Capítulo 19

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"¿Puedo llevar su desayuno a la mesa para que pueda comerlos allí?" preguntó Hao después de que Hanbin tomara las pastillas y el ojinegro dudó antes de contestar.

El joven esclavo debería estar descansando, no moviéndose sin cesar desde buena mañana.

Pero al verlo con los ojos grandes y brillantes, ansioso de poder hacer algo por él, no pudo negarse.

"Claro, ven." dijo Hanbin sonriendo y después de que el menor alzó el plato con los panqueques, lo guió hacia la mesa.

Cuando Hao iba a poner el plato sobre la mesa, sintió un mareo y se dió un pequeño tropezón. Hanbin rápidamente lo tomó del torso con un brazo y con el otro agarró el plato con panqueques para que no cayera.

"Lo siento, Señor." dijo Hao y se separó un poco de Hanbin para mirarlo con una pequeña sonrisa. "También le hice café, se lo traeré enseguida-"

"No pequeño." dijo Hanbin jalando una silla de la mesa y Hao lo miró con los ojos muy abiertos. "Siéntate y yo lo traeré. Tienes que descansar."

"No, S-Hanbin." dijo Hao mirando hacia el piso. "Solo fue un pequeño mareo, ya se me pasó-"

"Déjame cuidarte." interrumpió Hanbin con un susurro y el menor alzó su cabeza y lo miró a los ojos. Hanbin se quedó mirándolo un instante y luego alzó la mano para limpiar la harina que tenía el menor en la mejilla. "Déjame mimarte, ¿sí?"

Al escucharlo, Hao se sintió raro; no estaba acostumbrado a que le dijeran las cosas como pidiéndole permiso, siempre eran órdenes.

A pesar de eso, asintió y Hanbin sonrió. Le plantó un suave beso en la frente y luego caminó hacia la cocina.

Allí dentro encontró a su madre terminando de alistar su parte del desayuno.

"Después de comer debe descansar." dijo su madre cuando lo vio entrar a la cocina.

"Lo sé." respondió Hanbin y sacó el jugo del refrigerador. "Acaba de marearse y casi se cae. Le daré esto para que le suba un poco las energías."

"Eres increíble, Hanbin." dijo su madre y Hanbin la miró, sonriendo al ver la sonrisa orgullosa que tenía ella en los labios. "Lleva los platos y los cubiertos, yo llevaré esto y el café."

Juntos caminaron hacia la mesa y Hanbin frunció su ceño al no ver a Hao sentado en la silla. Al llegar al lado de la mesa se dió cuenta de porqué no lo veía; Hao estaba sentado en el piso, al lado de una de las sillas.

Con un suspiro, Hanbin puso las cosas sobre la mesa y se agachó al frente del esclavo.

Sintió como su estómago se retorcía al ver al menor mirarlo con una sonrisa, como si fuera normal que tuviera que comer a los pies de su dueño.

Para Hao, sí era normal.

"Pequeño, quiero que te sientes a mi lado en la mesa." dijo Hanbin y Hao, una vez más, abrió sus ojos como platos. "¿Harías eso por mi?"

Inmediatamente Hao asintió con su cabeza. Hanbin sonrió porque descubrió la manera para pedirle a Hao que hiciera ciertas cosas a las que no estaba acostumbrado. Usaría esa técnica al menos por ahora, luego tendría que aprender a hacerlas por sí mismo y no por Hanbin.

Con su ayuda, Hao se levantó y se sentó en una de las sillas. Hanbin prosiguió a poner el jugo frente al menor y sirvió un par de panqueques en su plato y en el de Hao.

"Buen provecho." dijo Hanbin cuando terminó y se sentó. Empezó a comer al igual que su madre, pero notó que Hao tenía sus manos a los costados y tenía la cabeza gacha. Intercambió una mirada con su madre y la mujer negó con su cabeza; ella tampoco sabía qué pasaba. Hanbin volvió a mirar al menor y se acercó un poco más a él. "¿Qué pasa, pequeño?"

Hao tragó grueso y carraspeó.

"N-No recuerdo como usar-..." empezó a responder en un susurro de manera que solo Hanbin lo pudiera escuchar, pero se interrumpió. Se moría de vergüenza, así que se limitó a señalar.

"¿No recuerdas cómo usar los cubiertos?" preguntó Hanbin tras ver lo que el menor señalaba y suspiró cuando el chico asintió con la cabeza. "No te preocupes, yo te puedo enseñar.

Hanbin puso sus manos sobre las de Hao y empezó a guiarlo en como usar los utensilios. El mayor podía sentir la mirada de su madre sobre ambos pero no le prestó atención, su prioridad en ese momento era Hao.

Cuando el menor logró manejar los cubiertos, Hanbin se incorporó en su silla y miró a su madre. El guiño que le mandó ella provocó que su cara se sonrojara completa.

A mitad del desayuno, notó que Hao estaba bajando la velocidad con la que comía y para cuando ya estaba él mismo terminando de comer sus panqueques, vió como el menor estaba empezando a cabecear.

Lo miró con ternura y puso su mano sobre su cabeza, acariciando con suavidad. El joven esclavo no había terminado de comer, pero Hanbin comprendía que el cansancio en ese momento era más grande que el hambre.

"Ven, vamos para que descanses." dijo Hanbin y el ojimarrón se sobresaltó; ya estaba más dormido que despierto.

"Pero los platos-"

"Los lavaremos juntos después de que descanses." dijo Hanbin y el menor asintió.

"Llamaré para confirmar que iremos esta tarde." dijo su madre cuando Hanbin ayudaba a Hao a levantarse y el ojinegro sintió que iba a devolver todo lo que había comido; había olvidado que debían ir al C.A.E.

Asintió vagamente y con una mano en la espalda del menor, caminaron hacia los escalones.

"Ven acá." dijo Hanbin y sin esperar una respuesta de Hao, puso una mano detrás de sus rodillas y lo alzó de la misma manera en que lo había hecho el día anterior, cuando había llevado a Hao a su habitación después de llegar del C.Α.Ε.

Hao estaba tan cansado que ni siquiera se sobresaltó por la acción de su dueño. Él solo sentía como si estuviera flotando y sonrió por la sensación.

Tampoco fue muy consciente de cuando Hanbin le ayudó a cepillarse los dientes ni tampoco de cuando lo arropó en su cama.

Lo único de lo que fue consciente fue del beso que dejó su dueño sobre su cabeza antes de caer dormido.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora