Lo entiendo.

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Aunque los dumpling estaban deliciosos, el amargo de su boca persistía.

- ¿Hijo? – Le llamo la atención su padre. - ¿Qué ocurre? ¿Paso algo malo en la escuela? ¿Alguien te dijo algo malo?

- No, para nada. Todo es genial en la escuela, tengo muchos amigos. – Respondió con una media sonrisa.

- Entonces ¿porque no has tocado tu comida? – Siguió cuestionando preocupado.

- Yo... - Miro el tazón de sopa intacto. No tenía hambre. Solo quería subir a su habitación y estar solo un rato. – Fui a comer dumpling con mis amigos y creo que me sentaron mal.

- Traidor. – Replico su padre molesto. - ¿Al menos estaban buenos?

- Algo. – Acepto el chico. – Le ponían un poco de cacahuates molidos para que sea un poco crocantes. Fue interesante.

- ¡Que aberración! Con razón te enfermaste. – Se quejó mientras cambiaba el tazón por otro que solo tenía sopa y un poco de verdura. – Tomate esto y descansa un poco.

Se forzó a terminar el plato y subió a su habitación. Se dejó caer sobre su cama soltando un suspiro, saco su teléfono y abrió el chat de Tigresa, casi nunca hablaban, la mayoría de los mensajes eran memes que él le enviaba, que ella jamás respondía.

- Era obvio que reaccionarias así. – Dijo mientras miraba el poster que tenía de Tigresa.

Se levantó y lo tomo de las orillas dispuesto a quitarlo, pero simplemente no podía. Una cosa era dejar de ser amigo de Tigresa, pero siempre seria su admirador. Quería al menos quedarse con esa conexión con ella.

Se sentó en la orilla de su cama soltando un suspiro cuando su teléfono sonó.

Lo tomo con desgano y su corazón dio un vuelco cuando vio que era un mensaje de Tigresa.

Abrió emocionado el chat, pero era solo la división de los temas del trabajo de historia.

- Por supuesto. – Replicó dejándose caer una vez más. – Estúpido corazón. ¿Por qué anhelas algo que jamás tendremos? – Volvió a mirar la imagen de Tigresa. – Algo que jamás vamos a merecer.

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Tigresa salió del palacio para correr con la excusa de calentar un poco, pero la verdad era solo que quería despejar un poco su mente. No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido hacia una semana con el maestro Oogway; estaba agradecida con el anciano por no decirle nada a Shifu, pero aquella conversación no la tranquilizo, al contrario, su mente estaba más nublada que nunca. Aquello estaba afectándole en la escuela y sobre todo en el kung fu.

- Hice lo correcto. – Se repitió.

Aquel había sido su mantra desde que salió de la escuela.

Estaba por dar media vuelta para volver cuando se topó con Mono que llevaba unas cajas de verduras.

- Hola. – La saludo el chico dejando las cajas en el suelo para secarse el sudor.

- ¿Qué haces en la verdulería del señor Xao? -

- Mi mamá me consiguió este trabajo para que pague la abismal cuenta que deja en su tarjeta gracias a la innombrable. – Respondió con una sonrisa. – Al principio lo odie, pero la verdad me ayuda a despejar mi mente y ganar un poco de musculo. – Mostro sus brazos, aunque a la vista de su amiga seguían igual que siempre. - ¿También tienes que despejarte?

- ¿Por qué me debería despejar? – Intento guardar la distancia. - Tengo la mente tranquila y enfocada.

- No soy ciego. – Replico el rubio. – Yo entiendo que no sientas lo mismo que Po, pero no creo que huir sea la forma correcta de afrontarlo. Me parece indigno de la gran maestra Tigresa.

High School PeaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora