Capítulo 20

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Al despertar, de lo primero que se percató fue de que unos dedos pasaban por su cabello y le enviaban escalofríos por toda la columna.

Inmediatamente una sonrisa invadió su boca al darse cuenta de que muy probablemente quien le regalaba las caricias era su Hanbin.

Sus párpados revolotearon un par de veces y al abrirlos por completo, se encontró a Hanbin sentado a su lado en la cama, efectivamente con la mano sobre su cabeza.

Sintió un calor instalarse en su pecho al ver la sonrisa que le regaló Hanbin al verlo despertar.

"¿Dormiste bien?" preguntó Hanbin sin detener las caricias sobre su cabello.

"Sí, Señor. Muchas gracias por dejarme descansar." respondió Hao e inconscientemente cerró sus ojos y movió su cabeza, como acariciándose a él mismo en la mano de su poseedor.

"No hay porqué agradecer, pequeño." murmuró Hanbin, enternecido al ver la acción del menor.

Su sonrisa se fue borrando de su rostro al recordar lo que debía hablar con su esclavo.

"¿Cómo siguió su dolor de cabeza?" preguntó Hao al abrir los ojos y ver la seriedad en el rostro de su poseedor.

"Oh, bien, ya se me quitó. Gracias por las pastillas." respondió Hanbin recuperando un poco la sonrisa. "Te traje el almuerzo, ¿tienes hambre?"

Hao frunció su ceño un poco; se suponía que era él quien debía atender a Hanbin, no al contrario. A pesar de esto, asintió pequeño y se acomodó hasta quedar sentado.

"Pero antes, necesito hablarte de algo." habló Hanbin y Hao se congeló en el lugar al escuchar la seriedad en la voz de su dueño. "Necesito decirte algo, pero primero necesito dejarte en claro algunas cositas. ¿Prometes no asustarte antes de que termine de hablar?"

Hao lo miró directo a los ojos y después de dudarlo, asintió. Hanbin se movió hasta quedar sentado al frente del menor y le tomó las manos.

"¿Recuerdas cuando te dije que nunca te devolvería y que siempre te protegería?" preguntó Hanbin y Hao asintió. "Necesito que recuerdes eso siempre. Nunca te devolveré ni permitiré que te quiten de mi lado o que te lastimen."

Hao se relajó al ver la genuinidad en el rostro del mayor y sonrió un poco, pero su sonrisa cayó al escuchar las siguientes palabras de Hanbin.

"Bueno, esta mañana llamaron del C.A.E." empezó a decir Hanbin y Hao apretó de manera casi dolorosa el agarre en las manos de su dueño. "Debemos ir esta tarde para testificar que todo va bien y saldremos de allí tan pronto terminemos." Hao solo asintió al escucharlo y Hanbin no pudo aguantarse más. "¿Me dirías qué opinas?"

"Sabía que lo llamarían, Señor." dijo Hao con los ojos aguados y Hanbin lo miró confundido. "Es parte del protocolo después de una devolución. A mi segundo poseedor lo llamaron para lo mismo... P-Pero odio ese lugar Señor..."

"Lo sé, pequeño." murmuró Hanbin y jaló a Hao para envolverlo en un abrazo. "Lamento tener que llevarte de nuevo a ese lugar, pero si no vamos, tratarían de llevarte y jamás permitiré eso."

Hao asintió contra su pecho y luego se separó muy despacio. Se quedó con la mirada baja al darse cuenta de que salir era sinónimo de contacto con personas en compañía de su nuevo y diferente dueño...

"Señor." dijo Hao alzando la mirada y Hanbin se sobresaltó al ver la seriedad en su rostro; de pronto no se veía tan joven. "¿Me permite decirle algo?"

"Por supuesto, sabes que no tienes que pedir permiso."

"Señor, cuando estemos afuera, no puede tratarme así." dijo Hao y Hanbin  frunció su ceño. "Afuera tiene que recordar que yo soy solo un esclavo-"

"No, pequeño, no me importa la gente-"

"No quiero que le hagan daño, Señor, por favor." interrumpió Hao a Hanbin y lo vió directo a los ojos.

A pesar de estar muy en desacuerdo, Hanbin sabía que Hao tenía razón. Si lo trataba afuera de la manera en que lo trataba allí, los pondría a ambos en peligro.

A la vez, sintió su corazón inflarse por ver la confianza que le tenía el menor como para decirle algo así.

"Bien." murmuró Hanbin y Hao le sonrió. "Pero no creas que te andaré tratando como una mierda."

"Sé que no será así." respondió Hao con una amplia sonrisa y Hanbin se relajó al verlo volver a ser su pequeño. "Mi Hanbin es bueno y jamás me haría daño, eso lo sé muy bien."

Una brillante sonrisa se asomó en Hanbin y le volvió a tomar las manos al esclavo, atrayéndolas hacia su boca y dejando un beso en cada mano.

"Exacto pequeño, tu Hanbin jamás te hará daño."

Liberame - Haobin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora