Capítulo 36

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El calor invadiendo su cuerpo y una resequedad entre sus piernas fue lo que provocó que Hao fuera despertando poco a poco.

Se removió incómodo tratando de separarse de aquel calor que lo rodeaba, pero al intentarlo sintió la vibración de un gruñido en su espalda y una sonrisa invadió su rostro.

Entonces pudo sentir el brazo sobre su torso, el pecho pegado a su espalda, el otro brazo bajo su cabeza y las piernas ajenas enredadas entre las suyas.

Entre sus manos tomó la mano que se posaba sobre su abdomen y la atrajo a sus labios para besarla. Luego con dificultad se volteó hasta quedar frente a frente a Hanbin. El brazo que lo rodeaba apretó su agarre y la sonrisa de Hao se ensanchó.

Sentía su cuerpo entero envuelto en sudor, dado que Hanbin era como un calentador portátil; el calor que irradiaba su piel era abrumador, pero no le importó. Sentir su sudor mezclarse con el de él lo hacía todo más real.

Más de él.

Casi tanto como lo había sentido la noche anterior.

Todavía podía sentir en la piel de sus caderas los fuertes dedos de Hanbin y podría apostar que habían quedado marcas.

Movió sus ojos a los hombros ajenos y vió las marcas rojas de cuando había enterrado sus uñas en ellos.

En lugar de sonrojarse o avergonzarse, se sintió feliz y orgulloso, porque aquellas representaban en su corazón que Hanbin era de él, tanto como él era de Hanbin.

Nunca olvidaría la manera en que se sintió cuando estuvo sobre Hanbin. Se sintió en control y aquello era algo que había olvidado cómo se sentía.

Cada segundo que pasaba, se daba cuenta que aquello que sentía en su pecho, aquella livianeza y aquella felicidad se traducían directamente en algo que no sentía desde que ingresó al sistema.

Se sentía libre.

Y no le importaba que no lo fuera ante el mundo. Ser libre en su mundo con Hanbin era suficiente para él.

De pronto los párpados de Hanbin empezaron a revolotear y Hao lo miró atento y con una sonrisa mientras despertaba.

"Buenos días." dijo Hanbin tan pronto abrió los ojos, una sonrisa en su rostro al ver la sonrisa de Hao frente a él.

"También te amo." dijo Hao y sonrió divertido al ver la expresión en el rostro de Hanbin. "Anoche me dormí antes de poder decírtelo, pero yo también te amo."

Una sonrisa se fue ensanchando por el rostro de Hanbin a la vez que Hao pasaba sus manos por el pecho del mayor en una caricia.

"¿Acaso hay una mejor manera de despertar?" preguntó Hanbin con una sonrisa y en ese momento se dió cuenta de que aquella era la manera en la que quería despertar por el resto de su vida.

"No." respondió Hao convencido y se acercó para dejar un casto beso en sus labios, a la vez que su estómago gruñía con fuerza por el hambre.

"Alguien tiene hambre." dijo Hanbin riendo y se empezó a levantar de la cama. "Iré a traerte el desayuno."

"No-" empezó a decir Hao moviéndose para levantarse, pero se detuvo con una mueca al sentir la punzada que subió desde su entrada hasta su media espalda. Hanbin sonrió compasivo y lo ayudó a acostarse de nuevo.

"Por eso dije que iré a traerte el desayuno." dijo Hanbin y besó la frente del menor. "¿Estás bien?"

"S-Sí." tartamudeó Hao soltando un suspiro y luego sonrió. "Lección aprendida: no intentar levantarme así después de hacer algo como lo de anoche."

"Fui muy brusco..." murmuró Hanbin arrugando su frente al ver las marcas de sus dedos en las caderas del menor.

"Fuiste perfecto." dijo Hao con seguridad y Hanbin lo miró a los ojos.

"Pero mira como dejé tu piel-"

"Eso me gusta." afirmó Hao y sonrió divertido. "No cambies nada, por favor."

Hanbin soltó una pequeña risa al escucharlo y se agachó para besar sus labios. Caminó hasta el baño y mojó un pequeño trapito para limpiar con cariño a Hao y luego lo cobijó con la sábana de su cama. Cuando terminó, caminó hasta su armario para vestirse y salió de la habitación rumbo a la cocina.

Conforme se acercaba más a ella, más invadía el delicioso aroma a comida.

"Buenos días." dijo Hanbin al entrar y ver a su madre acunando una taza de café en sus manos, de pie al lado de Haneul, quien preparaba el desayuno en la estufa.

Al escucharlo, su madre alzó la mirada y sonrió.

"Buenos días." dijo ella con cariño. Haneul le sonrió como saludo. "¿Cómo durmieron?"

"Muy bien." dijo el ojinegro sin poder evitar la gran sonrisa que brilló en su rostro. "¿Puedo llevarme el desayuno a mi habitación?"

"Claro, deja y te ayudo." dijo su madre y enseguida empezaron juntos a preparar dos platos con desayuno.

"Gracias, las quiero." exclamó Hanbin feliz caminando hacia la puerta para salir con la bandeja en sus brazos.

"Con gusto. Y por cierto, Hanbin" dijo su madre y el chico se detuvo para mirarla. "Para la próxima, cierra la puerta con llave." cuando Hanbin la escuchó, sus ojos se abrieron como platos y ella tuvo que hacer su máximo esfuerzo para no reír. "Está bien que en esta casa funcionemos de manera diferente a la convencional, pero no tanto como para querer volver a entrar a tu habitación en la mañana a saludarlos y encontrarlos desnudos, uno encima del otro."

Hanbin podría jurar que nunca en su vida se había sonrojado tanto como en ese momento. Asintió torpemente y subió rápido los escalones, ignorando las risas que salían de la cocina.

"¿Pasó algo?" preguntó Hao al verlo entrar a la habitación con un tono rojo adornando toda su piel.

"Nada, mi amor." dijo Hanbin, caminando hacia la cama y dejó la bandeja sobre ella. Luego se devolvió a la puerta y la cerró con llave. "Solo que esta puerta nunca más quedará sin seguro."

-

Había pasado una semana desde el día en que Hanbin había enviado el formulario de ingreso a la universidad.

En esos días se habían visto con Gyuvin y Ricky un par de ocasiones, ambas parejas regocijándose de poder ser ellos mismos frente a otras personas.

Y ahora Hao y Hanbin se encontraban en la cama de la habitación, acostados y abrazados mientras veían una película, hasta que escucharon a la madre de Hanbin llamarlos desde abajo.

Bajaron juntos y la encontraron en la sala de estar, una expresión difícil de leer en su rostro y un sobre en sus manos.

Antes de que Hanbin pudiera preguntar, la mujer extendió el sobre y de inmediato los dos comprendieron.

En el sobre brillaba el sello de la universidad a la que Hanbin había aplicado.

Con temblorosas manos, lo tomó y lo observó.

Sintió los brazos de Hao rodearlo a su lado y eso le dio la valentía para abrir el sobre y extender la carta doblada.

"Estimado joven Sung Hanbin, nos alegra informarle que ha sido admitido en nuestro programa universitario..."

Un grito de alegría escapó de su garganta al leer el contenido de la carta y soltó el papel para tomar el rostro de Hao y estampar muchos besos sobre la boca del menor, a la vez que su madre se acercó y los rodeó a ambos en un abrazo.

El momento fue interrumpido por el sonido del celular de Hanbin. El chico lo sacó de su bolsillo y contestó rápido al ver que era una llamada de Gyuvin.

"¡¡Ingresé!!" escuchó a Gyuvin decir y Hanbin gritó de nuevo con alegría.

Quedaba un largo camino por recorrer, pero la vida les estaba sonriendo y, por fin, las cosas estaban saliendo bien.

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora