Pestañeo varias veces antes de acostumbrarme a la sofocante luz que entra por mi ventana, dándome en la cara. Posiblemente mi cara estuviese del mismo tono fuego que mi pelo de todo el tiempo que había pasando allí.
Genial.
Era sumamente genial que tu cabeza sirviese de camuflaje en el fuego.
Me desprendo de las sábanas torpemente, intentando no matarme en el intento de salir de la cama. Me incorporo y escucho. Aiden parece haber desaparecido, cosa que no sé cómo tomarme. Recordaba a duras penas el momento de ayer, cuando me había dicho que le gustaba.
No sabía si pensaba que le había rechazado o...
De repente, mis pensamientos se ven interrumpidos por el familiar sonido chirriante del despertador. Que por primera vez en muchos años no se encontraba donde acostumbraba a dejarlo. Cerré los ojos fuertemente e intenté no gritar. Ese despertador llevaba toda la infancia conmigo y seguía siendo igual de irritante.
Me atrevía a jurar a que en algún momento de su vida de despertador había cobrado vida y ahora se empeñaba en fastidiar la mía emitiendo un sonido aún más odioso.
Me levanté de la cama y salí de la habitación siguiendo su sonido. Provenía de algún lugar de la primera planta, lo que me tranquilizaba ya que no recordaba haber cerrado con llave la casa y encontrarme a un ladrón sentado en la cocina desayunando no era mi plan perfecto para aquella mañana.
Instintivamente - o más bien recordando todas aquellas películas de terror en las quela víctima se tranquilizaba en el peor momento - cogí un paraguas que había quedado olvidado en el suelo hacía algún tiempo. Lo empuñé como pude y entré en la habitación de Christina y Ewen.
No había nadie pero el despertador seguía sonando.
- ¿Se puede saber que haces, Lewis? - sin saber cómo, me di la vuelta y me dirigí con todas mis fuerzas a la voz que había sonado detrás de mí.
No sé qué pasó exactamente porque tenía los ojos cerrados del susto. Pero pude oír una voz familiar gritando de dolor. Lo que me hizo reaccionar y soltar mi arma.
- Dios, Aiden - dije atropelladamente -. Yo... lo siento. Pensaba que te habías ido y que había un ladrón por la casa que me había robado el despertados y...
- No se te ocurrió otra cosa que utilizar un maldito paraguas para defenderte , ¿no?
Asentí.
- Dios, estás loca - dijo deslizándose por la pared hasta acabar sentando en el suelo -. Casi me partes la cara con esa cosa.
- De verdad que lo siento...
- Vale, déjalo estar.
Nos quedamos varios minutos. Hubiese pagado millones por saber en qué estaba pensando Aiden ya que su cara era todo un poema. Fruncía los labios y luego alzaba las cejas, como haciéndose una pregunta a sí mismo. Luego repetía una y otra vez lo mismo, haciendo pequeños intermedios para abrir la boca e intentar hablar sin éxito.
La sexta vez que cambié de posición para equilibrar mi peso, Aiden al fin comenzó a hablar.
- He encontrado algo - comenzó -. Es difícil de explicar pero... esta mañana estaba mirando esas estrellas que tienes pegadas al techo y me di cuenta de que algo no cuadraba. Podemos ir a tu cuarto para verlo, si quieres.
Yo asentí, sin decir ningún palabra, y me puse en camino.
Nada más llegar Aiden se quitó los zapatos y se subió a mi cama con cuidado. Observó el techo durante un rato hasta dar con lo que buscaba y me indicó que subiera con una sonrisa algo tensa. No comprendía muy bien qué tenía que ver mi techo con todo lo que estuviera pasando pero de todas formas le hice caso y me subí a la cama con él.
Aiden alargó su brazo, rozando el techo, y me señaló varias de estrellas que se encontraba en medio de todo el conjunto.
Al principio, no comprendí qué debía de mirar hasta que me di cuenta de lo que era.
- Es imposible, ¿quién lo ha hecho? Y lo más raro, ¿cómo ha...?
- Ha sido Noah, estoy seguro - dijo Aiden sentándose en la cama para dejarme verlo todo mejor -. Fue un milagro que lo viese ya que en el momento en que me desperté la luz incidía en ellas.
- Pero, ¿por qué iba a hacer algo así? ¿por qué se iba a esmerar tanto en un detalle casi invisible?
- Porque eso es lo que es Noah, un misterio - contestó -. Y los misterios se resuelven pista a pista.
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Scars
General FictionTodos tienen heridas que necesitan cicatrizar. Unos tienen heridas que contar y algunos las quieren ocultar. Otros las dejan pasar, para no esperar el final.