Capitulo 18

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Una punzada de dolor en la cabeza fue lo que provocó que Hanbin despertara del profundo sueño en el que había caído desde la madrugada.

Hanbin gruñó al recordar que había logrado dormirse hasta muy tarde y entendió que esa era probablemente la razón detrás de su migraña.

A la vez, recordó que se había dormido abrazando al joven esclavo y una sonrisa escapó en sus labios.

Olvidando su migraña, Hanbin palpó su cama aun con los ojos cerrados buscando el cuerpo caliente de Hao, pero su frente se arrugó al no encontrarlo.

Un poco asustado, Hanbin abrió los ojos y su miedo se elevó al no ver al esclavo por ninguna parte.

Salió disparado de su cama, enredándose en las cobijas y casi cayendo sobre su cara. Sin siquiera preocuparse por eso, Hanbin corrió al baño y abrió la puerta de golpe y sintió como su respiración se agitaba al no encontrar al menor allí dentro.

En modo pánico, Hanbin abrió de golpe la puerta de su habitación y bajó corriendo las escaleras, saltándose algunas y resbalando en otras, pero nada lo iba a detener en ese momento.

Mientras bajaba, pudo escuchar movimiento en la cocina y supuso que era su madre, así que corrió en dirección a ella.

"¡¡Mamá!!" gritó Hanbin cuando estaba cerca de la puerta y le dio un empujón a aquella, provocando que golpeara la pared en un golpe seco. "¡¡Hao no está mamá, ayúdame a encont―!!"

Hanbin se interrumpió al ver el par de ojos que lo miraban y asustados dentro de la cocina. Sus ojos inmediatamente se clavaron en Hao, quien tenía un poco de harina en su mejilla y tenía un delantal negro atado a su cuerpo. El menor lo miraba asustado y con los ojos abiertos como platos.

"Señor, ¿se encuentra bien?" preguntó Hao preocupado y se sorprendió al ver a su dueño caminar de manera acelerada hacia él. "¿S-Señor-?"

La pregunta murió en la boca de Hao cuando Hanbin lo tomó de los hombros y lo pegó a su cuerpo, envolviendolo en un abrazo y haciendo encajar la cara del ojimarron contra su cuello.

El menor podía sentir la respiración agitada de su dueño sobre su mejilla y siguiendo sus instintos, alzó sus manos llenas de harina y las posó sobre la espalda de Hanbin.

"Creí que te habían llevado..." susurró Hanbin de manera que solo Hao lo pudiera escuchar y el menor sintió como se formaba un nudo en su garganta al escuchar lo quebrada que salía la voz de su dueño.

Hao se sintió aun peor al darse cuenta de que había sido su culpa que Hanbin se preocupara de esa manera. Si no se hubiera levantado sin avisar...

"Lo siento, Señor." murmuró Hao contra el cuello de su Hanbin. "Y-Yo solo quería sorprenderlo con un desayuno, lo sien—"

"No pequeño, no te disculpes." interrumpió Hanbin al menor y se separó un poco del abrazo para poder mirarlo a los ojos. Su corazón se derritió al ver el minúsculo puchero en los labios del menor. "Me preocupé mucho, pero no te disculpes."

Hao sintió como un calor invadía su cuerpo... su Hanbin se preocupaba por él.

"Le prometo que el desayuno está rico." dijo Hao sonriendo de nuevo y Hanbin sonrió con él. "Lo preparé con mucho cariño y la Dama me ayudó." El menor se separó del abrazo y señaló a la pila de panqueques con chispas de chocolate que había hecho. "¡Mire, son sus favoritos!"

Al verlo tan emocionado por algo tan pequeño, Hanbin lo volvió a atraer hacia su cuerpo y lo apretó en un abrazo.

"Gracias pequeño, se ven deliciosos." Hanbin dijo y dejó un beso sobre la cabeza del joven esclavo.

Hao se sonrojó por la manera en que Hanbin lo había empezado a llamar y se acurrucó un poco más en el pecho de su poseedor. Hanbin suspiró al sentir la manera tan perfecta en que el menor calzaba entre sus brazos.

"¿Cómo amaneciste?" preguntó la madre de Hanbin, sacándolo de la burbuja de perfección en la que se había perdido. Sin soltar al menor, alzó su mirada y la miró directo a los ojos, sonriendo al verla a ella sonreir.

"Con un pequeño dolor de cabeza, pero nada grave así que -" empezó a responder Hanbin pero se vió interrumpido al momento en el que Hao se separó rápidamente del abrazo.

"¡Yo puedo traerle una pastilla, S-... Hanbin!" exclamó Hao emocionado y se sintió orgulloso al poder cambiar el "Señor" por "Hanbin".

"Te lo agradecería, pequeño." respondió Hanbin con una sonrisa y Hao caminó emocionado hacia el baño de la habitación, ya que ahí había visto las pastillas.

Hanbin lo miró con ternura al alejarse y de nuevo la voz de su madre lo devolvió a la realidad.

"Realmente no quiero romper con este momento tan bonito." dijo su madre en un murmuro amargo y Hanbin la miró confundido. "Pero esta mañana llamaron del C.A.E y mañana tendrás que ir y llevar a Hao contigo."

"¿¿Qué...?? No, mamá." respondió Hanbin alterado. "No. No voy a permitir que mi Hao vuelva a poner un pie en ese asqueroso lugar."

"Si no lo haces, vendrán aquí a llevárselo." respondió su madre manteniendo la calma e ignorando deliberadamente el hecho de que Hanbin había llamado a su esclavo "mi Hao"; esa era una conversación que tendrían otro día. Hanbin empezó a negarse de nuevo, así que siguió. "Escúchame. A Hao lo devolvieron por no seguir órdenes, así que lo único que te van a preguntar es que si el chico está cumpliendo tus órdenes o no. Eso es todo."

"¿Estás segura?" preguntó Hanbin después de quedarse pensándolo unos instantes y su madre asintió. "Bien."

En ese momento, Hao entró por la puerta emocionado porque traía las pastillas en sus manos y Hanbin sonrió al verlo tan vivo.

Prefería llevarlo él y responder a un par de preguntas en lugar de que llegaran a su casa para arrebatarle al chico.

Nunca nadie quitaría a Hao de su lado.



Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora