El modista del rey |Yoonmin omegaverse|

Final.

Narrador omnisciente

3:47 p.m

Los copos de nieve descendieron desde el cielo gris hasta desplomarse en el suelo.

Las personas de la élite del mundo deambulaban cerca hablando y riendo. Sin remordimiento o empatía acerca de la situación, como si la batalla que decidiría el futuro del país de Corea Del Sur no fuese a suceder.

Definitivamente un gran suceso.

Min Yoonkwan colocó su mano sobre el hombro de uno de sus asociados. Soltó una risa al escuchar cómo el hombre le contaba que había apostado riquezas materiales por la victoria de Min Yoongi.

—No puedo perder mi oro. —exclamó con voz jocosa.— Tú hijo tiene que ganar.

Como si de una fiesta de cumpleaños se tratara, cientos de invitaciones fueron remitidas a países cómplices, desde naciones monárquicas hasta presidenciales: China, India, Tailandia, Pakistán y Japón.

Siendo personas con tan alto nivel social económico y manejando naciones, era desalmado y morboso la poca compasión que cargaban en sus conciencias. Parecía ser que fingir humanidad era exhaustivo y que, la emoción que les causaba la batalla por el trono les había tumbado la máscara de encima.

Yoonkwan no se quedó atrás, muy apático.

—Me adelanto en pedirte disculpas si las cosas no resultan como deseas. —respondió con una sonrisa de lado.

La población de Corea Del Sur estaba escasamente informada al respecto. No hubo detalles, mucho menos explicaciones. Causó un revuelo por los noticieros, inclusive se realizaron manifestaciones que demandaban declaraciones por su patria y el futuro de la misma. Los ciudadanos del país mostraron su descontento expresivamente al punto de que la militarización tuvo que intervenir para poner orden.

Nada del escándalo le quitó el sueño al rey.

—Jiminie, ¿puedes contarme qué está pasando?

El abuelo del Omega no ocultó su curiosidad, sintiéndose preocupado al presenciar las noticias que estaban transmitiendo esa tarde aleatoria. Siempre fue un anciano hartamente pasional con su país y su historia. Mucho más pasional sabiendo que su nieto trabajaba para la realeza. Cada domingo no se olvidaba de hacerle sus preguntas rutinarias que mayormente violaban la privacidad del palacio.

Sin embargo, Jimin nunca pudo apagar su chispa de curiosidad por cuestiones de confidencialidad. Al menos esa era la única regla que había mantenido sin romper.

—No, ahjussi —mintió, arrugando la nariz.— Y si lo supiera, no podría contarlo.... Usted lo sabe.

—Pero se está haciendo un alboroto. —se quejó él, señalando la televisión.— ¿No crees que nos merecemos una explicación?

La conversación quedó allí. Jimin se obligó a alejarse de la sala de estar por miedo de que se le escapara algo aquella tarde.

Con obviedad, el tema no fue fácilmente olvidado a lo largo que pasaron los dias.

4:03 p.m

Seokjin estaba escabullendo miradas hacia Yoongi, a quién le estaban acomodando una armadura de acero que le cubría el torso. Lucía protegido, pero no por el escudo, sino por las personas que te tenía a su lado: Una madre y un Omega.

Tragó saliva ante la sensación de soledad.

En busca de distracción, sus ojos se alzaron hacia las gradas que poco a poco se estaban llenando de presentes. No se sorprendió de ver en primera fila a Irene, Moonbyul, Yeosang y Soojin. Al generar contacto visual con la primera mencionada, esta alzó una ceja mientras sus labios pintados de rojo adquirían una sonrisa traviesa.