29.

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Hoy decidimos hacer una reunión entre amigos por invitación de Pato en su casa, así que voy a ir con Guido después del trabajo no sin antes pasar por casa a ducharme y cambiarme. Estoy perfumándome y pintandome los labios de un color vino que no uso hace bastante pero hoy me dieron ganas de usar. Me miro al espejo y me siento conforme con la pollera de jean, los borcegos que de caña media que me quedan a una altura entre medio de las rodillas y los tobillos, y una remera de Airbag que le robé a Guido y que me até con un nudo adelante para que no me quede tan holgada. Cuando estoy por mandarle al rubio un mensaje de que ya estoy saliendo veo que él ya me mandó otro. Al verlo frunzo el ceño y toco el botón de llamar. Su voz, mas bien su risa risueña, me atiende.

-Te dije que no me mandes un uber, yo lo iba a pedir -le reclamo.

-Ya esta pagado así que te lo tenés que tomar -dice ventajero y bufo, agarrando las llaves y él escucha. -Te veo enseguida, hermosa.

Sonrío, pero me hago la seca

-Chau.

Cuando llego a su edificio no hace falta que le avise porque sé que va siguiendo el viaje por gps, así que cuando el auto frena y me bajo lo veo en el hall apoyado contra el marco de la puerta, esperándome. Sus ojos viajan por mi cuerpo mientras me acerco y me pone nerviosa pero no lo demuestro.

-Qué mirás -digo y me acerco a darle un beso cortito en saludo. Su vestimenta es un pantalón cargo negro, una musculosa del mismo color que me encanta cada vez que la usa porque tengo toda la imagen de sus brazos y parte de su torso y espalda.

-Qué mirás -repite, y me doy cuenta que lo miré demasiado. Levanto un hombro y le saco la lengua, entrando, donde una señora de seguridad vigila a través de una pantalla ubicada al lado de la puerta y que no sé si es real o una grabación, pero me doy cuenta que sí esta ahí cuando Guido la saluda y ella contesta. Qué rara la nueva tecnología.

Entramos al ascensor y mientras subimos siento su mirada firme sobre mí, y paso el peso de mi cuerpo de pierna en pierna un poco nerviosa, mientras me miro las uñas fingiendo desinterés.

-No te sale... -murmura y lo miro levantando la ceja.

-¿Qué?

-Hacerte la otra, no te sale ya -insiste con una sonrisa ganadora.

-No me hago nada, dejá de mentir -digo mordiéndome el labio y bufando. Guido se cruza de brazos, marcándolos. Dale, Cielo, no lo dejes ganar, vos sos la que pone nerviosa a él. Me mira desafiante, elevando un poco el mentón y con una sonrisa traviesa en la cara que me hace titubear. -Basta -le advierto.

Las puertas del ascensor se abren y bajamos en su piso. Guido abre la puerta y me deja pasar primera.

-No hice nada -se defiende, riéndose.

Ruedo los ojos y cambio de tema.

-¿A qué hora tenemos que estar allá? -le pregunto, dejando mi riñonera en un perchero. Guido mira la pantalla de su celular para chequear la hora.

-Deberíamos estar en media hora, se supone. -Estoy por avisarle que tendríamos que apurarnos a ir saliendo pero sus benditos brazos me agarran, impidiéndome mover más que el cuello, el cual giro levemente a un lado para mirarlo. Guido me deja besos por debajo de la oreja, estremeciéndome. -Estás muy linda hoy -me dice y automáticamente estoy sonriendo.

-Ojo con lo que vas a hacer, Guido -le digo en tono amenazante corriendo un poco la cara a la defensiva porque no quiero que me muerda. Se le hizo una costumbre que sabe que me jode, aunque es más en joda que otra cosa. Él se ríe y sigue repartiendome besos mientras una de sus manos sube peligrosamente por mi cuello, atrapándolo suavemente.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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tarde .guido sardelli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora