Capítulo 4

219 44 0
                                    

El viaje de vuelta a su casa se había sentido mucho más largo de lo normal y cuando Hanbin vió que al fin entraban a la calle donde vivían, sintió un alivio pasar por su cuerpo.

Cuando su madre estacionó el auto en el garaje, Hanbin salió y prosiguió a abrirle la puerta al joven esclavo.

Antes de que pudiera quitarle el cinturón, ya el chico se lo había quitado apresurado y bajaba con delicadeza del auto.

"Ven." Dijo Hanbin con suavidad y caminó hacia la puerta de su casa. La abrió y dejó pasar primero a su madre, luego al esclavo y luego él.

Estaba volteado cerrando la puerta cuando escuchó un fuerte golpe contra el piso.

Asustado, se volteó y vió al esclavo arrodillado frente a él. Hanbin miró a su madre en busca de ayuda, pero ella solo miraba al pobre chico arrodillado a los pies de su hijo.

"¿P-puedo hablar?" Tartamudeó el esclavo en un susurro y Hanbin sintió como su corazón se retorcía.

"Por supuesto que puedes hablar " respondió Hanbin queriendo llorar. "Puedes hablar siempre que quieras, no tienes que pedir permiso."

"¿A quien... ?" Empezó a preguntar el joven pero una leve tos escapó de sus labios. "¿Estaré al servicio de la Dama o el suyo, Señor?"

"A mi... " Respondió Hanbin tragando grueso. "Me estarás... Ayudando a mi."

Hanbin vió al chico asentir un poco y luego se quedó estático. Miró a su madre de nuevo, sin saber que hacer. Su madre señaló las escaleras y Hanbin sonrió agradecido.

"Ven, levántate." Dijo y extendió una mano para ayudar al chico. "Vamos a mi habitación. Bueno, nuestra habitación."

El chico miró la mano extendida pero no la tomó, sino que se levantó por sí mismo.
Hanbin empezó a subir la escalera y al mirar sobre su hombro, notó que al joven esclavo le costaba trabajo subir los escalones.

"¿Necesitas ayuda?" Preguntó Hanbin y el chico negó frenéticamente con su cabeza.

"N-no señor, yo puedo solo..."

"Regla #1: no me mientas." Dijo Hanbin  mirando al chico y lo vió como frenó sus intentos de subir por sí solo. "Preguntaré de nuevo, ¿Necesitas ayuda?"

"S-Si señor..."

Hanbin sonrió al escuchar la respuesta susurrada del chico y se acercó a él. Con mucho cuidado, lo alzó como alzan los Novios a las Novias en la noche de bodas y escuchó como el esclavo soltó un suspiro de sorpresa.

La sonrisa de Hanbin desapareció al instante de alzarlo; no pesaba nada. Necesitaba cambiar eso pronto.

Muy despacio para no lastimar al chico, Hanbin subió los escalones y llegó a su habitación. Por suerte la puerta estaba abierta, así que pudo entrar con fluidez y cuando iba a acostar al esclavo en su cama, el chico soltó un un grito desesperado.

"¡¡N-No, Señor!!"

"¿¿Que pasa??" Preguntó Hanbin asustado ante el repentino cambio del chico que aún tenía en sus brazos.

"En su cama no, Señor, no quiero ensuciarla."

Hanbin frunció su ceño y miró al chico. Estaba totalmente limpio.

Y luego sintió como su alma se le caía a los pies al darse cuenta de que no se refería a esa suciedad, sino a la suciedad de ser un esclavo.

"Por eso no te preocupes, ¿Si?" Susurró Hanbin al esclavo y con delicadeza lo depositó sobre la cama.

El chico se quedó rígido sobre la cama, como evitando moverse para no tocar más partes de la cama de las debidas.

Hanbin movió la silla de su escritorio y la colocó frente a la cama, sentándose justo al frente de Hao. Y se dedicó a observarlo.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora