01.

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Estoy dejando todo atrás de manera definitiva, escapándome de un papá alcohólico que por poco me arrastra con él, dejando atrás mi vida, mis sueños, mis amigos. Estoy empezando de nuevo. Sola. El clima caluroso de buenos aires me recibe en este mes de marzo y me hace acordar por qué extraño tanto el invierno.

Quiero ponerme a llorar. Acabo de salir de un primer y último día de trabajo en el cual se supone que iba a ser mesera, pero el dueño sólo quería exhibirme con viejos verdes. Nunca me había sentido tan incómoda, tan sucia. Un bocinazo me saca de mis pensamientos de golpe y dejo de caminar cuando veo unas luces alumbrarme y cegarme. Se oye la frenada, y pongo las manos frente a mí como si fuesen fuertes para frenar una camioneta, resbalándome con mis propios pies y cayendo a la calle.

-¡Flaca! ¿No ves que está en verde? -Pestañeo sin poder ver bien la cara del conductor y reacciono; es un pelado que me mira enojado mientras se baja de la van.

No sé qué decir. La puerta de atrás se abre y de ahí se baja un rubio; tiene una gorra hacia atrás.

-¿Qué pasó, boludo? -pregunta y después me ve en el suelo.

-Nada, esta piba que cruza sin mirar.

-Bueno, che, perdoná -digo enojándome y parándome. Estoy harta de que me traten como el culo.

Me sacudo el short y me miro las rodillas que me golpeé en la caída, pero me chupa un huevo a esas alturas. Agarro las llaves que volaron cuando me caí y empiezo a caminar alejándome.

-Eh, pará... eu -me agarran del brazo y cuando me giro veo al mismo rubio que bajó segundo. Lo reconozco de la tele o algo de eso. -¿Te lastimaste?

-No te preocupes, estoy bien -respondo y sigo caminando.

-Che pero espera, te puedo alcanzar a tu casa o algo.

Paro y lo miro, pero la realidad es que no quiero ir a casa y no voy a ir a casa, definitivamente.

-No voy a casa. Pero si podés ayudarme, necesito ir hasta alguna farmacia -digo, y me miro las rodillas. No son más que raspones pero me la di con toda y me arde y sangra.

-Dale, sí. ¿Segura que estás bien? También puedo llevarte al hospital -sugierw con cara de preocupación y sonrío.

-Estoy bien.

-Bueno, vamos, vení.

Me subo al asiento de atrás con él, ignorando la presencia del pelado que me puteó hace minutos. La verdad es que no me estaría yendo en un auto con dos desconocidos si no supiera que él es famoso, y me cae la ficha de que es parte de la banda airbag.

-¿Sos famoso, no?-pregunto de la nada y él me mira levantando las cejas. Se ríe cortamente y se pasa el pelo atrás de la oreja.

-No me gusta llamarme así. Soy Guido.

-Quieras o no, lo sos -afirmo sonriendo y él levanta los hombros. -Soy Cielo -respondo, presentándome.

-Si seré curioso, Cielo... -murmura más relajado, mirándome. -¿qué hacías cruzando la calle en verde?

-Iba distraída, tuve un día choto. Pero mirá, por eso me gané ir en el mismo auto que Guido de airbag -digo haciéndome la orgullosa y él se caga de risa.

-Y te ganaste tremendo palo.

-Bueno che, algunas cosas cuestan -respondo riendome. -Nada que un par de curitas no solucionen.

-¿Para eso vas a la farmacia?

-Y sí.

-¿Y después? -pregunta y enseguida se retracta. -Re metido, disculpá, no tenés que responderme.

-No pasa nada -sonrío. -Y después no sé, siempre hay algo para hacer una noche de viernes. ¿Y vos?

-Acabo de dar un show hace unas horas. Hay un after pero paja de ir.

-Que ortiva.

-No hay nada que me interese hacer ahí -responde honesto.

-Ahí está la farmacia -dice el pelado frenando el coche y señalando afuera.

-Bueno, creo que esa es mi señal para desaparecer -digo mirando al rubio. Tiene una musculosa blanca que le deja al descubierto los bíceps que no puedo no mirar con disimulo. Y bue, para algo tengo ojos. -Un gusto, Guido de airbag.

-Dejame acompañarte a comprar las curitas.

Enarco una ceja y me río.

-No seas boludo, está bien.

-En serio, vamos.

Él se baja y espera a que yo vaya atrás, así que algo extrañada me bajo. Entramos en la famosa farmacia abierta las 24 horas y miro a todas partes buscando dónde podían estar las curitas.

-Ahí -digo, y voy a la góndola. Agarro una caja de 10 porque es la más chica y voy a la caja. -Ves que ni hacía falta que bajes, Guido.

-Sí hacía falta -me contradice, y se pone adelante para pagarle a la chica que me atiende.

-No, boludo, dejá yo tengo -me apuro a decir y reviso mi cartera revolviendo todo. Dónde chota está mi billetera. -Ay, jodeme...

-¿Qué pasó? -pregunta él agarrando las curitas y dándomelas.

-Perdí la billetera, la puta madre -puteo mientras sigo revisando. -No puedo ser tan boluda.

Salgo de la farmacia olvidandome por completo de todo, solamente quiero confirmar que fui tan pelotuda para perderla. Me siento al borde de la vereda y pongo la cartera en mis piernas empezando a revisar todo de nuevo.

-Capaz te la olvidaste en tu casa -dice Guido, que está parado al lado mío.

-No, la usé hoy -digo rendida, pasándome las manos por la cara. No estaba.

-Bueno, tranqui -me intenta calmar y quiero mirarlo con cara de culo, pero sé que es un esfuerzo con buena intención. Guido se sienta al lado mío y abre la caja de curitas sacando una. -Permiso, eh -dejo que la pegue en mi rodilla, y hace lo mismo con la otra. -Joya.

-Gracias. Pero en serio, gracias -le digo con total honestidad, sonriendo levemente. -Sos lo único bueno que me pasó hoy.

-Uh, que día de mierda habrás tenido entonces.

-La verdad que uno pésimo -respondo siguiendo la ironía.

-Ya que tu día no puede ir peor, ¿no querés acompañarme al after? -pregunta parándose y lo miro desde abajo sosprendida. Habla en serio.

-¿No era que te daba paja?

Me paro y él levanta los hombros.

-Si venís, ya no.

-Que chamuyero sos, ya te saqué la ficha.

Él se caga de risa fuerte, y echa la cabeza para atrás cuando lo hace. Sonrío. Capaz un cambio así de raro es lo que necesito esta noche.

-Aparte no tengo un mango, no sé si te acordas que perdí la billetera.

-No vas a tener que gastar nada, allá hay de todo. Y vas conmigo, tenés todo gratis.

-Ah y así te haces el humilde que no se considera famoso.

Guido se vuelve a reír a carcajadas. Me gusta escuchar esa risa.

-Bueno, acepto. Dudo que sea peor que todo este día.

-Olvidate, voy a seguir siendo lo mejor que te pasó hoy -dice sonriendo y haciéndose el canchero.

-Dale, vamos antes de que me arrepienta.

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tarde .guido sardelli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora