Capítulo XX

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Alargué la mano hacia el pomo de la puerta de la habitación. Al tocarlo me percaté de la fina capa de polvo que lo invadía. Aunque era de esperar. Nadie entraba en las habitaciones de los muertos. Me sentí culpable de no haber revisado sus cosas por última vez, de no haber encontrado una explicación de lo que le había pasado.

Suspiré y me giré hacia mis acompañantes.

- ¿Y qué se supone que vamos a encontrar aquí? - susurré.

- No lo sabremos hasta que entremos.

- Está bien - volví a girarme sin estar demasiado convencida.

Su habitación estaba tal y como la recordaba. Las paredes, pintadas de un tono azul, estaban llenas de fotos y eslóganes de grupos. En una de las esquinas, junto a la cama, descansaba una vieja guitarra que Noah nunca había tocado pero que había conservado a lo largo de los años como un recuerdo más. El escritorio seguía igual de desordenado, con notas por todas partes que sólo él entendía.

Maia se acercó a la guitarra y la cogió con delicadeza. Se la pasó a Will, que comenzó a tocar una balada rock. Ambos se sonrieron evocando algún recuerdo compartido. Parecía que al fin habían solucionado sus problemas.

- Es una buena guitarra - comentó Will -. ¿Cuánto llevaba tu hermano tocando?

- Oh, la verdad es que nunca tocó - dije apresuradamente -. Fue un regalo de nuestros padres. Insistió tanto en que se la regalasen que al final cedieron. Siempre quiso aprender pero en el orfanato no nos permitían hacer demasiado ruido.

Will asintió y dejó la guitarra en su sitio con cuidado.

- Bueno - dijo Aiden -. Manos a la obra.

- Sinceramente, no sé qué tenemos que hacer - dije. Will y Maia parecieron estar igual de perdidos.

- ¿Qué es lo que se necesita para resolver casos, señorita Lewis?

- ¿Pistas?

- Exacto - dijo dándome un pequeño golpe en la cabeza -. ¿Y cuál es la mejor manera de encontrar pistas, querida señorita Watson?

- ¿Investigando la historia de la persona?

- Muy bien. En ese caso...

- Gracias por excluirme del grupo, tío - dijo Will tosiendo sarcásticamente.

- Es un placer, princesa - contestó Aiden a su vez -. Veamos, ¿por dónde iba? Ah, sí. Por lo tanto, el mejor lugar para empezar a averiguar qué pasó es uno de los sitios más frecuentados por el susodicho. Así que manos a la obra - todos asentimos sin rechistar. Aiden parecía ser el único que sabía qué hacer.

A pesar de que a ninguno le había quedado todavía muy claro, comenzamos a buscar por cada rincón de la habitación. Al principio, empezamos con ímpetu e ilusión. Había tantos lugares por explorar que no había tiempo de aburrirse.

Miramos debajo de la cama y revisamos cada uno de los cajones de su escritorio. Que estaban llenos hasta los topes de hojas de papel y cuadernos viejos escritos por él mismo. Cuanto más rebuscaba en sus cosas más cosas descubría de él.

Noah no sólo estaba obsesionado con escribir todo. También escribía poesía, una poesía oscura y llena de dolor. Al observar sus cuadros me percaté de que todos los logos y fotos estaban hechos por él mismo. Todas las imágenes eran de los lugares que habíamos visitado juntos y todas seguían un patrón.

Me sorprendí a mí misma preguntándome por qué nunca me mostraría esa parte tan personal de él.

- Tengo algo - dijo Maia mientras se levantaba.

Todos nos reunimos para ver qué era y no dimos crédito al descubrir hasta qué punto se había metido Maia en el asunto. En la forma del armario de Noah algo no cuadraba. Recorrí con la mirada el fondo detenidamente sin saber qué explicación darle. Tal vez sonase estúpido especular sobre aquello pero era sumamente extraño.

El armario comenzaba siendo totalmente normal. La madera oscura del fondo era totalmente igual, la barra dispuesta para colgar ropa estaba totalmente llena por lo que había que fijarse con detenimiento y saber lo que se buscaba para encontrarlo. Una de las paredes era ligeramente más oscura que las demás y parecía estar movida. No era estético, era...distinto.

Maia alargó la mano para mostrarnos de qué se trataba.

- Si tocáis aquí caéis en la cuenta de que esta sección de madera no encaja - comentó golpeando la madera -. Es bastante ingenioso a decir verdad. Es un doble fondo enorme. Tu hermano hizo una especie de caja de madera anclada a la pared. Es difícil de ver ya que solo está en una de las esquinas y no llega a alcanzar la madera superior del armario.

- ¿Y para qué construyó mi hermano un doble fondo en su armario?

- Esperaba que tú respondieses a eso.

Me encogí de hombros sin saber qué decir. Maia se hizo a un lado y dejó que me acercase. Pasé los dedos por la madera sin saber muy bien qué hacer. Golpeé suavemente a superficie y me di cuenta de que Maia tenía razón. La madera estaba hueca. Probé a golpearla más fuerte hasta que noté un punto débil.

- Está suelta - dije apartándome.

- Yo me encargo - respondió Aiden. Tiró con fuerza durante unos instantes hasta que la madera se desprendió con un sonido sordo.

Todos miramos hacia el interior de la misteriosa caja.

- ¿Una caja fuerte? - dije sin dar crédito.

- Y cajones con cerradura - dijo Will mientras intentaba abrir uno -. Que están totalmente cerrados.

- ¿Y qué hacemos ahora?

El grupo enteró calló sin saber qué responder. Al menos todos estuvimos de acuerdo en que no podíamos romper nada para saber qué había en el interior. Nadie aseguraba que lo que hubiese no se pudiese romper con el golpe. Necesitábamos encontrar las llaves.

La caja fuerte era un problema algo más difícil de solucionar. Yo no tenía ni idea de qué combinación podría ser.

- Son solo cuatro dígitos - indicó Maia -. Sería un poco obvio pero, ¿qué tal la fecha de su cumpleaños?

Introducí la secuencia de números y de inmediato emitió un sonido irritante. Probamos con mi fecha de nacimiento y tampoco. ¿Qué podía ser tan importante para Noah como para construir aquello para luego meter una caja fuerte?

Posiblemente la respuesta estuviese en una de las millones de notas que tenía. Y había demasiado que buscar.

ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora