24.

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Con la plata que conseguí Leonardo puede saldar su deuda. Hana no quiere verlo ni en figurita, y un poco de razón tiene, así que soy yo la que lo acompaña a internarse de nuevo. Me cuesta. Trato de no ponerme mal pero termino llorando abrazada a mi hermano y él igual.

-Vas a estar bien, idiota -le aseguro, sonriendole y secándome las lágrimas. -Cuando salgas vas a meterte a la facu a retomar arquitectura y me vas a mantener.

Él se ríe y asiente.

-Obvio, pendeja. Por vos haría todo.

-Cuando permitan visitas acá me vas a tener.

-Uf, ojalá no las permitan nunca porque bastante pesada sos...

Lo empujo suavemente y me río. Lo quiero tanto.

Vuelvo a casa en un colectivo por suerte vacío con una sensación de angustia pero también de esperanza para él, para mí, para nuestro futuro. Cuando me bajo camino las cinco cuadras y llegando a casa veo a Benja en la puerta del edificio esperándome, y me tenso. Renuncié hace unos días.

-Hola... -murmuro, acercándome, y él me saluda con un movimiento de cabeza.

-Quería ver a tu hermano.

Su semblante frío y serio me hacen sentir mal. Benja nunca fue así conmigo.

-Eh... volvió a Usuahia.

-¿Sí? -pregunta, cruzándose de brazos; sospecho que no me cree. -¿Y se fue solo? Porque hoy me crucé a Hana.

-Ajá... -respondo bajito mientras saco las llaves e intento meter torpemente la misma en la cerradura.

-Son unos mentirosos -me dice de repente y siento eso como una patada al pecho. Me doy vuelta y lo veo con los ojos vidriosos. Está mirándome con decepción. -¿En serio tengo que enterarme así que él esta en rehabilitación?

-Leonardo no quería contarlo -me excuso.

-¡¿Sos joda?! ¡Es mi mejor amigo! Él es un pelotudo por no contarme y vos sos su cómplice.

-Pará, bajá un cambio, loco -le digo frunciendo el ceño.

—No bajo nada, ustedes para mí son como mi familia, nunca les exigí nada y siempre estuve. Veo que yo para ustedes no significo lo mismo.

-No iba a traicionar la confianza de mi hermano.

-¡¿La confianza de qué?! No soy un cualquiera, boluda, ¿en serio van a seguir con esta mierda solos?

-Estamos bien -miento, manteniéndome firme. Benja me mira incrédulo y se seca bruscamente las lágrimas de los ojos. Nunca lo vi llorar.

-Sí se nota, eh... -dice irónico. -Nos tuvieron a todos estamos preocupados, a Paula, Pato, Guido... ¿qué pasó con él? Quedó re bajoneado por vos.

Enterarme eso sobre Guido me duele.

-¿Qué te importa? Demasiados problemas tengo, no me jodas, Benjamín.

—¿Que no te joda? ¿Para vos nosotros, tus amigos, te jodemos? —pregunta señalándose. Corro la mirada y no emito sonido. —Si seguís alejando a todos los que quieren ayudarte te vas a quedar sola, Cielo.

Levanto un hombro restándole interés pero en realidad me angustia que todos se alejen y no saber cómo evitarlo. Son demasiadas cosas. Benja bufa y se ríe sin una pizca de gracia, sino con decepción. Se aleja sin decir más nada y yo tampoco lo freno.

(...)

Pasaron un par de semanas para Cielo sin tener noticias de nadie más que de su hermano, que al estar en su tratamiento de desintoxicación no tiene permitido comunicarse, así que una psicóloga le da los partes médicos a ella.

Cielo también se va enterando de cosas de Guido por lo que se dice en las redes, habían estado en europa y retomaban la gira por provincias de Argentina. Le da una pizca de tranquilidad saber que está bien, también verlo; pasaba muchas noches viendo vídeos de él dando shows.

Esa noche, mientras está acostada, le aparece un vídeo del show de hace unas horas y puede ver a Guido sentado frente al piano cantando su canción favorita, Mila, saturno y el río. Lo escucha, los ojos se le llenan de lágrimas y se da cuenta que lo esta extrañando más de lo que pensaba. Se acuerda cuando Guido le cantó esa canción la primera vez y lo fanática que se había hecho de la misma repitiéndola reiteradas veces sólo para escucharlo a él y a su letra. En ese entonces confirmaba que Guido le gustaba.

Guido también piensa mucho en Cielo, la canción la cantó esa noche porque necesitaba de alguna forma sentir que conectaba con Cielo, aunque no supiera nada más que lo que Benja le había dicho la última vez: "Cielo se alejó, dijo que no la jodamos".

Esa frase se repite en la cabeza de Guido cuando está en silencio tirado en el sillón como ahora. No quiere creer que Cielo dijo algo como eso pero la pelea que tuvo con ella le da motivos para creerlo. Quizás no es la chica que creyó. Quizás la idealizó. Lo pone de mal humor el tema.

-Che, vamos a salir esta noche un rato, dale, boludo. Tengo un conocido en un boliche tranqui -lo intenta animar Pato, consciente de que su hermano sigue bajoneado por ella.

Habían dado un buen show en Córdoba y les quedaban tomarse unos de descanso pero Guido no quiere saber nada de salir y, de hecho, estar de gira le gusta y le sirve de distracción. El tiempo libre lo lleva un poco al lado depre.

-Ni en pedo, andá vos -le responde Guido, tomándose el resto de la lata de birra que tenía en la mano. La estruja entre sus dedos ya vacía y la tira a la mesita del living.

Pato bufa. Estuvo toda la tarde buscando el momento para sacarlo de su cueva, pero es imposible.

Desde que Guido conoció a Cielo lo volvió loco no poder llegar a ella tanto como ella llegó a él. Nunca quiso presionarla, conoció partes nuevas, pero siempre faltó algo, Cielo siempre daba un paso atrás. ¿Cómo alguien podía entenderlo tan bien y a la vez ser tan complicada para entender?

tarde .guido sardelli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora