Capítulo 17

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Conforme desdoblo el papel, abro unos ojos como platos de la sorpresa. Toda la hoja está llena de garabatos negros, por delante y por detrás. Es una carta de JungKook. Casi tengo miedo de leerla…, pero sé que debo hacerlo.

Yoongi

Puesto que no se me dan bien las palabras a la hora de relatar mi vida interior, puede que le haya robado algunas al señor Darcy, ese que tanto te gusta. Te escribo sin ninguna intención de afligirte ni de humillarme a mí mismo insistiendo en unos deseos que, para la felicidad de ambos, no pueden olvidarse tan fácilmente; el esfuerzo de redactar y de leer esta carta podría haberse evitado si mi modo de ser no me obligara a escribirla y a que tú la leas. Por tanto, perdóname que me tome la libertad de solicitar tu atención; aunque ya sé que habrás de concedérmela de mala gana, te lo pido en justicia…

Sé que te he hecho demasiadas putadas, y que no te merezco, pero te pido…, no, te ruego que, por favor, pases por alto las cosas que he hecho. Soy consciente de que siempre te pido demasiado, y lo lamento. Si pudiera volver atrás y borrarlo todo, lo haría. Sé que estás enfadado y decepcionado por mis actos, y eso me mata. En lugar de inventarme excusas que justifiquen mi manera de ser, voy a hablarte sobre mí, sobre la persona que no conociste. Voy a empezar por las cosas que recuerdo. Seguro que hay más, pero juro que a partir de hoy no volveré a ocultarte nada a propósito.

Cuando tenía nueve años, robé la bici de mi vecino y rompí la rueda, y mentí al respecto. Ese mismo año lancé una pelota de béisbol por la ventana del salón y también mentí al respecto. Ya sabes lo de mi madre y los soldados. Mi padre se marchó poco después, y yo me alegré cuando lo hizo.

No tenía muchos amigos porque era un capullo. Me metía con los chicos de mi clase a menudo. Prácticamente todos los días. Fui un imbécil con mi madre. Ése fue el último año que le dije que la quería. Seguí metiéndome con la gente y comportándome como un gilipollas con todo el mundo hasta ahora, así que no puedo nombrar todas las situaciones, pero quiero que sepas que fueron muchas.

A los trece años, unos amigos y yo entramos en una tienda y robamos un montón de cosas de forma aleatoria. No sé por qué lo hicimos, pero cuando pillaron a uno de mis amigos, lo amenacé para que asumiese toda la culpa, y lo hizo. Me fumé mi primer cigarrillo a los trece. Me supo a mierda y me pasé diez minutos tosiendo. No volví a fumar hasta que empecé con la hierba, pero ya llegaremos ahí.

A los catorce perdí la virginidad con la hermana mayor de mi amigo Mark. Era una puta y tenía diecisiete años entonces. Fue una experiencia incómoda, pero aun así me gustó. Se acostó con todos nuestros amigos, no sólo conmigo. Después de hacerlo por primera vez, no volví a hacerlo hasta los quince años, pero después de eso ya no paré. Me enrollaba con cualquiera en fiestas, siempre mentía acerca de mi edad y las chicas eran fáciles. A ninguna de ellas le importaba una mierda, ni ellas a mí tampoco. Empecé a fumar hierba ese mismo año, y lo hacía con frecuencia. Comencé a beber más o menos al mismo tiempo, mis amigos y yo robábamos alcohol de casa o de cualquier sitio que podíamos.

Empecé a pelearme mucho también. Recibí lo mío algunas veces, pero la mayoría ganaba yo. Siempre estaba muy enfadado, siempre, y me hacía sentir bien herir a otros. Provocaba peleas todo el tiempo por diversión. La peor fue con un chico llamado Tucker, que provenía de una familia pobre. Llevaba ropa vieja y gastada y yo lo torturaba por ello. Le hacía marcas en la camisa con un boli sólo para demostrar cuántas veces se la ponía sin lavarla. Sí, sé que fui un capullo. Un día lo vi caminando y lo golpeé en el hombro sólo por joder. Él se enfadó y me llamó capullo, de modo que le metí una buena paliza. Le rompí la nariz, y su madre ni siquiera tenía dinero para llevarlo al médico. Después de aquello seguí haciéndole la vida imposible. Unos meses después, su madre murió y él acabó en una casa de acogida, de gente rica, por suerte para él. El día que yo cumplía dieciséis años, pasó por delante de mí en un coche. Era un vehículo de último modelo. Verlo me cabreó y quise buscarlo para romperle la nariz otra vez pero, ahora, al pensarlo, me alegro por él.

KOOKGI : DESTROYEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora