Al llorar soy totalmente consciente de que no vale la pena. Que mi organismo no me va a devolver a la única persona que durante años me había recordado lo que era sentir que aún tenía un hogar y familia.
¿Cómo se supone que una persona ha de vivir perdiendo todo lo que ama? ¿Cómo puede alguien soportar el dolor que embarga mi pecho?
Dicen que llorar es una especie de mecanismo para eludir el dolor de una pérdida. Yo digo que cada lágrima que estoy derramando sobre el suelo es aún más dolorosa que la anterior.
Puede que llorar te enseñe a no cometer errores, a darte cuenta de que tus ojos no deberían de derramar más agua salada. A ser más fuerte. Y puede que incluso que a perderte o encontrarte a ti misma. Sinceramente, sigo tratando de averiguar si me estoy encontrando a mí misma o si con cada sollozo me pierdo más en mi triste alma.
Sólo sé que cada vez duele demasiado.
Hasta hora estaba convencida de que no hay mayor dolor que enterrar a tus padres antes de tiempo. Antes de que les dé tiempo a cubrírsele el pelo de canas y a que le salgan arrugas de tanto sonreír. Hay un dolor más grande que eso, aunque parezca difícil.
Y es enterrar a tu hermano pequeño, que se encontraba probablemente en el mejor momento de su vida. Cuando lo tenía todo y no debía preocuparse por nada.
¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?
¿En qué tengo que creer?
¿En qué he de apoyarme?
- Hope, sal cariño, puedes hablar con nosotros- escucho desde el otro lado de la puerta -. Ya sabes que nos vas a tener siempre.
Siempre. Siempre. Siempre. Siempre. Por más que me lo repito más me doy cuenta de que es una palabra vacía, carente de significado.
La palabra "siempre" podría haberse llamado "nunca", pero alguien tuvo la genial idea de juntar letras y formar una falsedad tan grande. Noah me había dicho que iba a estar siempre y se había ido. Nada de esto era justo.
-¿Hope?
- Me voy a tomar una ducha, ya sabes, liberar tensiones.
- Claro, cielo, tómate el tiempo que quieras.
Christina sonaba vacía y sin vida. Me había partido el alma verla tan desolada al escuchar lo que el agente de policía nos comunicó. No tenía el apoyo de Ewen, que aún se encontraba lejos, y yo estaba tan sumida en mi dolor que no podía preocuparme en nada más que sentir más dolor.
Me quito el jersey que llevo puesto y lo dejo caer en el suelo, hago lo mismo con los pantalones. Me observo un buen rato, por dentro también soy un monstruo. Una enorme cicatriz surca mi cintura tras plegarse y llegar hasta mucho más arriba del ombligo. Una marca inusual, que pocos serían conscientes de qué significa.
Yo lo sé. Hay marcas para toda la vida. Marcas literales y otras que te marcan interiormente. Yo tengo ambas marcas clavadas como estacas. Pero esta, la marca de un cinturón, un cinturón que casi me mata, está destinada a quedarse para siempre.
Abro el grifo de la bañera y espero a que se llene completamente.
Cuando está llena introduzco las piernas. El agua hirviendo quema mi piel y la vuelve roja al instante. El calor me relaja. Cuando introduzco el cuerpo entero, toda la tensión se va.
Es el momento. Ahora o nunca.
Introduzco la cabeza y la saco rápidamente, podré soportarlo. La vuelvo a introducir hasta poner al límite a mis pulmones. Lo vuelvo a intentar y grito debajo del agua hirviendo.
Era como esa vieja canción de Lewis Watson. Hundirse o nadar, no había nada más.
Y ahora mismo lo único que soy capaz de hacer es hundirme más y más en la oscuridad.
Ya no grito.
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Scars
General FictionTodos tienen heridas que necesitan cicatrizar. Unos tienen heridas que contar y algunos las quieren ocultar. Otros las dejan pasar, para no esperar el final.