veintitrés.

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—Tal vez está historia, deba comenzar a contarse desde el inicio...

Hyunjin ajustó su mochila sobre su hombro y se dirigió hacia la puerta. —Me voy, papá —dijo, sin esperar una respuesta. Su padre, sin embargo, permanecía sentado en la sala, su mirada perdida en el periódico matutino.

—Espera, Hyunjin —llamó su padre, finalmente apartando la vista del papel. —Recuerda lo que hablamos. Debes esforzarte más en el instituto.

Hyunjin asintió, aunque la insistencia de su padre sobre superar a los demás le parecía una competencia innecesaria. —Lo haré, papá. Nos vemos más tarde.

Con Hyunjin fuera, el padre se volvió hacia Heeseung, su hijo mayor.

—Y tú, Heeseung, espero que estés poniendo el ejemplo en la universidad.

Heeseung, con una sonrisa tensa, asintió. —Por supuesto, papá. No te preocupes por mí.

El padre de Heeseung se levantó, listo para irse a trabajar. —Bien, me voy. Cuida de tu madre.

La universidad estaba llena de vida cuando Heeseung llegó. Sus ojos buscaron a Jeongin, el omega que parecía tener a todos encantados. Al encontrarlo, Heeseung se acercó con determinación.

—Jeongin, hay algo que quiero decirte," comenzó, su voz firme. —Me gustas y me gustaría salir contigo.

Jeongin lo miró, una sonrisa juguetona en sus labios. —Lo siento, Heeseung, pero no saldría con alguien de un nivel tan bajo.

El rechazo fue como un golpe directo al orgullo de Heeseung. Sintió cómo el odio se enraizaba en su pecho, oscureciendo su visión del mundo. Sin una palabra más, dio media vuelta y se marchó.

Al caer la noche, regresó a su casa, encontró a su madre llorando en la cocina. —¿Qué pasa, mamá? —preguntó, su corazón latiendo con fuerza.

Entre sollozos, su madre logró decir, —Tu padre... ha muerto.

El mundo de Heeseung se detuvo. —¿Hay algún sospechoso? —preguntó, aunque sabía que la respuesta sería negativa.

—No, aún no —respondió su madre, desconsolada.

La ira de Heeseung se encendió, una llama voraz que consumía cualquier pensamiento racional. Alguien iba a pagar por esto.

(...)

Los años habían pasado, pero la determinación de Heeseung no había disminuido. Se había convertido en un hombre más maduro, con una sola misión que lo consumía: descubrir la verdad detrás del asesinato de su padre.

Las pistas eran escasas, pero una persistía en su mente: su padre había visitado a Jeongin antes de regresar a casa aquel fatídico día. Jeongin, quien siempre había codiciado el puesto de su padre como gerente de la empresa. ¿Podría haber sido él?

Con cada día que pasaba, Heeseung se acercaba más a la verdad. Y entonces, un noche entre copas después del trabajo, el señor Yang hizo una increíble y no tan extraña confesión.

—Heeseung —comenzó, su voz estaba algo ronca debido a todo el alcohol —tengo que confesarte algo sobre la muerte de tu padre.

Heeseung lo miró fijamente, su corazón latiendo con fuerza ante la inminente revelación.

—Fue Jeongin —dijo el hombre, las palabras cayendo como piedras en un estanque tranquilo. —Él... él asesinó a tu padre.

La confesión golpeó a Heeseung como una tormenta. La ira y el dolor se entrelazaron en su pecho, formando un nudo que no podía deshacer. La venganza, una idea que había rechazado por años, de repente se convirtió en su única salida.

—El quería el puesto de tu padre, sin embargo yo le rogué que lo dejara tranquilo, pero el no hizo caso —Mi hijo es un Omega bastante codicioso, sin mencionar el aborto...

—Aborto...

—Si, Seo Changbin, es el nombre del padre... De esa horrenda criatura —Confesó —A jeongin le encanta tirarle mierda a los demás —Pero el ha hecho mucho para llegar a dónde está.

Heeseung se levantó, su decisión tomada. —Gracias por decirme la verdad —dijo con una calma que no sentía. —Ahora sé lo que tengo que hacer.

—Espero que si, se que tú serías un buen... Gerente en jefe.

Y así llegamos a la actualidad.

El silencio que siguió a la declaración de Heeseung era tan denso que podría haberse cortado con un cuchillo. La mirada de Hyunjin estaba fija en el suelo, sus pensamientos girando en un torbellino de emociones encontradas.

Por otro lado heeseung, Había creído que su venganza sería el fin de los Yang, que todo el dolor y la pérdida que había sufrido sería justificado con su caída. Pero ahora, con la traición de su propio hermano, la marca que le había dado, sentía que su mundo se desmoronaba pieza por pieza.

Jeongin, por otro lado, no podía contener su risa. Su eco resonaba en las paredes, atrayendo la atención de todos en la habitación. Heeseung levantó la vista, sus ojos ardían con una mezcla de ira y confusión.

—¿Qué te parece tan gracioso, Jeongin? — preguntó Heeseung, su voz apenas contenía la furia que sentía.

Jeongin se limpió una lágrima de diversión de su mejilla antes de responder. —Oh, esto no es venganza por tu padre. Esto es pura envidia — dijo, y su sonrisa se ensanchó aún más. —Estás celoso porque acepté y me dejé marcar por Hyunjin y no por ti... Eres un hijo de puta.

El grito de Heeseung retumbó en la sala, un mandato feroz para que Jeongin se callara. Pero Jeongin solo rió de nuevo, más fuerte esta vez.

—tu padre tenía razón sobre ti, —continuó Jeongin, su tono burlón se suavizó por un momento de sinceridad. —Estás tan perdido en tu locura que no puedes ver la realidad. Sí, fui la última persona que vio a nuestro padre con vida, pero no fui yo quien lo mató. Y la verdad es que no hay un asesino porque fue simplemente un accidente de tráfico...

Las palabras de Jeongin cayeron como bombas, cada una explotando la realidad que Heeseung había construido en su mente. La habitación se quedó en un silencio aturdido, todos procesando la verdad que se había revelado.

La acusación de Jeongin colgaba en el aire, una sentencia que Heeseung no podía aceptar. —¡Es mentira! —gritó, su voz resonando con una mezcla de ira y negación. En un movimiento rápido y tembloroso, sacó un arma, su mano apuntando directamente a Jeongin. El aire se volvió eléctrico, cargado con la tensión de lo que estaba por venir.

Félix, cuyos ojos reflejaban un miedo genuino, intervino con una voz temblorosa. —No hay necesidad de llegar a estos extremos —dijo, intentando calmar la situación. Pero Heeseung lo silenció con una mirada fulminante.

—¡Silencio! Yo seré quien esté al mando de la empresa Yang, y nadie me detendrá —declaró Heeseung con una determinación feroz. —Ni siquiera un simple Omega como tú, Yang Jeongin.

El sonido del disparo se expandió como una onda a través de la sala. Hyunjin, movido por un instinto protector, se lanzó frente a Jeongin, interponiéndose entre él y la bala. El impacto fue sordo, y el cuerpo de Hyunjin se tambaleó antes de caer al suelo.

Jeongin gritó, un sonido desgarrador que llenó cada rincón del lugar. Se arrodilló junto a Hyunjin, su atención completamente enfocada en él, el mundo exterior desapareció en ese momento de pánico y dolor.

Minho, con una rapidez nacida de la urgencia, arrebató el arma de las manos de Heeseung y lo golpeó, derribándolo al suelo. La lucha por el poder había tomado un giro oscuro y trágico.

Jeongin, ignorando todo lo demás, susurró el nombre de Hyunjin, rogando por una respuesta. Pero los ojos de Hyunjin se cerraban lentamente, su respiración se debilitaba, y el silencio amenazaba con tragarse todo lo que Jeongin había amado.

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Babe, No Eres Omega | Hyunin [Omegavers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora