Capítulo 21

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Después de darle el almuerzo, Hanbin llevó a Hao al baño para que se duchara y cuando el ojinegro le avisó que estaba listo, Hanbin entró para aplicarle más medicamento en los cardenales de su espalda y piernas.

Sonrió complacido al ver que estaban sanando muy rápido y que Hao ahora se movía con mucha más agilidad, dado que su cuerpo estaba dejando de doler.

Después de aplicarle la pomada, Hao se vistió con la ropa color café que le habían puesto en el C.A.E y ahora se encontraba en medio de la habitación con las manos de su dueño en las suyas, ambos de pie uno frente al otro.

"¿Estás listo?" preguntó Hanbin en un susurro y Hao sonrió al ver los nervios de su poseedor.

"Sí, Señor. Pero usted no parece estar listo." respondió Hao con una risita y Hanbin sonrió por la ternura, era la primera vez que lo escuchaba reír y ya se había convertido en su sonido favorito. "Yo estoy tranquilo porque sé que usted estará ahí conmigo. Y si usted está conmigo, entonces todo está bien."

A pesar de que a Hanbin no le gustaba que le hablara de manera tan formal, sintió que se derretía, una vez más, al escuchar las adorables palabras del menor.

"Eres adorable." dijo Hanbin y sonrió al ver el sonrojo que provocó en Hao. "Pero tienes razón, no pueden quitarte de mi lado, todo saldrá bien."

-

El viaje en el auto fue silencioso y un poco tenso. Hanbin iba en el asiento de copiloto y cada tanto miraba a su madre tras el volante. Cada vez que hacía esto, su madre le sonreía para darle el confort que el ojinegro necesitaba.

Más rápido de lo deseado, el auto se detuvo frente al gran edificio del Centro y Hanbin tomó un profundo respiro. Sin mirar a su madre, soltó su cinturón y abrió la puerta. Caminó hasta la puerta de atrás y la abrió. Metió medio cuerpo para soltar el cinturón del menor y Hao salió del auto, su cabeza gacha y sus manos unidas detrás de su espalda.

Hanbin sintió ganas de vomitar al verlo en aquella posición de sumisión.

"Todo saldrá bien, Hanbin." murmuró Hao y Hanbin se relajó un poco al escucharlo decir su nombre.

Hanbin asintió pequeño y le dió un suave apretón en el brazo al menor.

"Los esperaré aquí." Hanbin escuchó a su madre decir y la miró, relajándose aún más al verla sonreírle.

El ojinegro asintió una vez más y caminó hacia las puertas de C.A.E con Hao caminando detrás suyo.

Al entrar al edificio, vió de nuevo a la mujer sentada en el escritorio tecleando sin parar en el teclado de su computador. Al lado del escritorio estaba el hombre que había sido su guía leyendo unos papeles que estaban dentro de un folder.

Armándose de valor, Hanbin caminó hacia ellos y aclaró su garganta para llamar la atención de ambos.

"Vaya, ¿qué tenemos aquí?" dijo el hombre con una sonrisa de superioridad en su rostro. "¿Tan rápido te vienen a devolver?"

"¿En qué le puedo ayudar?" preguntó la mujer ignorando el comentario de su compañero y miró a Hanbin.

"Llamaron esta mañana diciendo que debía venir a responder unas preguntas." dijo Hanbin entre dientes, sus ojos sellados en el hombre que aun no dejaba de mirar a Hao.

"Claro joven, pase por la puerta de la der-" empezó a responder la mujer pero el guía la interrumpió.

"Sabía que no ibas a tardar en volver." dijo el hombre y Hanbin sintió su sangre hervir al ver que el asqueroso tipo veía de pies a cabeza a su pequeño. Cuando el hombre acercó su mano al esclavo, Hanbin sintió como su cuerpo se estremeció de furia.

Con su mano, le dió un fuerte manotazo a la del hombre antes de que pudiera poner un dedo sobre el menor. El fuerte golpe resonó en todo el aburrido y frío lugar y el hombre miró perplejo a Hanbin.

"No lo toque." dijo Hanbin con una voz baja y grave. Sus ojos habían oscurecido con el enojo y las dagas que enviaba con su mirada al tipo, provocaron que este retrocediera un par de pasos con los manos alzadas.

"No hay necesidad de ponerse violentos, joven." dijo el hombre mirando a Hanbin. "Es solo algo, solo un paquete más entre el montón-"


'¡NO ES UN PAQUETE! ¡NO ES NI "SOLO" NI "ALGO"! ¡ES UN MARAVILLOSO CHICO, IMBÉCIL!' pensó Hanbin y cerró sus manos en puños.


"No me gusta que toquen lo que es mío." respondió Hanbin después de unos instantes de silencio cargados de tensión. Por más que hubiera deseado decir lo que pasaba por su mente, sabía que podría en inmediato peligro a Hao.

"Joven." llamó la mujer con los ojos muy abiertos; estaba asustada al ver como el chico, que aparentaba ser inofensivo, había enfurecido tanto que hasta se veía más grande y fuerte. "P-Por la puerta de la derecha..."

Hanbin no quitó su mirada del hombre hasta que se volteó del todo y caminó hacia donde le había señalado la mujer.

En el pasillo, vió un letrero anunciando que había un baño en la siguiente puerta, así que al verificar que no había nadie a la vista, caminó apresurado hacia la puerta del baño y la abrió.

Sin tener que esperar a que le diera la orden, Hao entró por la puerta abierta y Hanbin entró detrás de él.

Tras ponerle seguro a la puerta, se volteó y de un jalón pegó el cuerpo de Hao al suyo. Con un posesivo agarre, rodeó su brazo por la cadera del menor y posó su otra mano sobre la cabeza del ojiverde, pegando la cara de Hao a su cuello. Sabía que lo estaba apretujando más fuerte de lo que debía, pero se sentía tan abrumado que no se podía controlar. Y el sentir el temblor del cuerpo de Hao no ayudaba; no se podía imaginar como se podría estar sintiendo él.

Al sentir los delicados brazos de Hao rodearlo por la espalda, su cuerpo fue abandonando los temores y su respiración agitada empezó a recuperar un ritmo normal.

Cuando al fin se sintió más tranquilo, y sintió que el menor estaba más relajado, aflojó el agarre en Hao y lo miró a los ojos.

"Eres perfecto." dijo Hanbin con convicción en su voz y los ojos de Hao brillaron. "No eres algo, eres alguien y eres perfecto. ¿Sí?"

Con suavidad, Hao asintió con su cabeza y Hanbin plantó un beso en su frente para luego abrir la puerta de nuevo y salir por el pasillo.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora