Capítulo XXIV

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Veinte minutos después de que Aiden y yo descubriésemos aquella pista sin sentido, Maia y Will aparecieron. Will y Aiden se saludaron y se lanzaron comentarios como: " Tienes una pinta horrible " y " ¿Sabes que existe el jabón? No me respondas porque si lo sabes no lo parece, tío ". Maia y yo decidimos parecer gente cuerda y nos saludamos con un abrazo, mientras me pedía detalles que yo no sabía como explicar.

Los cuatro subimos las escaleras conmigo a la cabeza, que intentaba ir lo más rápido posible sin caerme. Cosa que logré a duras penas, a decir verdad.

Cuando todos estuvimos en la habitación Aiden se sentó junto a mí y me sonrió, dándome ánimos. Maia y Will no entendieron muy bien lo que había que hacer ya que estaba completamente segura de que las miradas que se lanzaban decían por todas partes " estos dos se han vuelto locos de remate, huyamos disimuladamente ".

Al final dejaron su huida para más tarde ya que Will se sentó en una silla y enarcó una ceja mientras nosotros no sabíamos qué decir. O al menos yo, claro.

- Muy bien, se acabó - dijo jugando con uno de los botones de su camisa -. Dejaos de estupideces y contadnos qué pasa.

- ¿Te gusta ver las estrellas, Will? - casi no pude evitar reírme en cuanto Aiden dijo aquello.

- No veo qué relación tiene eso con la razón por la que nos habéis traído aquí.

- En realidad, es la única razón por la que estáis aquí, querido Shakespeare.

- Pero...

Aiden le mandó callar mientras se levantaba de la cama y comenzaba a dar vueltas por la habitación. Will fijó la vista en mí con gesto interrogativo y yo intenté decirle que fuese paciente con el mismo juego de miradas. No sé si lo llegó a comprender ya que el monopolio de las miradas era algo complicado que pocos chicos entendían, pero por fortuna giró la cabeza para prestar atención a Aiden.

Él le hizo un gesto para que se sentase en la cama, por lo que me levanté y me situé en el sitio que había dejado libre.

- Dime, ¿no tienes ganas de ver las estrellas?

Ni Maia ni yo pudimos aguantar las ganas de reírnos, lo que supuso una mirada fulminante de Aiden.

- Aiden, es de día y no sé qué demonios quieres que vea.

- Joder, túmbate de una maldita vez.

- No veo nada - volvió a decir tras varios minutos. Aiden le tendió una linterna.

- Prueba así.

Él obedeció y enfocó durante varios segundos cada estrella, entrecerrando los ojos para luego abrirlas con sorpresa. Al cabo de unos minutos se incorporó y nos miró a todos de forma extraña. Antes de que pudiese articular palabra, Maia interrumpió nuestro juego de miradas con un carraspeo, dando a entender que ella también quería saber qué pasaba. Sí, hasta los carraspeos tenían doble sentido aquí.

Will le pasó la linterna y ella volvió a repetir el mismo proceso que él había hecho antes.

- ¿Números? - preguntó mientras se incorporada de nuevo.

- Sí - contesté yo -. No sabemos qué significa pero la única respuesta es que Noah los dejase ahí.

- Es bastante extraño, la verdad - asentí.

- ¿Y por qué iba a dejar Noah números grabados en estrellas? - intervino Will.

- Tal vez nos estaba dando una pista, una respuesta - caviló Aiden -. La clave de todo. Metafóricamente.

- Pero, ¿y si realmente es una clave?¿y si abre... la caja fuerte?

- Eso es imposible, hay más de cuatro dígitos.

Todos comenzaron a discutir sobre el orden de la frecuencia, poniéndose pegas los unos a los otros y sugiriendo posibilidades remotas. Yo no le paraba de dar vueltas a lo que Maia había preguntado, intentando relacionarlo con algo que Noah hubiese hecho o dicho. Un recuerdo, un día...

- Una fecha - dije levantándome -. ¡Eso es!

- ¿Fecha? Podría ser pero hay demasiados números y habría que descartar demasiados...

- Es una fecha, lo sé - todos me miraban sin saber si creerme pero yo los ignoré -. Necesito que alguien me diga los números. Y que otro traiga papel y un lápiz.

A pesar de sus dudas, me obedecieron y en menos de cinco minutos tenía una pequeña lista con varios números esparcidos por el papel.

Empecé a pensar.

Los días no sobrepasaban el número treinta y uno por lo que empecé a suprimir los números más altos y fui escogiendo números parecidos hasta combinarlos todos, el resultado fue una lista de diez días. Lo mismo hice con los meses y luego con el año, que era lo más fácil ya que sólo había quince posibles. Los que había vivido mi hermano.

- ¿Ves algo? - dijo Aiden después de observarme escribir números durante un buen rato - ¿Quieres que te ayude?

- Sí, tráeme la agenda de Noah. Estoy segura de que tenía una de color marrón en algún cajón de su escritorio.

Aiden asintió y varios minutos después me trajo un pequeño rectángulo gastado y con los bordes rotos.

Busqué las fechas que tenía apuntadas con eventos importantes, intentando compararlas con la de mi lista. Ninguno de los números que había anotado encajaban y si lo hacían eran con fechas estúpidas en las que no había sucedido nada importante.

Maia me pasó la mano por el hombro, llamándome.

- ¿Qué buscas exactamente, Hope?

- Una fecha coherente, claro...

- No, Hope, no me refiero a eso - dijo apoyándose contra la pared que estaba detrás de ella -. ¿Qué buscas con todo esto?

- Quiero...quiero saber qué le pasaba a mi hermano, por qué se comportaba de aquella manera. Quiero saber qué hay en esa maldita caja. Creo que le hubiese gustado que lo averiguase.

- Comprendo que pienses que para él fuese importante pero... - la forma en la que me miró me dolió, como si se compadeciese de mí -. ¿Qué es importante para ti?

- Él, él era importante para mí - contesté -. Y yo lo era para él.

- Pues eso es lo que importa. Puede que todo esto te deba enseñar que esos números son lo que tú quieras que sean, que tú eres la que los combinará y formará su propio destino. Ni su fecha de nacimiento, ni su fecha de muerte lo podrá solucio...

Aiden cerró el libro de golpe y nos miró a todos, pensativo.

- Creo, que eso es exactamente lo que lo solucionará.




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