Cuando cumplí ocho años mis padres decidieron que sería una buena idea llevarme al zoológico. Fue mi primera vez en el zoológico y estaba la mar de contenta ya que llevaba siglos insistiendo en ellos. Vimos a los monos y mi hermano sostuvo con sus propias manos una monstruosa serpiente. El mejor y peor día de mi vida.
Al volver a casa, todos íbamos cansados y con restos de algodón de azúcar en la boca y las manos. Había sido la primera vez que mis padres me dejaban comer tanto.
Justo cuando llegábamos al hogar y todos nos sentíamos aliviados por la espera, mi padre - que conducía – se giró y me extendió la mano,colocando en mi palma lo que parecía un bonito colgante con mi nombre. En ese mismo instante un tipo borracho decidió que una buena idea arrollar a una familia con su coche.
Mis padres no sobrevivieron y a mi hermano y a mí nos tocó lo duro:vivir con ello. Fue la primera vez que supe que nunca más nadie me aseguraría que estoy a salvo.
A partir de ese instante fuimos rebotando de casa de acogida en casa de acogida. No fue ninguna sorpresa que al hacernos adolescentes no durásemos demasiado en ninguna parte. Las chicas con el pelo teñido de un rojo llamativo y los chicos rubios en plena desarrollación no atraían. Era como con los perros, todos preferían adoptar un cachorro antes que al viejo perro que nadie quería.
Sin embargo, un día cualquiera mientras estábamos holgazaneando en la sala común del orfanato, que sorprendente y tristemente era nuestro hogar más frecuentado todo cambió.
Una joven pareja estaba interesada en nosotros. Incluso en mi pelo y nuestra adolescencia al completo. Nos querían a ambos y nos pedían que nos mudásemos a mediados de verano, que era más o menos dentro de dos semanas.
Nunca había estado tan impaciente por largarme de algún sitio.
Noah andaba de acá para allá observando el orfanato antes de marcharnos.Ninguno de los dos estaba seguro de si volveríamos a verlo, pero por una vez las posibilidades estaban igualadas. Esta vez nos llevamos todos nuestros efectos personales con nosotros y dos semanas después esperábamos impacientes en la puerta del orfanato diez minutos antes de lo previsto cargados con bolsas y cajas.
La pareja también se mostró impaciente. Cinco minutos después estábamos los cuatro subidos en el coche, emocionados de distintas maneras.
- Todo va a salir bien - me dijo Noah en voz baja. Apretándome la mano -. Siempre nos quedará una bonita habitación en el orfanato esperando nuestra vuelta.
No pude evitar reírme. Las habitaciones del orfanato eran espantosamente horribles.
Es curioso cómo ese recuerdo, que en aquellos momentos estaba lleno de alegría y sarcasmo, ahora me pareciese tan erróneo. Me repetía una y otra vez que todo iba a salir bien y que si no era así me quedaría el orfanato. Y eso me deprimió aún más.
No había algo tan deprimente y jodido como comenzar una nueva vida en un sitio nuevo y darte de que el lugar no es la novedad, el lugar lleva siglos aquí... con todos los habitantes conociéndose desde siempre. La novedad eres tú.
Una novedad que el primer día de clase se da cuenta de que ha pasado demasiado tiempo en su novedosa casa y sus novedosos padres sin conocer a absolutamente nadie.
- Vamos, Hope - me apremió Noah -. Es sólo un instituto.
- Un instituto con unas puertas demasiado parecidas a las infierno.
- Son unas puertas normales, no digas tonterías.
- Oh no, te han aducido ¿verdad? Estúpidos demonios, te han lavado el cerebro y en cuanto traspases sus puertas serás uno de ellos.
- Lo que seré es un estudiante que llega tarde el primer día de clases. Como tú - dijo irritado.
Fui a replicar algo sobre los demonios y sus técnicas para la hipnotización pero me arrepentí al ver su mirada.
- Deberías de adoptar el monopolio de chica aplicada otra vez. No te pega nada el de "chica mala que tiene miedo a un edificio".
- Oh, yo no temo al edificio. Temo a la gente que hay en ella - contradije -. ¡Eh, Noah! ¡Espérame! ¡No te vayas! ¡Soy tu hermana mayor y no te permitiré tales gestos, señorito!
Puede que con Noah hubiese posibilidades de que todo fuera a salir bien. O puede que todo lo contrario.
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Scars
General FictionTodos tienen heridas que necesitan cicatrizar. Unos tienen heridas que contar y algunos las quieren ocultar. Otros las dejan pasar, para no esperar el final.