—¿Estás bien? —me pregunta JungKook cuando por fin se van.
—Sí…, estoy bien —contesto.
—¿Qué te ha dicho?
—Nada…, quiere que la perdone. —Me encojo de hombros y nos dirigimos a la zona de tránsito.
Necesito procesar todo lo que Momo me ha dicho antes de comentárselo a JungKook.
Debió de asistir a una de sus fiestas antes de ir a Seattle, y Yuqi estaba allí. Casi resulta gracioso que me dijera que se acostó con ella la noche en que, en realidad, la rechazó. Casi. La culpabilidad que siento por haber besado a aquel extraño en un club mientras JungKook estaba quitándose de encima a Yuqi no tarda en ser mucho mayor que la ironía de la situación o el peso que me he quitado de encima.
—¿Yoon? —JungKook deja de andar y agita una mano delante de mi cara—. ¿Qué pasa?
—Nada. Estaba pensando en qué le compro a tu padre. —Se me da muy mal mentir, y mi respuesta sale más atropellada de lo que me gustaría—. ¿Le gustan los deportes? Creo que sí. Recuerdo que estuvisteis viendo juntos el partido de fútbol americano.
JungKook me mira un instante y luego dice:
—Los Packers, le gusta el equipo de los Packers.
Estoy seguro de que quiere hacerme más preguntas sobre la conversación con Momo, pero se contiene.
Vamos a una tienda de deportes y los dos estamos muy callados. JungKook escoge un par de cosas para su padre. No me deja pagar, así que cojo un llavero que había cerca de la caja registradora y lo pago sólo para fastidiarlo. Pone los ojos en blanco y le saco la lengua.
—Eres consciente de que te has equivocado de equipo, ¿verdad? —dice cuando salimos de la tienda.
—¿Qué? —Saco el pequeño obsequio de la bolsa.
—Es de los Giants, no de los Packers —se burla JungKook.
—En fin… —digo volviendo a guardar el llavero—. Menos mal que nadie sabrá que los regalos buenos son los tuyos.
—¿Hemos terminado? —lloriquea.
—No, me falta SeokJin.
—Ah, sí. Dijo que quería probar un pintalabios nuevo. ¿Era en tono coral?
Me pongo en jarras y me planto delante de JungKook.
—¡No te metas con él! A lo mejor debería comprarte a ti el pintalabios, sabes exactamente el tono y todo —lo riño.
Me gusta discutir en broma con JungKook, es mucho mejor que cuando vamos directos a las yugulares.
Pone los ojos en blanco pero sonríe antes de hablar.
—Cómprale entradas para el hockey. Eso es fácil y no muy caro.
—Buena idea.
—Lo sé —admite—. Qué pena que no tenga ni un amigo con el que ir.
—Yo puedo ir con él.
El modo en que JungKook se burla de SeokJin me hace gracia porque no tiene nada que ver con cómo se burlaba de él antes. Ahora ya no lo hace con malicia.
—También quiero comprar un regalo para tu madre —le digo.
Me lanza una mirada divertida, sexi e inofensiva.
—¿Por qué?
—Porque es Navidad.
—Cómprale un jersey —dice, y señala una tienda de ropa para ancianas.
La miro un momento y digo:
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KOOKGI : DESTROYED
Подростковая литератураEs consciente de que era todo demasiado bonito para ser cierto. Ellos parecían hechos el uno para el otro, como dos almas gemelas, pero él lo ha roto todo, se ha acabado el sueño para siempre. ¿Cómo ha podido ser tan ingenuo? Si quiere recuperarlo...