— ¿Ya estás mejor?
Kate acaricia mis cabellos revueltos y me observa con detenimiento, más ya no con miedo, ya no como si yo fuese un bicho raro que quisiera pisotear y a la vez dejar en paz porque a simple vista es demasiado peligroso y horrendo como para querer enfrentarse a él. Puede que ella deje de verme así, pero en el fondo sé perfectamente que eso es lo que soy.
Se lo agradezco, es un gesto que esperaba en mi interior, sobre el cual tenía muy pocas esperanzas de ver resuelto, a consecuencia de los recientes acontecimientos.
Debería estar más que feliz, debería desbordar en una alegría incontenible por la sola casualidad de que ella esté viva incluso después de yo darla por muerta.
No fui yo, yo no supe nada sino hasta hace poco, y el resto, esa falsa realidad no fue más que una construcción perfectamente elaborada por Charlie, que me hizo ver cada detalle de un modo totalmente diferente a como en verdad había sido.
— Sí, estoy bien, nunca pude estar mejor. —digo y añado una sonrisa. Estoy más calmado, aún con la confusión surtiendo efectos devastadores y, sin embargo, ya no es generalizada, se concentra en ciertos fragmentos. Lo que me importaba recordar había salido a la superficie, con un rostro monstruoso y mortal, ese aterrador rostro del recuerdo no aceptado.
— Me alegro.
— ¿Qué es lo que sabes? —me apresuro, antes de perder el hilo en mis cavilaciones y pensamientos, no me gustaría toparme repentinamente con que incluso ella tiene una versión diferente de la que debería tener, no la real y completa, esa está reservada en su totalidad para mí, y no la pienso compartir, siendo sincero, nunca. Nunca, ni con ella.
— Lo mismo que tú, seguro que un poco menos. Sé únicamente lo que me han dicho tus amigos y tus padres hace un momento.
— ¿Ellos están aquí? —si era es, eso como explicaría la voz que escuché justo antes de que subiera Charlie.
— Sí, han venido al enterarse de tu actual estado, pero hemos acordado que yo debería ser la que viniera a hablar contigo.
— Y han hecho bien, han hecho justo lo que yo habría decidido también de estar ahí, no habría querido ver a nadie más que no fuera a ti, a ti por encima de ellos, por encima de todo el mundo. —declaro, radiante, tras resolver así aquella interrogante, aunque no sería la única, y al parecer, ella es la indicada para contestarme. Ella, mejor dicho, es la respuesta para todo lo que busco.
Noto un nerviosismo inusitado, unos ligeros movimientos disimulados, pero no tan concretos. Mientras el efecto de mis palabras siga siendo igual de placentero para sus oídos que para mis ojos sea el verla, mantendremos parte de ese vínculo que nos une, ese en el que no se requiere de contacto físico para comunicarnos lo mucho que nos queremos (viene después, por supuesto, para reafirmarlo), y es porque el contacto que logramos es el de nuestras almas: la mía revive con su presencia, bebe de su vitalidad, se reconstruye pedazo a pedazo a pesar de haber sido reducida a un despojo irreconocible. Y de parte de Kate, asumo que no le molesta servir de inspiración para un tipo que había estado perdiendo la cordura hasta que ella llegó (no digo que la he recuperado, pero a su lado, sé que lograré sobrellevarla).
— Sigues sin decirme qué es lo que sabes.
Ella lleva un buen rato acariciándose el cabello, en un deliberado intento por acomodarlo aun sabiendo que no hay nada que deba arreglar, y tampoco se ha logrado quedar quieta sobre su asiento, mueve las piernas, mostrando alguna clase de incomodidad incomprensible.
— No quiero hacerte pasar un mal rato removiendo tus recuerdos.
— Nena, no te imaginas, yo soy el experto haciéndome daño por hurgar en mis propias memorias, te aseguro que nada de lo que digas va a poder herirme más de lo que ya lo estoy. —intercambiamos una mirada que podría haber durado una eternidad, hay una casi tangible línea, un puente entre nuestros ojos, pero entonces, recordando mis últimas palabras, quiero volver a recordarle el puesto que ocupa para mí — Claro, nada de lo que digas podría hacerme tanto daño, excepto si lo que dices es que no me quieres, su equivalente es comparable a una daga ardiendo que atraviesa lentamente mi pecho hasta abrirse paso por mi piel quemada, hasta llegar con su hoja afilada y caliente dentro de mi corazón, y una vez ahí, dar vueltas, dejándome desangrar y sentir cada retortijón, sin olvidar la piel que no para de quemarse, y mi propio corazón ardiendo por la herida, avanzando con cada latido inevitable hacia su extinción, mi muerte.
![](https://img.wattpad.com/cover/364672789-288-k23056.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Todo lo que he querido decirte
عاطفيةTrevor narra sus primeros días en la universidad, donde queda fascinado por una chica de la que ni siquiera conoce su nombre. Todo parece ir bien entre sus cavilaciones y recuerdos confusos se acerca a una extraña verdad que lo atormenta y que se oc...