La cabeza de JungKook me pesa en el estómago. Mi móvil vibra en la mesilla de noche y me despierta. Lo hago a un lado con todo el cuidado del mundo y cojo el maldito aparato. En la pantalla brilla el nombre de mi madre y gruño antes de contestar.
—¿YoonGi? —dice severa al otro lado.
—Sí.
—¿Dónde estás? ¿A qué hora vas a llegar? —inquiere.
—No voy a ir, mamá.
—Es Nochebuena, YoonGi. Sé que estás enfadado por lo de tu padre, pero necesito que pases la Navidad conmigo. No deberías estar solo en un motel.
Me siento un poco culpable por no pasar las vacaciones con mi madre. No es la mujer más agradable del mundo, pero soy todo lo que tiene. Aun así, le digo:
—No voy a ir hasta allí, mamá. Está nevando y no quiero estar en casa.
JungKook se mueve y levanta la cabeza. Justo cuando voy a decir que no emita ni un suspiro, abre la boca.
—¿Qué pasa? —dice, y oigo el grito ahogado de mi madre.
—¡YoonGi Min! ¿Es que te has vuelto loco? —grita.
—Mamá, no quiero discutirlo ahora mismo.
—¡Es él, no me mientas! ¡Reconozco su voz!
Vaya asco de despertar. Me quito a JungKook de encima, cubro mi cuerpo desnudo con la manta y me siento.
—Voy a colgar, mamá.
—No te atrevas a colgar…
Pero me atrevo. Y luego pongo el móvil en silencio. Sabía que tenía que enterarse más tarde o más temprano, pero habría preferido que fuera más bien tarde.
—Vale, pues ya sabe que hemos vuelto… a estar juntos. Te ha oído y está hecha una furia —digo, y le enseño el móvil para que vea que mi madre ha llamado dos veces en menos de un minuto.
Se acurruca a mi espalda.
—Habría acabado enterándose de todos modos, mejor que haya sido así.
—Pues no. Podría habérselo contado yo en vez de haberlo descubierto ella sola porque te ha oído por el teléfono.
Se encoge de hombros.
—Lo mismo da: se habría cabreado igual.
—Aun así. —Me molesta un poco que JungKook reaccione de ese modo. Sé que mi madre le importa un bledo, pero al fin y al cabo es mi madre y no quería que se enterara de ese modo—. No te costaría nada ser un poco más amable.
Asiente y dice:
—Perdona.
Esperaba que se pusiera borde. Qué agradable sorpresa.
A continuación sonríe y me atrae hacia sí.
—¿Y si te preparo el desayuno, Daisy?
—¿Daisy? —inquiero con una ceja enarcada.
—Es pronto y no estoy muy fino con las citas literarias, pero estás gruñon… Así que te he llamado Daisy.
—Daisy Buchanan no era gruñona, y yo tampoco —refunfuño, aunque no puedo evitar sonreír.
Suelta una carcajada.
—Lo eres, y ¿cómo sabes a qué Daisy me refiero?
—No hay muchas y te conozco bien.
—¿Ah, sí?
—Sí, y que sepas que no me siento ofendido —lo pincho.
—Ya, ya…, Bennet —contraataca.
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KOOKGI : DESTROYED
Roman pour AdolescentsEs consciente de que era todo demasiado bonito para ser cierto. Ellos parecían hechos el uno para el otro, como dos almas gemelas, pero él lo ha roto todo, se ha acabado el sueño para siempre. ¿Cómo ha podido ser tan ingenuo? Si quiere recuperarlo...