Capítulo 11

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Después de un largo rato de llorar, el joven esclavo se había quedado dormido en los brazos de Hanbin.

Con delicadeza, Hanbin lo alzó y lo acostó en su cama, arropándolo con las cobijas.

Luego recogió la taza del piso y caminó al baño en búsqueda de un paño con el cuál limpiar la poca sopa esparcida en el suelo.

Al terminar, apagó la luz y salió de su habitación, cerrando con lentitud la puerta para evitar despertar al ojimarrón.

Caminó por toda la casa buscando a su madre y la encontró sentada en el sofá de su oficina, leyendo. Al verlo entrar, alzó la mirada.

"¿Cómo sigue Hao-" empezó a preguntar su madre pero frenó en seco al ver a su hijo con lágrimas rodando por sus mejillas, mordiendo con fuerza los labios para contener los sollozos y las manos hechas puños a los costados de su cuerpo. "Ven, mi niño."

Hanbin casi que corrió hacia su madre y se dejó envolver en sus reconfortantes brazos. Solo así pudo dejar salir todos los sollozos que le oprimían el pecho y lo ahogaban.

Se sentía como un desconsolado niño llorando porque se rompió su juguete favorito. Pero esto era mucho más, esto era un ser humano que había sido tratado como una mierda antes de que Hanbin llegara a su vida.

Su madre sintió como las lágrimas le empezaban a picar los ojos al ver a su hijo estremecerse de esa manera entre sus brazos.

"¿P-Porqué ti-iene que s-ser el m-mundo tan mierda, m-mamá?" Hanbin dijo con dificultad en medio de sus sollozos.

Su madre ni siquiera tuvo la fuerza para hacerle una reprimenda por maldecir. Sabía que lo que tenía a su hijo en ese estado había sido el nuevo miembro de la casa y detestaba que su hijo tuviera que pasar por algo así.

Cuando lo llevó al C.A.E, ella esperaba que Hanbin escogiera a cualquier esclavo y que lo trajera a casa para que tuviera una vida segura y buena, como la que le habían brindado a Haneul.

Pero debió saber que su hijo tendría el gran corazón como para no traer un esclavo a la casa, sino de salvarlo.

"Shhh..." consolaba su madre a Hanbin mientras él dejaba salir todo lo que necesitaba. "Ya está acá, ya lo salvaste. Ahora todo será mejor."

De alguna manera, Hanbin llegó a estar acostado en el sillón con la cabeza recostada sobre el regazo de su madre, ella pasando sus manos por el cabello del ojinegro y de vez en cuando pasando sus dedos por sus mejillas, limpiando las interminables lágrimas.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora