Capítulo 31

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Los inexpertos y torpes labios de Hao se movieron despacio sobre los de Hanbin, su cuerpo estremeciéndose por el contacto.

Nunca había dado un beso, así que suponía que el cosquilleo que bajaba por toda su columna vertebral, provocándole encoger los dedos de pies, era totalmente normal.

Su agarre en la camisa del mayor se apretaba cada vez más y sentía como la mano de su Hanbin se apretaba cada vez más sobre su cadera.

Su respiración salía fuerte por su nariz y sentía la de Hanbin pegando sobre su labio superior.

Un retorcijón se instaló en su bajo abdomen al sentir como Hanbin tomaba su labio inferior entre los suyos haciendo una succión y provocando que saliera un jadeo húmedo de la garganta de Hao.

Al escucharlo, Hanbin gruñó y sin poder resistirse, mordió suavemente el labio del menor.

El cuerpo de Hao se estremeció con fuerza y cerró fuerte sus ojos. Nunca había sentido tanto en su vida y se sentía abrumado.

Suavemente, al notar el estado de Hao, Hanbin soltó el labio del menor y dejó un último y pequeño beso sobre sus labios calientes.

"Hey." susurró Hanbin al ver a Hao aun con los ojos cerrados y respirando agitado. Al escucharlo, el menor abrió los ojos y lo miró atento. "¿Estás bien?"

"S-Sí, Señor." respondió el menor en un susurro y Hanbin frunció su ceño al escucharlo.

"No me digas más señor, por favor." susurró Hanbin y con su mano acarició la cadera del menor. "No soy tu dueño, quiero que me digas Hanbin."

"Lo siento." respondió Hao y mordió su labio. "Es la costumbre, pero lo sé."

"No hagas eso." murmuró Hanbin con los ojos sellados en los labios mordidos del menor. "Me provocas y no quiero abrumarte más."

Al escuchar las palabras, una tímida sonrisa se asomó por los labios de Hao.

"De verdad estoy bien, es solo que nunca había hecho algo así y..."

"¿Y...?" preguntó Hanbin al ver que Hao se detuvo.

"...y se sintió muy, muy bien."

"Me alegra, bebé." susurró Hanbin y sonrió al ver el sonrojo de Hao por el sobrenombre. "Me alegra que te guste porque yo tampoco había hecho algo así."

"¿De verdad? Fui tu primer beso?" preguntó Hao con los ojos muy abiertos y Hanbin asintió. "Eso se siente bonito... saber que fui el primero."

"Bonito eres tu." susurró Hanbin y rió al ver a Hao acurrucarse en él y esconder su cara en su pecho. "Dios, te quiero tanto, pequeño, y esperé tanto para tenerte así."

"Yo te quiero más." respondió Hao con su rostro aún pegado al pecho de Hanbin, así que su voz sonó como ahuecada y Hanbin rió.

"¿Me acompañarás mañana a averiguar por opciones de universidades?" preguntó Hanbin susurrando y subió su mano para acariciar la cabeza del menor.

Sabía que debían hablar de lo que había sucedido, pero temía abrumar aun más al chico y asustarlo.

"Por supuesto que sí."

~

Al día siguiente, después del desayuno, se encontraban Hao y Hanbin en la habitación tomados de las manos y de pie uno frente al otro.

"¿Haremos esto cada vez que salgamos?" preguntó Hao con una risita y Hanbin deseó comérselo a besos.

"Me gusta, es como nuestro ritual." respondió Hanbin sonriendo.

"Ya sé que me protegerás." dijo Hao y Hanbin sintió que moría al ver lo adorable que se vió al decirlo. "Y sabes que no podremos actuar así afuera."

"Ya sabes que odio eso." respondió Hanbin y apretó su agarre en las manos del menor. "Pero sé que algún día seremos libres."

~

El viaje en auto fue un poco largo pero cómodo. Hanbin tenía planeado visitar tres universidades distintas en el día y la primera, que era la más cercana, quedaba a una hora de su casa.

Al llegar, estacionó su auto y con Hao siguiéndole los pasos cerca, entró al gran edificio.

Le costó trabajo encontrar la secretaría para pedir la información general, pero después de unos quince minutos, encontró la pequeña oficina.

Abrió la puerta y entró, pero antes de que Hao pudiera entrar tras él, el secretario los detuvo.

"No se permite el ingreso de esclavos en esta oficina." dijo el joven muchacho y Hanbin frunció su ceño. Muy pocos lugares restringían el ingreso a esclavos dado que estos eran los que hacían básicamente todo por las personas libres. "No nos gusta que ensucien."

La quijada de Hanbin se tensó inmediatamente e iba a abrir la boca, pero sintió a Hao moverse y se volteó para mirarlo.

El joven esclavo se había arrodillado al pie de la puerta con las manos en la espalda y se veía realmente tranquilo.

Eso no hizo más que perturbar a Hanbin.

A pesar de querer salir corriendo de ahí, el ojinegro trabó la puerta para que quedara abierta y caminó hasta la silla que estaba frente al secretario.

"Necesito información del campus en general." dijo Hanbin seco y cortante.

El joven le sonrió y sacó una serie de panfletos para luego empezar a explicar las bases.

Todo iba bien y la universidad parecía prometedora hasta que Hanbin notó que las habitaciones del campus eran extremadamente compactas.

"¿Dónde se quedan los esclavos de los estudiantes si las habitaciones son tan compactas?" preguntó buscando entre los panfletos.

"Oh, eso no está en ninguno de los panfletos porque no nos parece muy importante." respondió el secretario y Hanbin alzó la vista. "Se quedan en un depósito todos juntos en las noches. En las mañanas se les permite la salida a partir de las-"

"Gracias por la información pero ya no estoy muy interesado." interrumpió Hanbin y casi que lanzó todos los papeles sobre el escritorio del joven.

Sin mirarlo, volteó su cuerpo y salió del lugar, esperando un segundo en la puerta a que Hao se levantara y caminara junto a él.

Al llegar al auto, abrochó su cinturón y agarró con fuerza el volante.

"Debes dejar de reaccionar así." susurró Hao y con timidez posó su mano en la nuca del mayor para acariciar.

"Eso no va a suceder, pequeño." murmuró Hanbin y tomó la mano de Hao que estaba sobre su cuello para llevarla a su boca y dejar un beso en el dorso.

El viaje a la siguiente universidad fue igual de largo y en el camino Hanbin se fue relajando al ver la tranquilidad de Hao.

Una vez más, Hanbin caminó hasta la entrada del edificio con Hao siguiendo sus pasos. Pero antes de poder avanzar mucho allí dentro, escuchó como llamaban su nombre.

"¿Sung Hanbin?" escuchó y volteó a ver, sorprendiéndose al ver quien lo había llamado.

Era su ex compañero de la secundaria, Gyuvin.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora