27.

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Hace un par de días que Guido y yo no hablamos desde esa pelea. Lo único que hice constantemente y que me hace sentir cerca suyo, aunque no calme mi ansiedad, es entrar a nuestro chat de WhatsApp y ver que está en línea de vez en cuando. No pierdo tiempo pensando con quién habla, tampoco me importa, lo único que hago es quedarme mirando esas dos palabras hasta que desaparecen mientras controlo mis dedos para evitar escribirle. Necesita espacio de mí.

Conseguí otro trabajo que me mantiene ocho horas al día ocupada atendiendo el teléfono a pesar de que odio hablar por teléfono con desconocidos. La plata fácil ya no es una opción para mí, y al menos me distrae de no pensar tanto en Guido o deprimirme encerrada.

Estoy cerrando la puerta del edificio en mi vuelta a casa a las nueve de la noche cuando siento vibrar mi celular de nuevo, el cual lleva haciéndolo las últimas cuadras. Lo saco ya harta preguntándome quién me llama a esta hora si literalmente no hablo con nadie y en la pantalla leo el nombre de Guido. El corazón me da un salto y la llamada se corta antes de que conteste. Pienso que capaz se confundió, pero a los segundos vuelve a sonar.

-¿Hola?

-Al fin me atendes, boluda -me dice alguien que claramente no es Guido, es Pato. -¿Estás en tu casa? ¿Podés venir al bar de Benja?

-¿Pato? ¿Para qué?¿Que haces con el celular de Guido? -pregunto confundida y cierro la puerta a mis espaldas.

-No tengo batería, no importa, nena, venite al bar, Benja está re del orto y no quiere decirnos qué le pasa pero se puso en pedo y por poco rompe todo -comenta, preocupándome.

-¿Y Guido?

-Lo está tratando de ayudar. ¿Podés venir? Te mando un uber.

-Eh... tranqui, yo voy, en quince estoy.

Cuando corto la llamada me quedo unos segundos desorientada mirando la pantalla. Tengo un par de WhatsApp de Pato, de Guido, de Pato desde el WhatsApp de Guido, y uno de Pau, este último me llama la atención.

"Cagué a Benja, soy una mierda"

La puta madre. No le respondo, primero quiero ir a ver que Benja esté bien, aunque lo dudo. Me tomo un uber para llegar más rápido y cuando bajo golpeo la puerta de entrada del bar pero nadie me abre.

Impaciente, voy para atrás y entro por la cocina. Todo está en silencio. Cuando abro las puertas hacia el salón veo platos y vasos de vidrio desparramados, botellas de alcohol, sillas tiradas. Mi vista va hacia donde escucho un llanto, es Benja, que está sentado en el suelo con la cara escondida entre las rodillas. A su lado está Guido agachado, tocándole el hombro.

—Tranqui, amigo, va a estar todo bien —escucho que le dice, intentando animarlo. Cuando escucha mis pasos Guido me mira y se me revuelve el pecho.

-¿Qué pasó? ¿Benja? -le pregunto, llamando la atención de este último. Benja tiene los ojos rojos y humedecidos, un poco hinchados, y apenas me ve acercarme me abraza con fuerza sin dejarme reaccionar. Le respondo con desconcierto y él solloza. Nunca lo vi así. -Benja, no me asustes, ¿qué pasa?

Se separa y se seca las lágrimas con violencia usando los puños.

-Me cagó.

-¿Quién? -pregunto y sacudo la cabeza retractandome de la boludez que dije. -¿Pau?

Él asiente. Es un tema delicado, no sé que preguntar o qué tengo que hacer. Benja estuvo con Pau desde antes que yo los conociera. Guido se aleja unos pasos y saca su celular dándonos privacidad así que Benja se anima a soltarse un poco más.

-Boluda, le llegaron unos mensajes de un tipo y los leí. Se hizo la otra al principio pero después me contó todo, me pidió perdón, se puso mal -cuenta casi sin frenar a respirar.

tarde .guido sardelli.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora