Capítulo XXV

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- ¿Cómo que eso es exactamente lo que lo solucionará? - pregunté.

Aiden se quedó varios segundos mirándome, callado. Yo no sabía si era porque tenía miedo de decírmelo y equivocarse o porque realmente sabía que llevaba razón y no estaba preparado. El caso es que esperé sin darle prisas, porque no estaba segura de si realmente quería averiguarlo.

Finalmente se relamió los labios, dando comienzo a su explicación.

- Bueno, es sólo una hipótesis pero allá va - todos lo miramos atentamente -. No sé si os habréis fijado en que todas las fotos de Noah tienen el mismo contexto. Si no lo habéis hecho, es simple. Todas están sacadas durante el amanecer o el atardecer. Todo gira en torno a las estrellas de una manera u otra, ¿no?

Enarqué una ceja sin comprender.

- Mirad esto - volvió a abrir la vieja libreta por la página que posteriormente había hojeado y nos la mostró -. Hay una estrella en ese día de la semana. Y  ese es el día de su muerte. Me apuesto lo que sea a que hay una en el día de su cumpleaños.

Will extendió una mano y cogió el cuaderno, que descansaba en las piernas de Aiden. Luego me miró, serio, y me lo tendió cuidadosamente.

- Te corresponde a ti averiguarlo - la timidez me pudo, sí. Pero si hubiese podido hablar le habría dado las gracias de todo corazón.

Abrí el cuaderno por el inicio y empecé a pasar las páginas lentamente, intentando no pasar desapercibida alguna estrella o signo importante. Cuando llegué al día de su cumpleaños, observé la página con detenimiento.

Había una pequeña Luna dibujada debajo de los números.

- Lo tengo.

- Hay algo que no entiendo - dijo Maia -. ¿Por qué hay tantos números, entonces? Quiero decir, una fecha tiene más de cuatro de dígitos. No encaja.

Yo me hacía la misma pregunta y no respondí. Pero como siempre, Aiden iba un paso por delante.

- Noah es bastante inteligente, tengo que admitirlo - dijo señalando hacia la lista de números que seguía encima de la mesa -. Pero todos eso números no son más que una distracción. Busca en la lista su nacimiento y su muerte. Están ahí, estoy seguro. No hace falta ni el mes ni el año. Es el día.

- Entiendo.

Antes de que pudiesen hacer nada, me atreví a replicar.

- Sabes lo que eso significa, ¿no? - comencé -. Prácticamente Noah programó su muerte para ese día. ¿Por qué si no iba a estar marcado? No sé si quiero creer eso.

- Bueno, que no creas en esta versión no cambiará las cosas - contestó -. Solo te cambia a ti. Hay veces en las que uno no puede con la verdad, es comprensible.

¿Era eso lo que realmente quería?

¿Quería hacer como si todo lo que hubiésemos averiguado no fuese acertado? ¿Tenía que dejar la muerte de mi hermano como algo inconcluso? ¿Algo que olvidar?

Sabía que podía ser más fuerte que eso.

- Yo no soy ese "uno" - dije levantándome -. Puedo con la verdad. Es lo único que me queda.


Por un momento, todos nos miramos. Ninguno sabía muy qué decir ni hacer así que simplemente entramos en su habitación. En silencio.

Aiden, como siempre, fue el primero en romper el hielo.

- Puede que me haya equivocado - dijo -. De hecho, me gustaría estarlo para poder pasar más tiempo con vosotros. No sé, esto nos ha unido. Noah nos ha unido.

- Yo espero que no estés equivocado - contesté yo, dedicándole una pequeña sonrisa -. Puede que eso nos una más todavía.

- Sólo lo sabremos si abrimos la caja.

- Por favor - esa fue la voz de Will, que derrochaba diversión -. Nunca pensé que fuerais tan blandos. Aunque siempre supe que en el fondo eras un romántico adicto a películas Disney.

- Qué gracioso.

Pero de alguna manera, eso hizo que todos nos relajáramos un poco, lanzándonos sonrisas y algún que otro insulto cariñoso en voz baja. Puede que en verdad, las amistades verdaderas se creasen de las situaciones menos esperadas.

Aiden se adelantó un paso y abrió la puerta del armario de Noah. Buscó a tientas la caja, que se camuflaba perfectamente con la madera, durante unos segundos. Luego se oyeron unos golpes, señal de que la había encontrado, y apartó varios abrigos para tener suficiente visibilidad.

Sé que tendría que haber sido yo la que abriese la caja, pero minutos antes había hablado con él y le había dicho que necesitaba que lo hiciese él. En parte, él también se lo merecía.

Se oyeron varios "bip" mientras Aiden tecleaba la contraseña con cuidado de no equivocarse. Durante una milésima de segundo pensé que nos habíamos equivocado, que todo había sido para nada.

Pero entonces la caja emitió un ruido parecido al de una bocina y se abrió.

Y Aiden, con voz ronca, me dijo algo - que por simple que fuese - me aceleró el corazón.

- Creo que deberías ver esto, Hope. 



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