— ¿La conocías?
La voz me llega en un murmullo, el fragmento de una ensoñación, apenas un chillido apagado e irreconocible, que a pesar de saber que he escuchado perfectamente, no puedo contestar. No puedo hacer nada.
— ¿Conocías a la chica?
— Era... —por fin brota un intento de vociferación, se me quiebra la voz, mis mejillas están resecas por el llanto, y aunque parece imposible que todavía puedan seguir saliéndome lágrimas luego de haber derramado prácticamente todo un doloroso río, tengo esa terrible sensación de no poder vaciarme, aunque ya esté vacío. Finalmente, completo la frase con cualquier cosa, no quiero pensar— una amiga.
— Supe que hoy será el funeral. ¿Quieres que te llevemos?
Niego con la cabeza. Al menos puedo justificar mi falta de movilidad por mis fracturas, pero sé que mi madre trata de desvelar algún secreto. No le diré nada, no voy a hablar, yo ya estoy muerto, cuando la estén enterrando a ella, me van a enterrar a mí, y no seré más que un cadáver viviente, un despojo humano, sin corazón, porque mi corazón se lo di a ella, y fui tan estúpido como para destrozarlo todo, a ella, a mí, nuestro creciente amor, todas nuestras promesas, las posibilidades de un futuro. Y no importan los intentos de Charlie por suavizarlo y por querer cargar él con la responsabilidad, yo sé perfectamente que fue mi culpa.
— No. No podría ir, aunque quisiera. —digo y sonrío como haría habitualmente tras hacer una broma, por muy ligera que fuera esta. Hoy la broma soy yo.
Mi madre asiente, se inclina y me da un cariñoso beso en la frente. Me pregunta que, si necesito algo, y muevo la cabeza en señal de desaprobación. Ella se marcha, y al quedarme solo en mi habitación, la oscuridad mortecina de la tarde, y el aparente silencio de las paredes se convierten en el compañero perfecto, en la mejor condición, lo más propicio para desquiciarme, para llevarme hasta el borde de la locura, porque, ¿cómo pretendo mantener el menor indicio de lucidez, si cuando creí ser parte de algo verdaderamente fantástico, de un amor verdadero, fui también tan imbécil como para destrozarlo definitivamente?, pues bien, de algo estoy completamente seguro: que el tiempo que me reste de vida, me la voy a pasar arrepintiéndome de haber llegado hasta el punto en que eliminé la mejor parte de mí, de nosotros.
¿Funcionó el plan de Charlie?
Sí, claro que lo hizo. Su explicación se basó en eliminar la fiesta, bueno, redujo la explicación a solo una pequeñísima reunión entre amigos, nuestros amigos, que habíamos salido a dar una vuelta y un par de chicas estaban jugueteando cerca de la carretera y una arrojó a la otra intencionalmente, lo que produjo el terrible accidente. Y eso es todo, luego perdí el control y fui a dar contra un poste que dejó a 3 manzanas sin luz por toda la noche del jueves y medio día del viernes, pero nada más. Yo no había tenido la culpa, las autoridades no investigaron más, Elsa fue señalada como la principal culpable y es buscada, pero hasta donde sé, no la han atrapado. Es lo que me ha informado Charlie, que parece estar muy al tanto.
Me llevaron a casa, ahí encontré mi teléfono, o mejor dicho, Charlie me lo entregó, me dijo dónde estaba, aunque no fue él quien lo recuperó. Puedo moverme por mí mismo, usando un par de muletas, y las clases debo tomarlas también desde casa, por lo menos durante un mes, hasta que tenga más libertad de movimiento, hasta que no necesite un soporte para cada paso que doy. No tengo daños graves en ningún órgano, y la venda en mi cabeza era tan sólo por un fragmento de vidrio que se incrustó en la piel, por encima de mi ceja izquierda, y al parecer, no dejaba de sangrar.
Me han ido a ver todos mis camaradas, me han dado palabras de aliento, pero no he escuchado ninguna de ellas, han tratado de gastarme bromas, y lo mejor que puedo hacer es mostrar una sonrisa bastante fingida, fingir también que he escuchado todo lo que dicen y ofrecerles algunas vagas respuestas. Han llorado, tratan de comprender un dolor que no les pertenece, y sin embargo, sé que no pueden hacerlo, no es un sentimiento que esté a su alcance, no pueden saber lo que un hombre muerto siente, sencillamente porque... ya no siente nada.
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Todo lo que he querido decirte
RomanceTrevor narra sus primeros días en la universidad, donde queda fascinado por una chica de la que ni siquiera conoce su nombre. Todo parece ir bien entre sus cavilaciones y recuerdos confusos se acerca a una extraña verdad que lo atormenta y que se oc...