las pequeñas gotas que caen lentamente. Me acomodo en el tronco del árbol centenario que se encuentra en el jardín de casa, dando sombra a la mayor parte de su extensión.

Christina se dedicaba en sus pocos ratos libres al cuidado del jardín, siempre impecable, pese a ello se atisbaban varias malas hierbas y alguna que otra rosa marchita debido a su ausencia. Aunque incluso cuando se encontraba en la casa lo estaba, triste y sin ganas de hacer nada. Ewen se preocupaba por ella y le apretaba la mano cada vez  que veía que se descuidaba con alguna tontería o se llevaba demasiado rato mirando hacia algún punto invisible. Christina se estaba marchitando del mismo modo que las rosas de su jardín, sin nada que las alegrase y  ayudase a crecer.

Cuanto más se alejaba la muerte de Noah más presente se hacía su ausencia.

Una vez uno de nuestros padres adoptivos, un psicólogo con una mujer horrible que nunca llegó a aceptarnos que al parecer estaba especializado , nos preguntó a Noah y a mí si sufríamos algún tipo de trauma o si sentíamos una tristeza honda al pensar en nuestros padres, ambos negamos , extrañados por aquella pregunta. Pensé que me sería imposible sentirme triste si aún me quedaba alguien con quien fuera posible ser feliz. Ahora incluso me estaba cuestionando si verdaderamente Noah se había sentido feliz a mi lado.

¿Su error había sido fatal pero inevitable o intencionado? Acusarle de algo así era bastante duro pero comenzaba a dudar de todo.

Observo la calle desierta, a la espera. Hacía apenas cuatro horas que había amanecido y no había podido dormir en toda la noche, sólo podía pensar en la acusación de Aiden y en si tenía razón o no.

- ¿Hope? - me levanto y me sacudo la hierba que me ha quedado pegado en los pantalones - ¿Dónde estás?

- ¡Estoy aquí! - digo saliendo de entre la sombra del árbol y encontrándome con Maia en el porche de la casa, sonriente y con el pelo negro recogido en una trenza larga.

- No te había visto - contesta acercándose hacia donde me encuentro. Me abraza y le devuelvo el abrazo sorprendida -. ¿Qué te pasa? He intentado venir lo más rápido posible.

Le indico que me siga y abro la puerta que conduce a la casa. Entra y nos sentamos en el sofá negro que ocupa una pared completa del salón, le pregunto si quiere algo de beber pero niega con la cabeza. Respondo a su pregunta.

- Problemas con Aiden - asiente y comprendo que él también ha acudido a Maia para pedirle consejo -. Supongo que no he de entrar en detalles -. Niega y me indica que hable, le cuento lo sucedido y frunce el ceño, pensativa.

- Aiden ha cometido un error diciéndote eso de manera tan brusca, en eso tienes razón. Pero puede que exista algún motivo para que haya llegado a tal conclusión ¿no? - me encojo de hombros, pensando en lo que acaba de decir -. No me malinterpretes. No quiero que pienses que me estoy poniendo de su lado porque soy su amiga, porque tú también lo eres, pero Aiden no es alguien que suelte ese tipo de ideas sólo para herir a la gente.

- Así que crees que debería creerle.

- Creo que deberías de averiguarlo por ti misma. - se levanta dando la impresión de que se va a marchar -. Pero no ahora.

- ¿Cómo que no ahora? - pregunto.

- Mírate, necesitas salir más a menudo y dejar de plantearte tanto las cosas que te han pasado. Sí, puede que estés pasando por un mal momento pero si te convences tanto de ello sólo conseguirás hundirte más y más, ahora que puedes deberías intentar salir a flote, formarte una vida nueva.

- ¿Cómo?

- ¡Ves! No te lo cuestiones tanto y coge tus cosas. Nos vamos.

ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora