Capítulo XVII

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- ¿A dónde se supone que vamos? - pregunto por milésima vez.

- Deja de preguntar eso de una vez - responde Maia al tiempo que cambia la marcha del coche.

- ¡Estoy en mi derecho de preguntarlo!

- Tú eres la que decidiste arriesgarte a venir cuando subiste al coche.

- Un coche robado que posiblemente esté siendo buscado por su propietario en estos momentos - la miro y ella se encoge de hombros - Y en teoría, tú no tendrías que saber conducir.

- En teoría tampoco tendríamos que haber robado un coche - Maia pisa el freno en un semáforo en rojo y comienza a tamborilear con los dedos en el volante, impaciente - Además, el coche estaba abandonado en el aparcamiento. Por sus pintas tiene que haber estado ahí durante mucho tiempo.

- Ya, pero sigue sin ser una buena razón.

- Los que roban coches casi nunca tienen una buena razón para hacerlo - vuelve a pisar el acelerador al mismo tiempo que el semáforo cambia a verde, rozando el límite de velocidad -. Se supone que estás en tu viaje espiritual, disfruta.

- No creo que esto pueda considerarse un viaje espíritu...

- ¡Cállate de una vez! Casi hemos llegado.

Observo el paisaje a mi alrededor, la mayor parte del panorama está compuesto por montones de tierra y matorrales casi deshojados, no parece un lugar ideal para pasar una noche acampadas, lo que me hace pensar que dormiremos en el coche ya que no recuerdo haber visto ninguna tienda de campaña en el coche. Tal vez hubiese alguna en el maletero, rezaba por ello.

Avanzamos por la autopista sobrepasando por poco el límite de velocidad, no sé cómo sabe Maia conducir pero no parece que vayamos a estrellarnos así que suelto el aire que tengo reprimido por la tensión. Sigo sin poder creer que he robado y conseguido arrancar y que voy a tener un viaje "espiritual" con una chica a la que no conozco.

Puede que esto me libere o que me destroce más aún.

De repente, la carretera desaparece y Maia tuerce hacia un camino de tierra que hace que el coche se tambalee y produzca un sonido constaste de piedras siendo aplastadas. Me mantengo alerta para poder saber cuál es nuestro destino. Bajo la ventana del copiloto y escucho un sonido familiar, agua chocando contra piedras acompañado por el sonido de las gaviotas.

- ¿Estamos en una playa? - pregunto incrédula.

- No lo preguntes como si fuese la cosa más extraña del mundo. Y sabes perfectamente que lo es, obviamente.

Pongo los ojos en blanco y miro hacia delante para poder ver la playa, que aparece al instante como surgida de la nada. Distingo algunas palmeras y un muelle por el que pasear, no hay mucha gente. De hecho, la playa está desierta a excepción de varios pescadores sentados en la orilla intentando pescar algo antes de que se haga demasiado tarde y tengan que volver a casa.

Maia para el coche y quita las llaves del contacto pero en vez de dirigirse a la playa, abre una de las puertas traseras y saca varias mochilas. Me lanza una de ellas y la cojo al vuelo, al abrirla me encuentro que está a rebosar de comida, también hay linternas y un papel cuidadosamente doblado que parece ser un mapa. Avanza hacia la parte trasera y saca lo que parece una tienda de campaña y suspiro aliviada.

Me mira y sonríe, leyéndome el pensamiento.

- Estás bastante preparada para que esto haya sido un viaje inesperado - le indico señalando las mochilas. Habíamos pasado por su casa para comer algo y buscar dinero para la gasolina del coche, pero no me había dado cuenta de que hubiese metido nada en el coche -. De hecho, parece que lo tuvieses todo muy preparado.

- La verdad es que ya tenía planeado irme, necesitaba despejarme y mi madre no pasa demasiado tiempo en casa. Tengo vía libre - dice indicándome que baje por un sendero que no había visto antes y que da directamente a la playa.

- ¿Qué ha pasado?

- Problemas con Will - contesta dando a entender que no quiere hablar demasiado sobre el tema.

- Seguro que lo solucionas.

- Bueno, hay problemas en los que la solución desembocan en otro - reflexiona un momento -. O puede que simplemente la solución es el verdadero problema.

Asiento y no respondo nada más.

Momentos antes de haber montado la tienda de campaña y habernos asegurado de la comida de la que disponemos y colocado la ropa ( resultaba que una de las mochilas estaba llena de ella ) en un lugar donde no se pudiese mojar , empezó a atardecer.

Contemplo cómo el cielo comienza cambiar de color , lleno de naranja, amarillo, rosa y azul. El sol baja lentamente por lo que tengo tiempo de empaparme del momento y recordarlo. Tal vez Maia tuviese razón y este viaje me fuese a ayudar a despejarme y pensar con claridad.

Siento que ella se sienta a mi lado. La miro y tiene una expresión triste en el rostro, se da cuenta de que la observo e intenta sonreírme.

- Acostumbraba a ir a esta playa de pequeña, cuando mis padres aún estaban juntos - dice intentando aclarar la situación -. Es increíble cómo el tiempo pasa tan rápido, cómo esta playa no ha cambiado y en cambio, las personas que han caminado, nadado e incluso amado en ella son totalmente diferentes a ahora, puede que ni incluso existan.

- Tienes razón - contesto -. Gracias, Maia.

- ¿Por qué dices eso?

- Porque creo que este viaje va a ser inolvidable.



n/a : Siento que últimamente los capítulos sean algo aburridos, pero estoy en blanco y no sé qué hacer para inspirarme.

He retirado Scars y Stone de los Wattys 2015 por el momento, no creo que sean lo suficientemente buenas. Si consigo terminar Another You o al menos tener la mitad de la historia escrita, la presentaré en Historia corta.

Gracias por vuestro tiempo, prometo que intentaré hacer mejores capítulos.

ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora