21.

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Desde la vuelta de mar del plata todo parecía prometer un futuro tranquilo. Llega el día de mi cumpleaños y la primera sorpresa me la hacen mis amigos en el bar de Benja la misma noche del 16 de junio con un festejo. También están Guido y sus dos hermanos, estos dos últimos con sus respectivas parejas. La segunda gran sorpresa es que mi hermano esté ahi. El abrazo que le doy cuando lo veo me sana el alma.

—Te extrañé, pendejita —me dice al oído.

Verlo limpio y bien me pone contenta, es justo lo que necesito para que este sea, por fin, el mejor cumpleaños de mi vida. Nadie en el grupo, excepto Hana y yo, saben que Leo estaba en rehabilitación y la mentira que acordamos es que fue a un viaje por laburo en Usuahia.

—¿Cómo te está yendo por allá? —le pregunta Guido tomando una birra, al igual que todos. Estamos sentados alrededor de varias mesas que juntamos. Es mi mesa perfecta.

—Te cagas de frío, ¿no? —agrega Pato y nos reímos.

Me tensa un poco estar mintiéndoles a todos, incluído a Benja que es su mejor amigo. Leo la pilotea bastante bien.

—Me da paja hablar del laburo, hoy es para divertirnos —exclama sonriente después de contar unas cuántas mentiras sobre su viaje. Está tomando otra birra, lo cual no es problema porque terminé enterándome que su adicción eran las drogas, no el alcohol. —Y festejar el día de mi hermanita tan linda—dice mirándome con una sonrisa y me pellizca el cachete. Le saco la mano y lo miro mal. —Seguís teniendo el mismo carácter podrido.

—Habló...

Con el paso de las horas, mientras comemos una picada y tomamos más cerveza, cada uno está en la suya, más bien ellos, que juegan al truco, juego que nunca entendí y que tampoco me interesa. Guido se queda conmigo, estamos sentados uno al lado del otro mirando el juego y cagandonos de risa.

—¿La estás pasando bien? —me pregunta el rubio poniendo su mano en la parte desnuda de mi pierna donde el vestido negro de mangas largas no llega. Tengo unas botas hasta la altura de las rodillas, así que el frío no me afecta.

Lo miro y asiento con una sonrisa, mientras veo que él se toma lo último de su vaso.

—Voy a buscar más cerveza —le digo, parándome.

—Te acompaño.

—Che, ¿alguno quiere más cerveza o algo? —pregunto hacia los demás que discuten entre risas una jugada.

—Yo.

—Y yo.

—Nosotros también.

Básicamente todos. Enseguida se enfocan de nuevo en el juego y yo miro a Guido, haciéndole señas para ir a la cocina. Empujo la puerta de madera y una vez adentro prendo la luz.

—¿Cuál querés...? —Cuando me giro para preguntarle a Guido qué cerveza quiere me lo encuentro más cerca de lo esperado y me choco, tambaleándome.

—Guarda —se me burla, agarrándome. —¿Ya en pedo?

—No, vos me asustaste —respondo.

—¿Tan feo soy?

Lo miro, sin alejarme, con una sonrisa.

—Horrible.

Él me sonríe y me hace apreciar esa boca tan espectacular con la que fue bendecido y que es la envidia de cualquier mina con y sin hialurónico. No me resisto y tengo que besarlo, sentir esos labios carnosos y que su boca cubra casi por completo la mía cada vez que me besa. Sus manos poco prudentes se deslizan por mi espalda y bajan a mi cola, empujándome más hacia su cuerpo. Mis brazos rodean su cuello y mis manos su nuca, metiéndose entre sus rulos. Me hace caminar en reversa sin dejar de besarme y no abro los ojos, me dejo llevar, y mi andar se frena cuando siento la pared en mi espalda. Guido va frenando el beso y yo le muerdo el labio, succionandolo suavemente.

Abro los ojos, el labial rojo que tengo deja rastros en su boca pero me olvido de eso cuando su lengua empieza a recorrer mi cuello y sus dientes van dejando pequeñas mordidas. Levanto el cuello, agarrada de sus hombros, y él mete sus manos por abajo de mi vestido para agarrarme de las nalgas y masajearlas mientras vuelve a besarme. Jadeo sobre sus labios, ida, hipnotizada por él.

La carcajada de Pato en el salón de al lado me saca de ese trance y sonrío, él también, interrumpiendo a cuestas ese beso.

—Acá no podemos —le digo, riéndome y empujando su pecho con muy poca voluntad. Guido suspira.

—Me encantás —dice mirándome intensamente, y aleja sus manos de mi cuerpo no sin antes acomodarme la parte de abajo del vestido.

—Vos a mí —respondo. —Vamos o estos mal pensados van a creer cualquier cosa.

—Muy errados no van a estar —murmura Guido y nos reímos.

—Pará, vení que tenés un poco de labial —lo freno antes de que abra la heladera, él se acerca y extiendo las manos hacia sus mejillas, limpiando el labial con los pulgares.  Tiene un rastrito de barba que me raspa. —Listo. ¿Yo estoy bien? —le pregunto haciendole piquito.

–A ver, un poco acá —me dice y dejo que sus manos me toquen la cara, pero el muy vivo me toma de las mejillas y me come la boca de nuevo. Me resisto apenas una vez y cedo.

Después de unos besos más finalmente agarramos las birras de a packs y volvemos con todos. Hay otro ambiente. Gastón, su novia, Benja, Pau, Leo y Hana están charlando, Pato y la chica con la que vino, simpática a pesar de lo extremadamente cheta, se están chapando un poco más alejados.

—Voy al baño —le digo a Guido un ratito después.

—Fuiste hace cinco minutos —me dice riéndose y se toma el último trago de su vaso.

—Es la birra —me excuso levantando los hombros. —Ya vengo.

Medio despacio ya por los efectos del alcohol camino hacia el baño sabiendo que Guido me mira atento y que si me tropiezo o camino torcido va a tener un motivo para descansarme, y no se lo voy a dar. Por suerte me puse botas y nada alto.

Cuando entro a los baños me meto en un cubículo y me doy cuenta que hay alguien en el de al lado. Es tanto en cámara lenta como en cámara rápida que veo una bolsita transparente con un polvo blanco adentro caerse al suelo y ser atrapada rápidamente por una mano que distingo como la de mi hermano por el tatuaje en el dedo. Me quedo inmóvil. Él parece no darse cuenta de mi presencia y yo tampoco me delato. Escucho todos sus movimientos y en mi cabeza siento como si estuviese viéndolo inhalar eso.

Cuando por fin lo escucho salir e irse del baño los ojos se me humedecen y me arden. No puedo procesar, no quiero hacerlo.

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Holu sientanse libres de comentar si quieren, no muerdo jajajaja

tarde .guido sardelli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora