Efectivamente, las llamadas son todas de ella, pero fueron hechas hace más de 6 horas. ¿Qué he hecho?, pensé que llevaba sólo unos minutos, pero no tanto tiempo, ¿cómo pueden ser casi las 4 de la mañana?
Ahora va el turno de los mensajes. La mayoría son un montón de tonterías de mis amigos, los abro, pero no los leo con calma, aunque en cambio, hay otros más importantes. Y sí, entre ellos está el suyo, un desesperado:
¿Por qué no contestas?, ¿Va todo bien?
De las 9:56 de la noche. Y una hora más tarde, con el resto de las llamadas que nunca tomé, vuelve a escribir:
Supongo que debes estar durmiendo. Descansa y ten una linda noche. Y si pasa algo, no dudes en llamarme.
Si tan sólo hubiese escuchado el tono, seguro que habría bajado de inmediato a contestar, pero como digo, el cerebro a veces hace unas malas jugadas, no sé cómo lo logró, debió bloquear mi audición, reduciéndola a los estímulos más alejados posibles, ignorando lo que tenía a unos cuantos metros. Mi intento frustrado de infarto ha pasado y ya sólo me quedan las manos temblorosas por la mezcla entre el frío y el hecho extraño de la falsa percepción del tiempo.
Hay algo más, otra cosa que puede ser importante. Un mensaje de Peter:
Viejo, ¿dónde te metiste?, te estuvimos buscando toda la tarde por tu facultad y no vimos ni un rastro de ti, después revisamos todo el maldito estacionamiento y no encontramos tu coche por ninguna parte. ¿Estás bien?, ¿Qué demonios sucede?
Esto último me toma incluso más por sorpresa, porque no recordaba que hubiésemos planeado reunirnos en ningún momento. O puede que sí lo hayamos hecho y no lo recuerde, como digo, muchos de los mensajes ni siquiera los leí, sé que hablé con Peter y alguno más durante el día, aunque no tengo muy claro qué fue lo que les dije. Está nuestro juramento de no separarnos nunca pero no creí que se tomaran medidas tan radicales.
Es el primer día de clase, ¿tú que crees?, me ataca una vocecilla al interior de mi cabeza. Ya es demasiado tarde para contestar, así que me reservo mis respuestas. No confío en mi sueño, y en estos casos, la mejor alternativa tendrá que ser siempre la de preferir no dormir ni un minuto en vez de arriesgarlo todo, de tratar de dormir algunas horas, cuando sé que no voy a despertarme en cuanto suene mi alarma. Me ha pasado demasiadas veces en el pasado, no puedo confiar ni en mi sueño.
Pierdo la cuenta después de tres tazas de café muy cargado, alivio algunos de los problemas: la somnolencia se reduce hasta que quedo por completo espabilado, y también, se ha reducido notablemente el frío, ya no tiemblo y ya no parece que tenga fragmentos de hielo puestos en lugar de ropa. Sin embargo, todavía no es el momento en que debería despertarme.
Mi técnica ha sido andar dando vueltas de arriba abajo, pues creo que, si reduzco mi actividad y me acuesto, me quedaré dormido a pesar de la cafeína, llegará el mediodía y todavía tendré los párpados cerrados. No tendré problema una vez que comiencen las clases, ahí no tengo el menor temor a quedarme dormido, y no es porque esas mismas clases me despejen la mente lo suficiente como para evitar que el sueño se apodere de mí, sino porque tengo una motivación más grande todavía que el aprendizaje para asistir: está ella, y teniéndola cerca, observándola cada que pueda, sé que es un motivo suficiente para dirigir mi atención, para excitarla tanto como para dejarle al sueño un segundo o un tercer puesto en mis prioridades durante el día. Si sé que voy a verla, pues sería una estupidez desperdiciar el tiempo durmiendo cuando sé que la realidad mientras ella esté, será incluso mejor que cualquiera de mis mejores sueños, por ella sería capaz de no dormir hasta morirme con tal de no dejar que se vaya de mi realidad, con tal de seguir observándola más y más tiempo. Espero que tantas horas sin dormir no estén alterando mi percepción de las cosas, porque todo esto que pienso son sencillamente un cúmulo de disparates.
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Todo lo que he querido decirte
RomanceTrevor narra sus primeros días en la universidad, donde queda fascinado por una chica de la que ni siquiera conoce su nombre. Todo parece ir bien entre sus cavilaciones y recuerdos confusos se acerca a una extraña verdad que lo atormenta y que se oc...