Capítulo 2

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"¿Realmente debo hacerlo?" Preguntó Hanbin en el auto cuando se dirigían al Centro de Alojo de Esclavos.

"Sabes que sí, hijo." Respondió su madre con un suspiro amargo. "Sabes que a los 3 meses investigan a las personas que no se han hecho poseedoras."

Sung no respondió, sino que volteó su rostro y vió tras la ventana del auto.

A los pocos minutos, llegaron al gran edificio con las siglas "C.A.E" grabadas en la fachada.

"Mamá, por favor no me hagas hacerlo." Suplicó Hanbin cuando su madre parqueó el auto frente al edificio.

Se sentía como un niño rogándole a su mami que no lo llevara al dentista, pero no lo podía evitar, realmente no quería entrar a ese lugar.

"Lo siento, mi amor" respondió su madre con amargura y se bajó del auto.

Después de tomar un par de respiros profundos, Hanbin bajó del auto y siguió a su madre tras la puerta del edificio.
El interior era gris y aburrido. Hacía tanto frío allí dentro que Hanbin tuvo que jalar las mangas de su camisa para abrigar sus dedos.

"¿En que los puedo ayudar?" Dijo la mujer que ocupaba el escritorio que se ubicaba frente a la entrada. Hanbin y su madre se acercaron a ella.

"Mi hijo viene a hacerse poseedor."

"Nombre completo, por favor." Dijo la mujer, tecleando sin parar en su computadora.

"Sung Hanbin." Respondió el ojinegro sin muchas ganas.

Vió teclear a la mujer su nombre y luego fruncir el ceño.

"¿Por qué ha esperado tanto tiempo?" Preguntó la mujer viendo al menor directo a los ojos.

"No habíamos tenido tiempo." Respondió rápidamente su madre, salvandolo de tener que mentir. Era un pésimo mentiroso.
La mujer los miró a ambos sin creerse mucho la mentira, pero luego siguió tecleando en su computadora. Después de unos minutos, se escuchó el sonido de una impresora.

"Llene este formulario y traigalo cuando termine." Dijo la mujer entregándole los papeles a Hanbin que acababa de imprimir.

El formulario era algo sencillo de llenar, así que en pocos minutos ya Hanbin estaba siendo dirigido a los pasillos donde tenían a los esclavos.

Él sabía que es estos centros no eran nada amables con los esclavos, pero el ojinegro no se esperaba entrar al primer pasillo y ver celdas pequeñas y frías, cada una con un esclavo semidesnudo arrodillado dentro de ella.

Con solo poner un pie ahí, el cuerpo de Hanbin se estremeció y deseó dar la vuelta y huir de aquel espantoso lugar, pero la mano de su madre en su espalda se lo impedía.

"Estos son los esclavos que han sido devueltos." Dijo el hombre encargado de guiar a las personas por los pasillos. "Será mejor que vayamos a los nuevos ingresos. Por ser un nuevo poseedor, tiene derecho a escoger los nuevos paquetes."

Hanbin no pudo articular ninguna palabra. Odiaba escuchar al hombre hablar de los esclavos como si fueran objetos. Y ni siquiera sabía que las personas devolvían esclavos.

Él y su madre empezaron a seguir al hombre, pero cuando llegaron a la puerta del siguiente pasillo, la puerta a sus espaldas se abrió de golpe.

Instintivamente Hanbin volteó a ver y se sintió como si toda la sangre de su cuerpo se congelara.

Allí en la puerta estaba un hombre con el mismo uniforme que el hombre que los estaba guiando. Pero a diferencia de este guía, este hombre tenía a un esclavo agarrado del pelo. Hanbin lo vió como le susurró algunas palabras al esclavo y luego lo lanzó al suelo.

El esclavo era tan flaquito y pequeño que cuando cayó al suelo, Hanbin sintió que se rompería en mil pedazos. El esclavo no parecía tener más de quince años y tenía su espalda desnuda totalmente llena de moretones.

Sin percatarse de lo que estaba haciendo, Hanbin caminó hacia el par y se quedó viendo al esclavo tendido en el suelo.

Con dificultad, el esclavo levantó su cabeza y miró hacia Hanbin. Rápidamente bajó su mirada y se movió hasta quedar arrodillando frente a él. Sus movimientos eran pesados, como si le costará mover cada centímetro de su cuerpo.

Hanbin había visto aquellos marrones ojos por solo un instante, pero había sido suficiente.

"Quiero a este."

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora