Cuando vuelvo donde están los demás trato de disimular con mi mayor esfuerzo todo. Guido me pregunta varias veces si estoy bien y asiento forzando una sonrisa. Mi hermano actúa como si nada y apenas puedo verlo, la sensación es mucho peor cuando después de que me cantan el feliz cumpleaños él me abraza. Me contengo para no gritarle y cagarlo a puteadas por chanta.
Al rato la novia de Pato dice que tiene entradas vip para un boliche de la zona y nos invita a todos, Gastón y su novia se niegan porque no es su onda y vuelven a su casa, Pato, Pau y Benja aceptan. Hana también y Leonardo igual.
—Yo no quiero, chicos, en serio —digo de nuevo. —Vayan ustedes.
—Dale, boluda, es tu cumple —dice Pau, quejosa. No tengo mucha paciencia, ni ánimos, ni energía, quiero escaparme y es difícil con todos encima.
—Vamos un rato —se mete Leonardo y lo miro, está abrazado a su novia. Miente perfecto.
—Dale, Cielo —pide Benja.
—No, de verdad, vayan —digo alejándome para agarrar mi campera y mi cartera. Me quiero ir a la mierda rápido. —Yo voy a dormir.
Guido vuelve del baño y trata de entender todo sin éxito.
—¿Qué pasa? –pregunta, confundido.
—Vamos a ir a bailar pero Cielo se puso ortiva —me delata Pau, demasiado en pedo para darse cuenta que está siendo pesada. Finjo una sonrisa.
—Ya les dije, voy a casa yo.
—No quiere ir, qué problema hay —me defiende Guido.
—Que es su cumple —insiste Pau y me abraza apoyándose en mi. Sonrío incómoda. —Dale, amiga, vamos.
—Pau, en serio, basta —le pido paciente tratando de que deje de abrazarme tan torpe.
—Vamos.
—¡Eso, la vas a pasar bien! —exclama Benja abrazándome del otro hombro.
—Chicos, dejen de joder, posta —repito, ya con poca sonrisa. Ellos en pedo no me hacen caso, y la gota que rebalsa el vaso es el abrazo pesado de Leonardo y su insistencia.
—Dale, pendeja, vamos.
—¡No quiero, dejame en paz! —grito harta hacia él sacando un poco del enojo acumulado. Cuando me doy cuenta todos me miran sorprendidos y sin una sola sonrisa. Trago saliva. —Perdón, no es con ustedes... —dejo las palabras en el aire y me doy la vuelta saliendo de ahí, ni siquiera me pongo la campera que tengo en las manos y el frío de la madrugada me congela la piel. Pero soy libre.
—¡Cielo, pará!
Es Guido. No freno porque estoy demasiado enojada y no quiero agarrarmela con él.
—Guido, dejame —pido sin parar de caminar. Él me alcanza y suspiro, mirándolo a regañadientes.
—¿Qué pasó? ¿Por qué te pusiste así?
—Quiero estar sola, ¿tan difícil es, loco? —me quejo enojada, histérica.
—¿Así de la nada? —me pregunta él, serio.
—Sí, ¿me podés dejar en paz? —pido con un trato mal dirigido hacia él. No soy consciente en ese momento de lo mal que lo estoy tratando, estoy con mi mecanismo de defensa. Me voy a arrepentir.
—No. No podés vivir desapareciendo siempre, me tenés podrido.
—Yo puedo hacer lo que quiera —le digo.
—Sí, siempre lo hiciste y te chupó un huevo si a otros les jodía —afirma con el ceño fruncido y una expresión de enojo que desconozco.
—¿Qué me venís a reclamar si vos sos igual? —respondo indignada. —¿O me vas a decir que lo nuestro iba en serio? —pregunto irónica, dolida, soltando palabras sin pensarlo. Veo cómo su cara cambia y sé que la cagué. Aprieta los labios formando una línea y asiente varias veces.
Después de eso no hay más discusión y el clima se torna tenso, mientras me lleva a mi casa no me dice nada y yo tampoco, estoy concentrada en no llorar o romper todo mientras la imagen de mi hermano se me viene a la mente. ¿Cómo se puede ser tan hijo de puta?
Cuando llegamos frena el auto.
—Gracias —digo sin mirarlo. —Chau.
—Chau.
Esa madrugada termina convirtiéndose en una pesadilla, al rato llega Leonardo y piensa que estoy en el sillón dormida pero sólo tengo los ojos cerrados. Lo escucho dar pasos lentos y arrastrar los pies al caminar tratando de no hacer ruido para despertarme, se encierra en el baño y me siento, clavandome las uñas en las palmas de las manos de forma inconsciente. No sé bien qué quiero hacer.
—Cielo, la puta madre, me cagué todo —se queja cuando sale del baño y me ve. Se sorbe la nariz un par de veces con disimulo. Lo hizo de nuevo. —¿Estás bien, qué pasó hace un rato?
Se intenta acercar a mí y sentarse a mi lado pero de un movimiento brusco me paro, mirándolo seria. Él no entiende y se para.
—No te acerques —le advierto. Nos quedamos mirando, sus ojos están vidriosos y dilatados, victimizados. —¿Para esto viniste?
Su mirada muestra culpa y la mía desprecio.
—¿De qué hablás, boluda? —me pregunta haciendo montonsito y riéndose cortamente, nervioso.
—De esa mierda hablo —lo señalo y me le acerco enbroncada revisándole los bolsillos.
—¿Qué haces, loca? Soltame, salí —pide tratando de frenarme y evitarlo.
No paro. Forcejeo con sus manos y cuando logro meter una mano en el bolsillo de su campera y sacar esa bolsita me da un empujón que me hace tambalear y caerme al suelo. Lo miro sorprendida y decepcionada.
—Perdón.
—Andate —le grito. —¿Cómo podés caer en lo mismo después de todo lo que vivimos con papá? —pregunto incrédula, ahogándome en mis lágrimas que ya no puedo aguantarme.
Él me mira enojado y se va del departamento dando un portazo.
Que infeliz cumpleaños, Cielo.
![](https://img.wattpad.com/cover/365125029-288-k645662.jpg)
ESTÁS LEYENDO
tarde .guido sardelli.
Fanfictionte acordaste tarde en llamar, tarde en estar, ya no importa más.