Año nuevo.

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Tigresa estaba terminando su hora de enteramiento cuanto su celular sonó, era un mensaje de parte de Po.

A mi papá le encanto, decía el pie de página de una foto del señor Ping abrazando la caja de cuchillos.

Tigresa respondió con un dedo hacia arriba. Estaba por volver a guardar su teléfono cuando recordó que el maestro Oogway estaba leyendo en el salón, camino hacia allá con naturalidad y le saco una foto desprevenido.

Ya lleva casi la mitad, escribió debajo de la foto.

Po mando un emoticón con un sombrero vaquero y un caballo.

Al final no me dijiste que libros compraste ese día – Escribió el chico.

El del maestro y otro para mí. – Respondió, espero unos segundos y agrego. – Es sobre mitos y leyendas para niños.

- ¿Es bueno? Porque el mío me ha encantado, ya lo estoy por terminar. Es de verdad muy bárbaro. Aquella librería de verdad tiene libros geniales. ¡Deberíamos volver! – Comenzó a escribir rápidamente. – La trama va sobre un joven campesino que es expulsado de su pueblo por un villano y escucha una profecía que para derrotarlo se necesita de un médico, una bailarina, un comediante, un conserje, un emperador, ya que, ellos serán el equipo que descubra quien es el famoso guerrero dragón y lo acompañaran en su batalla final contra el villano, aunque por obvias razones no pudo hacer que el emperador lo ayudase, pero una de las sirvientas del palacio lo siguió dispuesta a ayudar en lo que pudiera.

Un equipo muy específico. – Comentó.

Cuando nos veamos la noche de año nuevo te sigo comentado, que al escribir no le hago justicia a lo genial de la historia. – Respondió. - Por qué aun quieres que veamos los bailes juntos ¿no?

Tigresa se quedó mirando un poco el mensaje, había olvidado por completo aquello, en su casa todo era muy estrictos con las tradiciones en año nuevo, el maestro Shifu invita a los demás maestros de las provincias, claro que este compraba todo lo que se iba a comer, porque era un honor tenerlos a todos reunidos en la mesa a comer y hablar sobre el kung fu. Ni en un millón de años su maestro la dejara salir en mitad de aquello. La verdad la fiesta en si no era tan mala, pero cada año hacían más comentarios un poco misóginos sobre que por mucho que entrenara jamás podría llegar al nivel de un hombre, aunque la mayoría venían de la boca de un maestro en específico... Tenía ganas de golpearlo, pero el maestro siempre la vigilaba como un halcón.

- Veo que tu mirada esta turbulenta. – Llamo su atención Oogway dejando el libro de lado por un momento. - ¿Puedo saber que te está atormentando?

- Solo es una tontería. – Evadió la pregunta. - ¿Le ha gustado el libro?

- Es maravilloso. Creo que quedara entre mis favoritos. – Acepto el anciano con una dulce sonrisa. – Pero si algo te molesta no puede ser una tontería.

- No, ya lo solucioné. – Respondió escribiéndole a Po que aquello no se iba a poder hacer, pero le agradecía la invitación. – Le dejo para que siga leyendo con tranquilidad. – Hizo una reverencia ignorando los mensajes de Po.

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- ¡Po! – Lo sobresalto el grito de su padre haciendo que casi dejara caer su celular. – Te he estado gritado desde hace tiempo.

- Lo siento. – Se disculpó el adolescente guardando su celular acepto el silencio de su amiga. - ¿Qué me decías?

- Que necesito que vayas a adornar la casa. – Repitió su padre molesto. – Nos queda solo un par de días ante de año nuevo y necesito que todo esté listo antes que llegue la familia, esta es nuestro primer año nuevo en el Valle y quiero que vean lo bien que nos está yendo.

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