Feria Gastronómica.

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- ¿A dónde vas? – La detuvo su maestro y padre adoptivo mientras salía por el pasillo.

- A la ciudad de Gongmen. – Respondió la chica intentando verse impasible. – Quiero encontrar algún presente a Víbora y comprar algunos libros para mí.

- ¿No puede hacer esto dentro del Valle? – Siguió cuestionando con una ceja levantada. – Hay un par de librerías y muchas tiendas.

- No están los libros que busco, son especializados y Víbora me dijo que quería algo de maquillaje de su tienda favorita, y esa no está en ningún lugar del valle, menos en los pueblos de los alrededores. – Explico. – Además hay una presentación pequeña oficina de la universidad de Tsinghua, no estaría mal preguntar por sus carreras y becas.

- Si ese es el caso podría acompañarte. No me gusta que pasees por la ciudad sola. Sé que te puedes defender de quien sea, pero a veces no contarlas ni tu fuerza, ni tu temperamento y no quiero ningún altercado.

La mente de Tigresa comenzó a trabajar, debía buscar una excusa lo más rápido posible.

- No puedes acompañarla hoy, amigo mío. – Intervino en la conversación Oogway. – Recuerda que me debes acompañar a la consulta médica. – Le recordó. – Tengo unas masas raras en los brazos, aunque creo que deben ser normales para alguien de más de 120 años. – Le dio un guiño a la chica para después reír.

- En ese caso podríamos ir mañana, Tigresa. – Opino Shifu.

- Déjala que salga un día y que se divierta a sus anchas, debe estar aburrida del olor a viejo de este lugar. – Lo detuvo Oogway. – Ve tranquila, solo avísanos cuando llegues y cuando vuelvas para estar al pendiente.

- Vuelve antes de las siete de la tarde. – Sentencio Shifu muy serio. – Ni un minuto más.

- Así será maestro. – Hizo una pequeña reverencia. – Gracias.

Salió de la casa a paso veloz para después usar una banca para saltar sobre los techos ignorando las miradas de algunas personas entre curiosas y molestas por su modo de moverse y así poder sentir el aire surcar su rostro y sobre todo la libertan que le daba estar a unos metros sobre el suelo y el control de saber que cuando quiera podrá bajar sin daño alguno. Aquello le hacía pensar que en su vida pasada pudo haber sido algún tipo de felino.

Llego a la parada de los autobuses con veinte minutos de anticipación y ningún rastro de Po. Reviso su celular y no había ningún mensaje, así que no le quedo más que esperar un rato sentada en la banca, si él no llegaba haría las comprar por el Valle y después descansaría en alguna de las montañas en soledad.

Cuando el autobús se asomaba a unas cuadras de distancia vio a alguien correr en pésima forma hacia ella. Era Po.

- ¡Llegue! – Anuncio llegando a unos metros de ella y colapsar en el piso. – Mi papá no me dejaba salir sin limpiar toda la cocina antes.

El autobús se detuvo y el conductor les dio una mirada de apatía para que se subieran de una vez.

Una vez ya arriba Tigresa se sentó en la ventana y Po a su lado, pero el chico cada vez estaba más cerca embobado mirando el paisaje.

- Vaya, sí que tienen extensos bosques de bambú. – Exclamo emocionado– A mí me encanta sus brotes. Es más cuando pequeño mi papá tenia muebles de bambú y a mí me gustaba tanto que los comencé a mordisquear, tuvo que deshacerse de todos. – Conto entre risas.

- ¿Quieres cambiar de asiento? – Cuestiono ignorando la historia del bambú.

- ¿No te molesta? El paisaje es genial.

High School PeaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora