Capítulo II

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Tras el primer día de clase todo comenzó a ser más fácil. Pasaba las clases prestando atención o más bien, fingiendo que lo hacía, comía con Noah y pasaba el siguiente recreo con Noah. Luego volvía a casa con Noah. 

Bueno, tal vez mi descripción de fácil era pasar mi tiempo libre con Noah. O más bien todo mi tiempo. Al menos todo marchaba bien de esa manera.

Hasta que Noah decidió que era hora de empezar a conocer gente y yo decidí que era hora e empezar a fingir que conocía gente.

Mientras él pasaba su tiempo con un grupo de chicos y chicas que se reían muchas, pero que muchas veces seguidas, yo me camuflaba entre un grupo de chicos de mi clase. Ese grupo de gente que no llega a ser guay ni tampoco marginado pero que todo el mundo sabe quiénes son.

Era como  ver a un domador entrenando con leones. Aquel grupo de gente seguía a su líder por todas partes mientras comentaban cosas como: "estoy pensando teñirme el pelo de azul, este color me aburre" o "tienes que leer este libro, el autor rima las palabras de una forma impresionante".

Resumiendo, era mi grupo ideal.

Y a pesar de todo eso...incuso allí parecía invisible.


Ese mismo viernes mientras hacía como que escuchaba la aburrida clase que impartía la aburrida profesora de Historia me di cuenta de lo deprimente que era mi situación. O más bien de lo deprimente que era mi situación a ojos de otras personas.

La conversación fue más o menos así:

Chica desconocida: Oye, chica pelirroja.

Chica pelirroja...

Tardé varios segundos en comprender que era yo. Debería de haber sido lógico por mi pelo y todo lo que conllevaba pero así de patética llego a ser a veces.

Chica desconocida: ¿Me pasas mi lápiz?

Ese que está junto a tu pie.

Yo: Aquí tienes.

La chica casi se cayó de la silla al oírme hablar. Nunca había visto a alguien tan sorprendido y asustado. Ni que yo fuese un fantasma.

Chica desconocida asustada: Pero...t-tú...

¿Tú no eras muda?

Me quedé boquiabierta al oír aquello. Me habían llamado muchas cosas durante toda mi vida pero nunca nadie había pensado algo así de mí. 

Ni siquiera me molesté en contestar, tan solo murmuré algo parecido a "que esté hablando lo demuestra todo" y me quedé el resto de la hora petrificada en mi asiento, comprendiendo que todo el instituto pensaba que no podía hablar por el simple hecho de que era tímida.

Si alguien me hubiese contado aquello sobre otra persona posiblemente hubiese sentido pena por ella.


Al llegar la esperada última hora del día y todos los alumnos estaban revueltos y eufóricos entendí que tenía que hacer algo, tenía que dar a entender de una manera sutil que no era ninguna chica muda.

Así que cuando la profesora comenzó a dar clase y a explicar algo sobre Literatura en la pizarra, mientras todos los alumnos aprovechaban que estaba de espaldas para lanzarse aviones de papel... yo me mentalicé para no tartamudear ni ponerme roja.

- ¿Alguien sabe cómo se llama el autor de Romeo y Julieta? - todos guardaron silencio, escondiendo los aviones y acobardados por la penetrante mirada de la mujer.

- Fue William Shakespeare.

Todos se giraron para ver quién había levantado la mano, como si fuese algo sobrenatural. Yo seguía con la mano alzada, sin saber muy bien que hacer. Cuando la bajé toda la clase estaba boquiabierta. Incluso podría jurar que escuché algo parecido a : "es un milagro". Por suerte para mí, el timbre sonó librándome de las miradas de todos los alumnos, que volvían a sus vidas normales como si nada hubiera pasado.

Estaba saliendo del aula a toda prisa cuando una voz familiar me detuvo.

- No sé si me recordarás - dijo colocándose a mi lado.

- Claro, es difícil olvidar a alguien que piensa que soy muda.

- Ya... de veras que lo siento - contestó poniéndose colorada -. Todos te juzgamos mal, simplemente eres una persona tímida.

- Muy tímida - ella comienza a reírse algo más relajada.

La observo y me fijo en que es bastante guapa. Ese tipo de chicas que son algo bajitas pero que son tremendamente guapas, con los ojos grandes y oscuros y una melena ondulada color café. 

- Soy Alexis - dice tras unos minutos andando -. Puedes llamarme Alex o Lexi... si quieres.

- Hope, encantada. No tengo ningún mote así que...solo Hope.

- Es un nombre bonito - dice sonriendo. También es ese tipo de chicas que no para de sonreír.

- Gracias, el tuyo también.

Vuelve a sonreír y me empieza a contar todo lo que se rumoreaba sobre mí. La mayoría eran cosas absurdas, como que era un fantasma y que el colegio entero era médium. Eso era bastante absurdo. Demasiado absurdo. Este pueblo tenía una mente demasiado creativa.

- ¿Por dónde vives? - dijo cuando llegamos a la entrada del instituto. Yo le indiqué la dirección de la casa de mis padres -. Vaya, me parece que tenemos que coger caminos opuestos.

- Tranquila, mi hermano me acompaña - comento señalando a Noah, que aguardaba charlando animadamente con una chica al otro lado de la acera.

- ¿Ese es tu hermano? - dijo con la boca abierta.

- ¿Te parece raro? Sé que no nos parecemos pero...

- ¡Es guapísimo! - exclamó interrumpiéndome -. Tienes que presentármelo algún día.

Yo asentí divertida, imaginándome a Noah saliendo con aquella chica de metro sesenta. Sería extraño. 

- ¡Hope, ahí estás! - le escucho gritar desde el otro lado de la acera. Me encamino hacia donde se encuentra y poso mi mirada en la chica que lo acompaña. Noah no tarda en presentármela como April.

April resulta ser vecina nuestra así nos acompaña el resto del camino, charlando animadamente con Noah. Aquel también fue el día en el que me di cuenta de que Noah estaba loco por esa chica.

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